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Lilia se encontraba ahora en la mansión de verano de Chester Black.

Ambos estaban sentados uno frente al otro conversando en una preciosa y delicada mesa de tonos pasteles en medio de un pintoresco jardín floreado.

—Es usted maravillosamente hermosa. —Le repetía Chester a Lilia, sin cesar.

Ella no sentía por él ni el más mínimo interés, ni por su aspecto, ni por sus elogios, ni por su nombre prestigioso, y mucho menos por su enorme cantidad de dinero.

Lilia sólo había aceptado salir con él para poder despertar ciertos celos en su primo. Era lo único que le interesaba.

No le importaba herir los sentimientos de Chester o de alguien cercano. Para ella sus sentimientos eran lo único que importaba, y si alguien se tropezaba en su camino, o, podía usar a alguien como puente para aproximarse a otro extremo, lo haría... Indudablemente lo haría.

Lilia ahora sólo pensaba en su primo William. Este era de lo más encantador para ella. Todo de él era perfecto, estaba de más entrar en detalles.

Y aunque Lilia pudiera lograr despertar celos en su primo, despertar nervios en él a través de sus casi constantes coqueteos, no podía lograr que este pareciera inmensamente enamorado de ella, por lo menos no como se encontraba ella de él.

O, eso creía Lilia.

—Querida, ¿Me estás escuchando? —Le pregunta Chester, sacando a aquella mujer de sus profundos pensamientos.

—Me temo que no. No le he oído bien. ¿Me había comentado algo? —Responde esta, casi nerviosa.

—En efecto. —Asiente Chester—, Le estaba yo preguntando a usted si puede ser tan gentil de hablarme acerca de el caso Blair, el que está investigando su primo. Me llama mucho la atención conocer de él, debido al lugar en el que ocurrió el desgraciado hecho.

—William no ha progresado mucho, ¿Sabe usted? Creo que a penas ha estado interrogando a algunas personas. Pero, él está seguro, como siempre, que resolverá este caso. —Le dice Lilia—, Pues es él una persona muy segura de sí misma, y nada es lo suficientemente complejo como para que él no pueda resolverlo.

—Está usted afirmando muchas cosas, señorita Rotsenburg. —Le aclara Chester—, Pues... El caso Blair es un tanto diferente al resto, ¿No cree usted? Ocurrió en una iglesia, nadie tiene la más mínima pista de qué exactamente ha sucedido, y, según creo yo, hay tantos sospechosos como estrellas en el cielo.

—¿Cómo sabe usted sobre esos detalles? —Lilia frunce el ceño.

—Tengo mis contactos. El señor William Pennington no es el único interesado en ese caso, ni el único que está trabajando para él. —Explica Chester—, Es el único encargado en cuanto a investigación privada, eso sí. Pero, la policía estatal también ha estado haciendo esfuerzo en averigüar algo.

—Bueno, le aseguro que mi primo llegará al fondo de ese caso, antes que cualquier otro. —Afirma Lilia.

Horas más tarde, cuando ya había anochecido, William se encontraba con los demás cenando en casa.

—¿En qué tanto piensa, señor Pennington? —Le pregunta Pedro, al ver al otro absorto en sus pensamientos.

—Ya puedes tutearme, Pedro. Somos casi hermanos. —Le dice William.

Claudia sonríe.

—Bueno, dime, Will. ¿En qué tanto piensas? —Le vuelve a preguntar Pedro.

—En Anastasia Blair. —Responde William fríamente.

—¿Anastasia Blair? ¿No es esa la mujer de clase media baja que tuvo presencia en la velada de los Black? —Pregunta Lilia—, Su nombre aún lo recuerdo. ¡No puedo creer que sea ella la hermana de la víctima del caso!

—Así es, es ella. —Murmura William.

—¿Y por qué piensas tanto en ella? —Le pregunta Samuel.

—Por su comportamiento ésta tarde en el café, ¿No es así? —Habla Pedro.

—Precisamente. —Asiente William—, Nadie que no oculte nada no puede hallarse en un estado tan sorprendentemente nervioso y excitado. Sus labios, sus uñas, sus piernas en constante movimiento. Ella oculta algo. Está siendo amenazada por alguien, o bien está incubriendo deliberadamente al responsable.

—O, tal vez es ella la autora del crimen. —Sugiere Lilia.

—No, no lo creo. Cuando la veo no percibo a una persona desalmada o capaz de efectuar semejante acto. —Dice William—, Y debido a mis exitosos instintos, puedo asegurar que ella no es ninguna asesina.

—O tal vez tus instintos se dejan llevar por el precioso aspecto físico de esa dama en particular. —Comenta Samuel, riendo casi burlonamente—, Pues es muy bonita.

Lilia mira a su hermano con total descontento e intenta ignorar sus palabras.

—No lo sé. Debo averiguar qué pasa con ella, su estado emocional no puede considerarse normal. —Dice William—, No creo que en situaciones comunes se halle ella de tal modo.

—Si pudieras acercarte a ella para sacarle información, sería fantástico. —Habla Pedro. 

—Fantástico significa algo irreal o imaginario, soy un detective, nosotros no trabajamos de esa forma.

El Caso Blair Where stories live. Discover now