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—¡Sí claro! ¡Eso es lo que usted dice, detective Pennington! ¡Jamás logrará averiguar este caso y Charlie Blair permanecerá en prisión por su culpa! —Le dice Henry con mirada enfadada.

—¿Disculpe? ¿Por qué mi culpa? —Le pregunta William.

—Porque si usted no se hubiese tardado tanto en finalizar este caso y averiguar quién es el asesino, entonces Charlie no estaría dónde está ahora. —Le reclama Henry—, Usted podrá ser un detective muy profesional, pero algo que sí es cierto, es que tarda mucho para resolver un caso. Cree usted que tiene todo el tiempo del mundo, por ello murió Emily, por ello Charlie está en prisión, y ni hablar de los próximos acontecimientos a suceder.

—¡Henry! ¡¿Cómo te atreves a hablarle de esa forma?! Él sólo está ayudando. —Le dice Anastasia—, No le digas esas cosas, no conoces la gravedad o dificultad de este caso.

Pedro intenta apartar la vista ante la disputa, William aún no responde a los insultos, y Anastasia es quien responde a las ofensas y recriminaciones de Henry Bastor.

—¿Te digo algo, Henry? No eres un sujeto agradable, aunque al principio parezcas dulce y gentil. Ese es el engaño que encarnan las apariencias. —Le dice Anastasia.

—¿Y me permites decirte algo a tí, Ana? —Habla ahora Henry—, Eres una mujer repugnante, ridícula, absurda con tus comentarios infantiles, y de hecho creo que eres tan perra como tu hermana muerta.

William ahora se interpone entre los dos y le dice a Henry:
—Ya basta, déjala en paz y lárgate.

—¿Ah sí? ¿Y por qué tanto la defiendes? ¿Acaso te gusta? Déjame informarte que Anastasia es de mi propiedad, y aunque se vea como una cualquiera, y, tal vez lo sea, yo no comparto lo que es mío.

William se enoja ante tales palabras, pero prefiere girarse hacia atrás para evadir una disputa aún mayor.

Henry Bastor al ver su comportamiento, le dice:
—¡Defiendete!
Y acto seguido le da una bofetada a William, este se voltea furioso y lo golpea también.

—¡No! ¡¿Qué hacen?! —Dice Anastasia.

Ambos se caen a golpes justo fuera de la funeraria, William quería parar, pero Henry seguía y seguía, y la ira se desataba en esto.

—¡Creo que eres demasiado sobrevalorado, William! —Le grita Henry mientras lo golpea, y recibe golpes continuamente.

—¡Ya! ¡Paren! —Pedro finalmente los logra detener.

Ambos hombres estaban ahora bastante agitados, a Henry le sangraba la nariz y el mentón, y a William le sangraba la boca y la mejilla.

—¡No sabes hacer tu trabajo adecuadamente! ¡Duras una eternidad resolviendo un simple homicidio! —Le grita Henry.

Varias personas se acercan ahora asombradas a mirar.

—¡¿Y a tí qué te importa cuánto me tarde?! De igual forma seguirás aquí fingiendo aprecio hacia Anastasia, y cuando ella se dé la vuelta tú comenzarás con las ofensas. —Le dice William.

—Bien, ¿Sabes qué? ¡Ella no me importa! ¡Me importa un penique lo que pase con ella! ¡Si quieres quédatela tú! —Al gritar esto, Henry se retira enseguida.

—¿Estás bien? —Le pregunta Pedro a su acompañante.

William se voltea, mira a Anastasia con los ojos llorosos, y luego no puede evitar que ésta se vaya corriendo de allí.

—¿Qué ha sido todo esto, William? —Le pregunta Pedro.

—No lo sé. Pero Henry ya me tenía, ciertamente, harto. —Expresa William, y luego, en lugar de ir tras Anastasia, se va caminando al lado opuesto.

Pedro permanece allí todo extrañado, en medio de la pequeña multitud de personas que habían formado un semi círculo al rededor. Así que, aunque quería ir tras su cuñado, prefiere ir a buscar a Anastasia Blair.

Luego de unos cortos minutos de trote, Pedro llega hacia Anastasia, quién se encontraba tristemente sentada en una enorme roca cerca de un lago.

—Siento mucho lo que pasó. —Le dice el jóven.

—He pasado vergüenza, especialmente por las semejantes palabras pronunciadas por Henry frente a la multitud de desconocidos presentes. —Explica Anastasia.

—Estoy seguro de que existen cosas peores que la vergüenza pública. —Comenta Pedro, sentándose a su lado.

—En efecto. Que tu hermana sea asesinada en una iglesia es algo mucho peor. ¡Qué curioso que también lo he vivido!

—Lo lamento. Espero que algún día puedas tú recuperarte de todo esto. —Le dice Pedro—, William está intentado ayudar lo más posible, y sé que llegará al fondo de todo esto. Antes de que acabe el año, ya habrá llegado a una conclusión final.

—Él es... —Anastasia hace una pausa—, bastante agradable, y sensato, y gentil, y educado, y dulce en todos los sentidos. Creo que el detective Pennington es muy encantador, Emily tenía razón cuando lo dijo.

—Lo expresa usted de una forma bastante particular. —Dice Pedro sonriendo tímidamente.

—Bueno, es que... Cuanto desearía que Henry no hubiese hecho lo que hizo, me dolió cada ofensa que manifestó contra el detective, y cada golpe que le otorgó.

—Bueno, William se supo defender, no se dejaría nunca golpear por ningún sujeto; y mucho menos uno tan poco cuerdo.

Anastasia suspira, mira hacia el lago lejano, y murmura:
—Creo que me gusta el detective.

El Caso Blair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora