CAPÍTULO 14. EL PECADO ORIGINAL.

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..."Apago tus ojos y duermo con tu nombre besando mi boca"... Luis Eduardo Aute

..."La ventosa y oscura noche fue su mejor cómplice. Él detuvo su vehículo unos metros frente a la vieja y pesada verja de hierro. Se pasó la mano por el cabello y bajó sin apagar los faros para conseguir un poco de iluminación.

Sus botas marcaron los pesados y dolorosos pasos  con los que se dirigió adentrándose en aquel oscuro y frío lugar. Llevaba en sus brazos el inerte cuerpo de aquella chica. Su mirada se llenó de aflicción al observar la falta de vida en el rostro de la delicada mujer. Los remordimientos lo estaban matando. Se acuclilló apesadumbrado.

Le acarició el oscuro cabello y hundió su nariz en él, aún conservaba su olor a flores. Ya no abriría más ese par de ojos inocentes con los que parecía reír a la par de sus carnosos labios. Con su dedo índice repasó el trazo de su nariz recta y perfecta. La abrazó a su cuerpo por última vez.

Una lágrima resbaló haciendo un surco en su mejilla y depositó un largo y arrepentido beso en su frente.

—Lo siento  —murmuró afligido—. Siento haberte hecho daño, chéri.

La soltó de sus brazos y se irguió abandonándola ahí. Ese era el depósito perfecto para su crimen. Una silenciosa y desolada tumba donde jamás sería encontrada.

En el trayecto a su casa, la lluvia se hizo presente. El camino se volvió complicado, debía alcanzar cuanto antes la panorámica para no quedar varado. El viaje que había estado posponiendo, ahora se presentaba como la mejor oportunidad para evadir lo que se vendría en los siguientes días".

 El viaje que había estado posponiendo, ahora se presentaba como la mejor oportunidad para evadir lo que se vendría en los siguientes días"

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Ray se encontraba de pie ante el ventanal de la cocina de su departamento mirando fijamente la puesta de sol sobre Guanajuato. Con el ceño fruncido observaba como poco a poco la cañada se iluminaba con las luces de las coloniales casas y sus callejuelas.

—Lo noticia está en todos lados, grandote —. Marce, su madre continuaba hablando detrás de él. —Se colocó un pequeño altar para ella en el estacionamiento del hospital. Su contrato había terminado hacia unos meses, pero siempre fue una chica muy apreciada por sus compañeros, a pesar de que ella no era de socializar mucho o hacerse notar.

La persistente humedad de aquel día, provocó que una inusual neblina se elevara por encima de las montañas, asemejando a listones que acompañarían la inminente oscuridad que pronto caería, notó él.

—¿Avisaron a Camilo? —preguntó Ray finalmente.

—Tu padre lo llamó, sí, sí. La joven había formado parte de su equipo y le tiene mucho afecto.

Él asintió lentamente.

—¿Tiene familia?

—No estoy segura. Según los diarios fue su compañera de apartamento quién reportó su desaparición. ¡Dios! Si esto le sucediera a mi hija perdería la razón —murmuró con pesar.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now