CAPÍTULO 43.1.3. FRÍA LLUVIA DE NOVIEMBRE.

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 ..."No es la eternidad pero es el instante, que, después de todo, es su único sucedáneo verdadero"... Mario Benedetti.

Dos días después...

Ana Paula se estiró en el lecho al despertar, sus mieles ojos abriéndose a la débil luz de una grisácea mañana. El día anterior Ray y ella no habían hecho otra cosa que permanecer tirados viendo netflix. Y aunque en un principio le pareció excesiva esa imposición suya por obligarla a descansar, al final resultó que estaba más agotada de lo que reconocía y "Misterios Sin Resolver" tendría que mirarla de nuevo, porque no se había enterado de nada. ¡¿Cómo se iba a enterar?! Si había dormido igual que una marmota.

Sin embargo, esa mañana ya volvía a sentirse ella misma de nuevo. Su mano alcanzó la almohada que estaba al otro lado y acarició la leve marca en ella, el olor de Ray penetró en sus fosas nasales, delicioso, adictivo. Inspiró profundamente y cerró los ojos abrazando la almohada a su corazón.

—¿Qué tal dormiste, mi amor?

Su cabeza giró de inmediato hacia la puerta del cuarto de baño. Oh, sí que estaba recuperada, pensó al darle un vistazo y notar como el pulso se le disparaba. Definitivamente contaba con la energía suficiente como para que sus hormonas se alborotaran de ver a Ray con solo una toalla anudada a sus caderas.

—Cómo bendita —le informó sonriente arrodillándose en la cama—. Mejor no podría estar.

—Hmm... —. Él se desplazó entonces, con pasos lentos. Su cuerpo reaccionó a él, Ray era hermoso y tan condenadamente seguro de sí mismo, que le era imposible ceder a la debilidad del deseo con que la tentaba.

—¿Segura que te encuentras mejor? —preguntó curvando sus dedos y le acarició la línea del mentón. Su voz fue un murmullo grave que se metió por debajo de su piel haciéndola estremecer al tiempo que la recorría con la mirada.

—Te lo probaré —afirmó AnaPau y extendiendo su brazo le quitó la toalla que reveló la erección que Ray no había intentado ocultar.

Su falo estaba hinchado, y una brillante perla de líquido seminal se deslizaba por la cresta. AnaPau se pasó la lengua sobre los labios secos anhelando recibir su dureza en ellos para un húmedo saludo de buenos días.

—Carajo, pareces una diosa y no llevas más que mi camisa encima —gruñó él, su mano llegó como un arpón a la enredada masa de su cabello suelto—. Vas a matarme.

Ella le miró fijamente y se desabotonó la camisa. La mirada de él siguió con hambre las curvas de su cuerpo mientras iba quedando desnuda delante suyo.

—Sobrevivirás... —afirmó ella al rodearle el cuello con sus brazos y aferrándose a él, rozó su desnuda piel con la suya. Sus verdes ojos la miraban tan intensamente que parecían estar dentro de los suyos, Ray llevó de a poco la mano de su nuca a su cintura y nuevamente hacia arriba enredándola en su cabello. La besó profundamente y su mano izquierda exploró sin restricciones la curva de su trasero.

—Ana Paula —susurró ronco al interrumpir su beso. Levantó las pestañas y sus ojos se veían nublados por la pasión y la devoción con que la amaba.

Ray llevó sus labios hasta uno de sus senos con la intención de mimarlo, pero AnaPau cogió su mejilla y tiró de él hacia arriba para que la besara de nuevo. No deseaba que la llenara de placer todavía.

—Tengo un antojo —farfulló contra sus labios cuando interrumpió su beso. Le vio respirar más hondo cuando ella le besó una de las tetillas. Sintió su mano apartarle con suavidad el cabello para observar a detalle como besaba ella sus oblicuos.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now