CAPÍTULO 15. SIN LA LUNA

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..."Mi piel está huérfana de tu susurro de cristal, en esta noche sin luna, en esta noche sin ti"... Itzel Acuña.

Su rostro estaba siendo golpeado por la fría lluvia de la ducha y en su anhelo curvó los dedos al aire, imaginando que se aferraba al grueso y oscuro cabello de ella. Ese azabache manto, que lo envolvía, que lo sujetaba directo del alma.

Ray abrió los ojos para contemplar la dureza de su erección mientras el agua helada continuaba derramándose sobre su cuerpo. «¡Joder! Ya ni las duchas frías sirven para una maldita cosa» gruñó en su mente.

Su diestra se dirigió hacia su eje y antes de apretarse sobre este, encerró el aire en un puño, obligándose a recordar que su mano no sería suficiente para saciarlo. Lo único que lo conseguiría era ese oscuro cabello extendido sobre su pecho y los mieles ojos de ella mirándole con amor. Decidió que no volvería a desperdiciar  su placer, ahora Ana Paula era por fin su novia y solo a ella se lo entregaría por completo.

Sacudiendo la cabeza, Ray terminó de ducharse, se secó bruscamente y se metió con rapidez en un pantalón de pijama.

Preparó un sándwich y un poco de ensalada antes de sentarse sobre un banco de la cocina de su departamento y presionar en marcado rápido al número de ella.

—Hola, lindo —replicó al primer timbrazo—. Voy saliendo de la ducha y, ¿tú? —Ray solo alcanzó a boquear. —Aquí no ha llovido hoy, ¿puedes creerlo? Es la primera tarde desde que estoy acá que el cielo está despejado.

—¿Estas bien, beba? —inquirió, imponiéndose a la alocada charla que ella  insistía en tener—. ¿Tuviste alguna dificultad en el trabajo?

Al otro lado de la línea, ella suspiró.

Eso era malo.

Ray dejó caer el tenedor que sostenía en su mano, más tardaba ella en replicar, más se tensaba él. Se separó del móvil y observó la pantalla para verificar que la comunicación no se hubiera cortado.

—¿Beba...?

—No, no tuve dificultades en el comedor —contestó finalmente—, quizá Luisa me contagió su tristeza  —musitó y él percibió la oleada de omnipresente dolor que la golpeaba en el pecho.

—¿Qué sucedió con Luisa? —demandó y sus cejas se mantuvieron fruncidas por la preocupación.

—Hoy entregó en adopción al último de los gatitos que cuidábamos —explicó su novia, él casi podía ver la humedad en sus mieles ojos y las comisuras de sus labios inclinadas hacia abajo. Odió no estar a su lado y poder abrazarla—. En fin, es una tontería. Pero ya sabes que soy una boba.

Nadie pensaría que ella fuera una boba, él menos que ninguno.

—Nada de eso —replicó con seguridad y la puso en altavoz para poder manipular un chat por whatsapp a la vez—. Eres una mujer con ideales muy bien plantados, determinada y fuerte. Pero también tienes una gran sensibilidad y eso es solo una de las cosas que más amo de ti.

Ella replicó que era un exagerado, pero su tono fue menos melancólico. Una confirmación apareció en el chat que tenía abierto y eso le provocó a él una ancha sonrisa, mil doscientos kilómetros los separaban, pero él se encargaría de que ella no estuviera triste.

La distrajo comentándole sobre algunos preparativos que estaban llevando a cabo para la próxima vendimia y logró provocar su entusiasmo.

—Por la mañana monté a tu yegua —comentó mientras llevaba su cubierto a la tarja.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now