CAPÍTULO 10. TÚ SÍ SABES QUERERME

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... "No me hace falta la luna ni tan siquiera la espuma, me bastan solamente dos o tres segundos de ternura"... Luis Eduardo Aute.

Después de una noche de incesante lluvia la mañana se percibía húmeda, aunque ella tenía calor debajo del capullo de mantas en que estaba envuelta. Ana Paula despertó con las arias de las aves que recién emprendían el día. Y distinguió también el ruido de algo que se arrastraba lenta y cuidadosamente por el pasillo, supuso que era algún camarero llevando el desayuno a algún huésped hasta su habitación.

Ella normalmente al despertar, de inmediato saltaba de la cama a la ducha. Esa mañana, sin embargo, era diferente de cualquier otra que hubiera vivido hasta ese instante. Había abierto los ojos para descubrir que estaba en la cama con Ray Landeros y por DIos que no había otro sitio en el quisiera estar.

Él dormía profundamente, relajado y sonrojado por el sueño. Fascinada dejó vagar sus ojos por él. Llevaba puesta la ropa de la noche anterior, tan solo se había retirado el cinturón y descalzado sus botas. No se había metido bajo las mantas con ella, pero la aferraba de la cintura por encima del edredón.

Qué bonitos ojos tienes... —susurró ella armónicamente.

Las yemas de sus dedos peinaban con cuidado sus castañas cejas. Las espesas pestañas de él se levantaron y la observó con asombro, ella le sonrió.

—¿Ahora me robas las canciones que yo canto para ti?

—Demándame —replicó con divertida arrogancia.

Ray adelantó su mano con precaución y le acarició la mejilla con el dorso de sus largos dedos.

—¿Aún estoy soñando? —preguntó observándola con una mirada limpia.

—Eso depende, ¿qué tan a menudo aparezco en tus sueños? —bromeó ella, acariciándolo también en el rostro.

—Pfff, no tienes ni idea —replicó dejando un letal beso en la cara interna de su muñeca.

—¿Volverás a Guanajuato, hoy? —demandó, saliendo de las cobijas para poder apretarse a su costado.

—Sí, pero si tú no puedes ir el siguiente fin de semana, yo vendré a ti.

—A la luz del día, ¿sigues queriendo que sea tu novia? —provocó con una media sonrisa, él sonrió y ella colocó sus dedos sobre sus labios—. Piénsalo bien, debo tener la cara hinchada, estoy desgreñada y...

—Insisto en ello. Y no me importa si estas desgreñada, aun si hubieras tenido flato estando dormida, seguiría insistiendo en que fueras mi novia.

—Eres tan lindo.

Ray negó con la cabeza y curvó sus dedos mientras recorría con sus yemas las líneas de su rostro.

—Soy un atorrante, bonita. Inmoderado. Protector hasta la asfixia. Celoso, y muy posesivo. Impulsivo...

Un toro en cristalería, vamos.

Él asintió y dejó que el dorso de sus dedos se deslizara hacia abajo hasta la parte frontal de su garganta, allí donde AnaPau era muy consciente de que él estaba constatando su furioso pulso y el aleteo de los tragos de saliva que ella daba en ese momento.

—Nunca he pretendido que soy perfecto. Pero si tú te atreves a ir adelante conmigo, me esforzaré por merecerte cada día.

Ella estaba perdida, absorbida en la dulzura con que le hablaba y el anhelo con que la miraba. Un indefenso sonido se le escapó de entre los dientes, ¿ella se consideraba una chica buena? Pues seguro no lo era tanto, cuando lo único que deseaba en ese momento era desatar la lujuria que hervía en su sangre y que él la tomara de inmediato.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now