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A la mañana siguiente, William se encontraba en la cocina, ordenando a la servidumbre qué preparar

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A la mañana siguiente, William se encontraba en la cocina, ordenando a la servidumbre qué preparar.

—No, no con mucha sal. —Le dice a una de las cocineras, cuando repentinamente alguien entra por la puerta principal.

Era Lilia.

Se veía más bonita y espléndida de lo normal, con un semblante bastante atractivo, y con una falda bastante corta y elegante.

—¿A dónde vas hoy? —Le pregunta William casi al instante, intenta no mirar las seductoras y perfectas piernas de su prima.

Luego de que Lilia le pide algunos ponquecitos a la cocinera, unos que tanto añoraba Pedro, entonces se voltea y le responde al detective William:

—¿Qué te hace pensar que voy a salir?

—No te vistes así para estar aquí. —Le dice William, no podía apartar su mirada de ella por más que ponía esfuerzo en ello.

—El señor Black me invitó a una prestigiosa exposición de pinturas que tendrá en su mansión, ¡Sabes cómo adoro el arte! —Manifiesta Lilia.

—¿Y vas a ir así vestida? —Le pregunta William, haciendo voltear a su prima, quién estaba casi a punto de retirarse.

—Quisiera verme hermosa, ¿Sabes? Me agrada llamar la atención. —Se defiende ésta.

—Bien, eso está muy bien, pero... —William piensa unos segundos, y luego continúa—, Escucha, tú te ves hermosa con cualquier prenda que uses, pero no me gusta que muestres tanto. Ve y cámbiate ahora por favor.

—¿Qué? Tú no me mandas, primo. No hables como si fueras mi padre.

—¡Oh! ¡Pues qué mal que no está él aquí ahora! O si no concordaría casi al instante con mi opinión.

—Como sea, me iré así vestida. —Dice Lilia sonriendo con rebeldía.

William la toma por la mano y le dice:
—Cámbiate ahora, no quisiera bajarme el ánimo.

—¿Qué? ¿Me estás amenazando con volver a tu horrible estado de ira presentado por primera vez la otra noche? ¿En serio? —Lilia frunce el ceño, con enojo.

—Cámbiate ya mismo, no diré nada más. —Al decir esto, William sale de la cocina de forma apresurada y casi desagradable.

A Lilia no le gustaba, él era posesivo, sin duda alguna lo era. Y, no le hablaba como un hombre celoso y enamorado, le hablaba como si fuera un padre cuidando de su hija.

Y eso no le gustaba, a ella no le gustaba.

Minutos después, al comenzar el desayuno en la mesa del porche, Lilia sale y se sienta.

William nota que todavía lleva puesta la misma ropa, así que aparta su mirada hacia ella y ahora se vuelve indiferente.

—¿Van a hacer una clase de interrogatorio o algo así? —Le pregunta Claudia a su hermano.

—No, no. Será algo así como una charla. —Comenta William. 

—Qué suerte tienes, primo, de poder ver con cierta constancia a Anastasia Blair, esa mujer sí que es muy linda. —Le comenta Samuel.

—Es hermosa, sí. Es más, yo diría que es la mujer más bella que he visto en mi vida, más bella que ningún otra. Y de hecho creo que está soltera, y también creo que yo le podría interesar. —Dice William—, Si logro resolver este caso, probablemente quiera yo desarrollar cierta relación con ella, pues se puede percibir, con extrema facilidad, su carisma, belleza, sensillez y buen genio. ¡Sí, ella es encantadora!

Lilia abre los ojos como platos y frunce el ceño al escuchar las palabras de su primo.

Le parece increíble lo que él dice, pero, más increíbles son ahora las venas de Lilia, puede sentir como arden bajo su piel, quizás sea por celos, por rabia, no lo sabía. Pero si corazón latía velozmente, y no quería escuchar nada más.

—Wow, no sabía que eso pensabas de Anastasia Blair. —Le dice Pedro—, Pues tu comportamiento hacia ella es bastante frío y profesional, yo diría que eres casi indiferente.

—Es que cuando una mujer llama mi atención, y estamos en pleno caso privado y policial, prefiero mantener esa actitud. —Dice William—, Y, ya después de que termine todo esto, entonces hacer algo más productivo, y hacer caso omiso a mis emociones.

Claudia ríe y dice:
—Increíble, no esperaba oír semejantes palabras de tí.

—¿Qué? ¿Crees que nadie llama mi atención, para algo más que asuntos profesionales? Yo también tengo sentimientos. —Al decir esto, William ríe un poco, termina de comer, y luego se retira con Pedro.

Al salir, mientras van en el auto, Pedro le dice:

—Ví lo que hiciste hace rato en el desayuno. ¿Por qué dijiste tales cosas inverosímiles sobre Anastasia Blair? Es cierto que es muy guapa, pero ella no te llama la atención, no de esa forma, y no que yo sepa.

—Bueno, tal vez sí, lo que sucede es que mi enfoque está en la resolución del caso, esas son mis prioridades por ahora. —Dice William, mirando al frente mientras conduce—, Pero... Ella es muy linda.

Pedro ríe a carcajadas, y dice:

—No, Will. Estás enamorado de Lilia, de tu propia prima, la idea te aterra, es cierto. Pero lo que hiciste durante el desayuno fue para provocarle celos, y más aún motivados por el notorio desdén que Lilia siente hacia Anastasia. No puedes negarlo, pero por favor, ya no lo hagas. Tú y tu prima no pueden estar juntos, debes saberlo.

El Caso Blair Where stories live. Discover now