CAPÍTULO 1. IRROMPIBLE.

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..."Le prodigaba una inmensa ternura. Sabía que le querría siempre para mí dicha y también mi desdicha"...Mario Vargas Llosa.

Guanajuato, Gto.,

Una sombra esculpía los angulosos rasgos de su varonil rostro mientras que, detrás de la persiana, contemplaba aquella encantadora y femenina silueta. Un vacilante rayo de sol que se alcanzaba a colar se reflejaba en su castaño cabello y dejaba ver el maquiavélico brillo de astucia presente en sus oliváceos ojos.

Ray Landeros no era conocido por su paciencia, pero ella merecía cualquier monto de sutileza que lograra juntar dentro de su sistema. Su cantarina risa trepó desde los muros del jardín y él apenas logró controlar el estremecimiento que su frescura causó en su sangre. El corto vestido de playa color salmón le acariciaba los firmes muslos. Esa chica tenía unas piernas que lo hacían pensar en ser envuelto por ellas y en tomar el tesoro que resguardaban.

El poderoso rugido del Mazda cereza que ella pilotaba se escuchó feroz, enseguida Sugar By Francesco Yates se escuchó a todo volumen y luego ella se coló entre el tráfico de la panorámica y desapareció de su vista.

Suspiró largamente y recargó la espalda en el muro contiguo al balcón.

A él Ana Paula Medina siempre le pareció hermosa. Con esos insondables pozos de ámbar que tenía por ojos y que hablaban sin necesidad de palabras. Con su largo cabello que le rozaba la cintura, pesadas hebras de castaña seda, que lo desafiaban a tomarlo. Y que decir de las tentadoras curvas rosadas de sus labios que eran un festín de miel.

AnaPau. Su único amor, pero nunca su amante. La conocía desde niño, cuando acudió con su madre a saludar a su mejor amiga que había dado a luz. Desde la cuna en un lado de la habitación se escuchaba el llanto de la pequeña infanta, quien reclamaba alimento. Él se había acercado curioso, le habló para calmarla y ella dejó de llorar. Le clavó los ojos y con su delgada y tierna manita se aferró con increíble fuerza al dedo que él le ofreció. Ray sintió que era su propio corazón el que Ana Paula había atrapado en su puño.

Su móvil vibró desde la mesa de lectura donde lo había puesto a cargar.

«¿Ya estás de camino, grandote?» leyó el mensaje de Renata, su hermana y esbozando una melosa sonrisa tipeó: Estoy saliendo, pesada.

Desconectó el móvil y tomó sus llaves del cuenco sobre la cajonera de pulida caoba en que descansaban. Se sumió la billetera en el bolsillo trasero de su vaquero y aferró entre sus manos el estuche de su guitarra eléctrica Strato, al abrir la puerta de su habitación se relamió los labios pensando en la sorpresa que le tenía preparada a AnaPau.

Ella se iría de la ciudad al día siguiente. La idea le rompía el corazón, sin embargo, no impediría que acudiera en ayuda de quienes la necesitaban. Estaba escrito que la perdería de vista durante muchas semanas, pero él se encargaría de se llevase un recuerdo que no le permitiera olvidarlo.

 Estaba escrito que la perdería de vista durante muchas semanas, pero él se encargaría de se llevase un recuerdo que no le permitiera olvidarlo

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Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now