CAPÍTULO 9. AGUA Y SED.

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... "No hay que buscar el triunfo sino tu propio camino"... Sebastián Castella.

Ana Paula había quedado aturdida después de su beso, pero cuando él hizo aquella propuesta su sangre volvió a alcanzar su cerebro y le miró perpleja. Pensaba que sólo estaban mostrando ambos su juego. Aquel momento no era para nada lo que ella había imaginado. Frunció el entrecejo y salió de su abrazo.

—Incluso para ti, esto es inapropiado —reprendió ella, él la miraba desconcertado—. Es de mal gusto, es... ¡Insensible! —estalló levantando las manos al aire.

—¡¿Insensible?!

Ella sacudió la cabeza con desaprobación.

—Pedirle a una chica que sea tu novia cuando esta se encuentra indispuesta es bastante incómodo —replicó molesta—. Una preferiría una cena en un lugar lindo, velas, música y obviamente estar vestida apropiadamente, no en bata y desgreñada como estoy ahora.

Ray la observó callado, los verdes ojos le brillaban con travesura, pero había algo más en el fondo de su expresión, una determinación, que la hizo estremecerse.

—Primero que todo tú siempre eres la niña más guapa para mí, no importa si vas vestida de aute couture o en chanclas. Segundo, ¿no te parece que el que estés indispuesta, y yo te haga esta propuesta te habla de lo serias de mis intenciones?

AnaPau se mordió el labio para evitar reírse, solo Ray podía cambiar las cosas de ese modo.

—Ríndete, beba —susurró sensualmente al acercarse a ella de nuevo—. Dime que serás mi novia.

Ray bajó su cabeza hacia ella y el calor que desprendía su cuerpo era una tentación muy difícil de resistir. AnaPau lo tomó con fuerza de la camisa y lo arrastró hacia ella.

La contienda terminaba sin derramamiento de sangre. La rejoneadora había soltado su mortal lanza y abrazaba al toro, ganaba el amor.

Tambaleándose entre sus brazos, le besó con un ardor bruto, sin ninguna restricción. Se deleitó en la poderosa fuerza de su cuerpo contra el suyo, mientras se moría de lujuria y su piel dolía por la creciente necesidad de que la tocara en todas partes.

Lo besó por completo entregada, chupando, mordisqueando, acariciando el interior de su boca. Él era delicioso, tanto que apenas podía soportarlo. Ella gimió desvalida ante la fuerza de la pasión que le corría en la sangre. Ray, sin embargo, detuvo aquel beso y la abrazó con fuerza contra su torso.

—¿Eso fue un sí? —preguntó y sonó tan ronco como si hubiera aspirado fuego, AnaPau sintió que su feminidad latía en respuesta a su voz.

Dentro del refugio de sus brazos, mientras ella se apoyaba en el salvaje ritmo de su corazón, asintió silenciosa.

Ray se separó un poco y buscó sus ojos, insistiendo silente con su pregunta.

—Quiero ser muchas cosas para ti, pero comenzaré con ser tu novia —consintió sonriéndole.

—¡Esa es mi chica!

Ray llevó de nuevo su boca a la suya, la beso con urgencia. Sus labios estaban calientes y tenían el mejor sabor que ella hubiera probado jamás. Él profundizó su beso y ella se apretó contra él. Dejó que la explorara con aquel fuego que les crepitaba en la piel, sentía en su propia lengua la vibración de un ronco gruñido formándose y a punto de estallar, entonces ella gimió de dolor y se contrajo entre sus brazos por la descarga de un nuevo calambre en su estómago.

—Ana Paula, lo siento, bonita —dijo contrito y la ayudó a sentarse en el sillón que antes habían ocupado los dos—. Pediré un té y unos antiespasmódicos, ¿vale?

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now