CAPÍTULO 45.2.3.PERSIGUIENDO LA NOCHE.

1.1K 237 191
                                    

 ..."Quiero tus manos en mis ojos. Quiero la luz y el trigo de tus manos amadas pasar una vez más, sobre mí, su frescura. Sentir tu suavidad que cambió mi destino"... Pablo Neruda.

Jaime se hallaba en el auditorio del hospital indicando a sus agentes los puntos que deberían cubrir durante la conferencia de prensa que no tardaría en suceder. Cuando despachó al último de ellos con las precisas instrucciones que debían llevar a cabo, se giró sobre sus talones, los dedos de su mano curvándose alrededor de la culata del arma que llevaba debajo de su camisa. Y constató que a pesar de sentir el vello de la nuca erizado, no había nadie.

Barrió con la mirada la estancia y la sensación de estar siendo observado no desapareció, prevenido se dirigió a la parte trasera del escenario. El disgusto le dejó un amargo sabor en la boca cuando enfundó su arma.

—¿Qué demonios haces aquí? —. Jaime se pasó los largos dedos por la crespa melena mientras Catalina Mendoza salía desde atrás de una estructura de hierro y lo enfrentaba.—¿Echas de menos el trabajo de campo?

—Hay mucho humo Noyola, pero aún no descubres donde esta el incendio —espetó con sarcasmo—. Te advertí que este caso estaba llamando mucho la atención. Ahora ese criminal se ha llevado a una nueva chica. Una joven que te importa.

Mendoza y su manía de meterse donde no la llamaban, ¿qué mierda le importaba a esa mujer que Ana Paula le fuera importante? Mejor dicho, ¿cómo siquiera lo sabía?

—Siempre te han gustado las idealistas —expresó mirándole con suspicacia—. En fin, situaciones desesperadas, requieren medidas extremas.

—¿A qué te refieres con exactitud? —gruñó Noyola.

—Alma Fernández dirigirá la rueda de prensa —le informó Catalina, Jaime sacudió con asombro la cabeza—. Tiene una presencia agradable y es infinitamente capaz. Será un apoyo para el padre de esa joven y como comparte ciertas características con las víctimas estoy segura que lograra distraer al ignoto.

¡Maldita sea! Que Ana Paula estuviera en manos de aquel criminal ya era suficiente malo, pero exponer a Alma como carnada era un juego más peligroso aún. No le hacía gracia que la Agencia dispusiera de utilizar a una mujer de ese modo, y mucho menos si se trataba de su compañera. Aquello lo hizo apretar los dientes con furia mientras una sensación de injusticia se incrementaba en su sangre. Alma era la mejor en su trabajo y siempre se ocupaba de mantener un perfil bajo, exponerla al ojo público podría perjudicarla gravemente.

—El Capitan Sanchez es quien debe representar a la Agencia o en todo caso yo.

—El tiempo corre en tu contra, Diablo. Debemos utilizar a Alma, mejor dicho, tú debes utilizarla o esa otra joven que ha sido raptada volverá a ti como un cadaver.

Esa afirmación lo cabreó hasta lo indecible, Catalina era objetiva y le mostraba lo que él ya sabía: el sujeto que se había llevado a Ana Paula no tenía ningún gramo de piedad, pero tener que utilizar a Alma lo ponía mal.

—Si te consuela, debes saber que cuando se lo propuse a tu compañera, aceptó de muy buen grado —le informó con tono condescendiente.

—Eres un grano en el culo, Mendoza.

Girando en sus talones Noyola se encaminó hacia la salida, había faltado muy poco para que la ira que corroía su control estallara provocando un infierno.

Mendoza había atizado las brasas de su temperamento, pero cuando sus marrones ojos se encontraron en el pasillo con Alma, el miedo fue lo que se le disparó.

Iba guapísima, muy femenina. Con una blusa de seda color perla que traslucía su conjunto de lencería oscuro, provocativo. Su cabello oscuro cayendo por sus hombros y no hubo un solo cuello masculino que no girara en su trayectoria, hipnotizados por el cimbreo de sus caderas cubiertas por una elegante falda negra.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now