CAPÍTULO 44. ESTRELLA APAGADA.

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 ..."Del sufrimiento han emergido las almas más fuertes, ésas que se forjan de enfrentar retos"... Gibran Jalil Gibran.

Ray intentó sacudirse de encima el desasosiego que le provocaba no saber nada de su chica. Caminó con paso firme al encuentro de los productores de hortalizas, que esperaban por él. Les estrechó las manos y les sonrió con amabilidad.

Aquellos hombres habían sido los primeros en confiar en Fabio y en él, resultaba reconfortante que el sueño que habían tenido de hacer prosperar a la comunidad de Sangre de Cristo a la par de la hacienda, fuera ya algo tangible.

Los eventos que se organizaban semana a semana y la ocupación de huéspedes de manera constante a tope; les permitían comprar mayores cantidades de su producción a los campesinos locales y estos se esforzaban por ofrecerles mejor calidad en sus productos cada vez.

Al finalizar la reunión, Ray se había anotado un tanto más. Cerró un acuerdo en los precios de compra beneficioso para todos y aumentó la vigencia de los contratos. Despidió al grupo y se volvió presuroso hasta la mesa por su móvil. Lo desbloqueó y con agobio se dio cuenta que AnaPau seguía sin dar noticias. Esa sensación de zozobra que se negaba a abandonarlo se dejó sentir con mayor fuerza, atacando su estómago. Se debatió unos segundos sobre activar o no el rastreo del móvil de su chica, decidió que había esperado suficiente. Presionó la búsqueda. Sintió que un sorpresivo y seco golpe directo al pecho, lo dejaba sin aire. «¡Joder bonita! ¿Qué coño haces aún en el hospital?» maldijo entre dientes.

Salió de la sala de juntas y atravesó como un huracán las oficinas, su rostro era el de un hombre al límite de la paciencia. Silvia levantó su mano para despedirse, la bajó en seguida. La mirada olivácea de Ray, estaba clavada en la salida de la hacienda. Pasó a un lado de la chica, sin reparar en absoluto en ella. Antes de alcanzar la puerta corrediza, desactivó los seguros de su camioneta. Dio marcha apenas ingresó en el vehículo y el heavy metal de James Hetfield le acompañó mientras bajaba las cuestas del acceso en un suspiro. Su ojos eran dos centellas determinadas a dar con las respuestas.

Con las grandes manos aferradas al volante y hundiendo el pie en el acelerador, marcó de nuevo al móvil de AnaPau. Enter Sandman By Metallica se interrumpió para inundar con los tonos de llamada el interior de su camioneta, sonidos largos, fuertes y desesperantes que una vez más, no obtuvieron respuesta.

«Algo va mal...muy mal» se dijo a sí mismo y tal certeza lo laceró en el pecho.

Los limpiaparabrisas se balanceaban, combatiendo la incesante y fría lluvia de noviembre que solo conseguía alterarlo, y preocuparlo más.

Los limpiaparabrisas se balanceaban, combatiendo la incesante y fría lluvia de noviembre que solo conseguía alterarlo, y preocuparlo más

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Las Fuerzas Especiales le habían enseñado que nada dura para siempre. Pero parado allí bajo la fría luz de la silenciosa sala de la morgue mientras observaba el desnudo cuerpo sin vida de aquella castaña joven, era una cosa malditamente difícil de aceptar.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now