CAPÍTULO 5. PIDIÉNDOTE A LA LUNA

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 ... "Lo malo de morirte de amor, es que no te mueres"... Joaquín Sabina.

¡Dios, le diera fuerza!

 AnaPau se había deshecho de su gabardina y recibía sonriente el boleto del guardarropa en aquel antro en el que verían a sus conocidos. Él dejó de respirar cuando se percató del diabólico atuendo que había elegido; un corto vestido rojo que sin duda se le veía increíble, pero que mostraba suficiente piel como para hacer que su boca se secara. Y eso por no mencionar a todos los hombres que la miraban embobados. Abordarla sería el peor error, para cada maldito sujeto allí presente; así se los hizo saber con una sombría mirada de advertencia.

 Ray la cubrió con su cuerpo y traspasaron juntos la puerta al interior del lugar. Era un club de Chill out y los tiempos lentos y suaves sonidos, conseguían una atmósfera agradable y repleta de sensualidad. El mobiliario lounge estaba esparcido alrededor de una pista de baile. La luz era baja y la tentadora melodía de Entre dos Aguas con su caja de ritmos y la guitarra española los recibieron, animándoles a relajarse.

 —Ahí está mi grupo —señaló ella con atrevida sonrisa hacia una íntima zona alejada de la pista—, ven te presentaré.

 Ray la siguió entusiasmado, ella volvía a mostrarse accesible y eso le provocaba un júbilo inmenso. Los días anteriores habían sido una pesadilla, una lanza en su costado que le había impedido respirar. Ahora Ana Paula estaba abierta a una tregua y él no podía sentirse más agradecido.

 —Conozcan a Ray —expresó ella con su deslumbrante sonrisa, bajo la meliflua luz del lugar cuando saludó amistosa a por lo menos una variedad de once chicos y chicas voluntarios en Operación Sonrisa.

 —Interesante grupo —murmuró Ray sobre la sien de AnaPau.

 Ana Paula le sonrió y le dejó una suave caricia en el mentón. Desde luego que  lo eran. Había desde periodistas de medios internacionales que trabajaban en un documental sobre el programa de cirugías y su impacto social, hasta personal sanitario y de enfermería.

 —No están todos porque sus horarios son complicados, pero quizá tengamos otra ocasión de que conozcas al resto.

 Ray rodeó sus hombros con su brazo y un perezoso placer se extendió por el cuerpo de Ana Paula. Siempre se sentía protegida entre sus brazos. Por debajo de la tela de su camisa, notaba su fuerza y calidez.

 —Seguro que sí, pero lo que realmente me interesa es otra cosa —murmuró con una deliciosa sonrisa y bebió de su copa mientras la miraba.

 —¿Y qué podría ser eso?

 —Que esta noche eres mía.

 —Eso quisieras —declaró sonriente.

 —Esa sonrisa es espantosa —declaró él, riendo y levantándose de la mesa extendió su mano hacia ella—. Bailemos.

 Sus miradas se enlazaron mientras que la deliciosa melodía de El aire en Mis Manos By Carlos Libedinsky comenzaba a sonar en el lugar, potenciando las emociones que les corría por la piel.

 Ray la guió hacia la pista que albergaba solo a otras dos parejas. Siguiendo el ritual de cortejo que aquel delicioso tango exigía, Ana Paula salió de su agarre y caminó por delante de suyo, incitándolo.  Él rozó la cara interna de su desnudo brazo con las puntas de sus dedos, provocando que un latigazo de placer la recorriera por dentro, se detuvo y permitió que afirmara su mano en su cintura.  Ella era muy consciente de su vitalidad y energía, supo que lo que compartirán sería más que bailar y no había otro hombre en la tierra con quien ella deseara perderse de la realidad, excepto con él.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now