CAPÍTULO 29. CRIMINAL SIGILOSO.

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 ..."Parecía frágil... Pero llegó armada con una sonrisa, dos besos y un simple abrazo y, yo terminé desarmado y con el corazón en la mano"... Juan Huertas.

Parado fuera de su línea de visión, la observaba fijamente, sus labios se curvaron en una sonrisa cuando ella conectó una firme patada al pecho del otro agente y lo derribó.

—La siguiente vez que te ofrezcas a entrenar conmigo, ven dispuesto a darlo todo y no me hagas perder el tiempo —le espetó molesta al magullado hombre que seguía sin recuperar el aliento.

La agente caminó con firmeza hasta el banco en que descansaban sus pertenencias y con una toalla secó su sudor.

Esa era Alma Fernández siendo apenas un poco despiadada, Dios librara al otro agente de no estar a la altura la siguiente vez, pensó Jaime divertido.

Noyola no perdió detalle del firme caminar de la joven mientras está se retiraba hacia las duchas. Él admiraba esas piernas las consideraba la mejor arma de esa mujer, no habían sido pocas las veces que sus firmes muslos habían dejado fuera de combate a tipos que le doblaban la altura a la pequeña y combativa agente. Sin embargo, tampoco le pasó desapercibido el cansancio y la inquietud que asomaban como oscuras sombras en los castaños ojos de su compañera.

Ordenó que todos fueran a las duchas y se dispuso hacer lo mismo. Su móvil vibró dentro de su bolso del gimnasio y frunció el ceño antes de coger la llamada:

—¿Qué no estas de vacaciones, Landeros? —saludó abrazándose el torso con un brazo y esbozando una burlona sonrisa. Se conocían desde niños y él sabía que nada disparaba más la energía de Ray que el tener demasiadas horas por delante para llenar de ocio. —¿Acaso AnaPau te echó de su cama?

—Aún no me echa, pero tal vez lo haga pronto...

Jaime frunció más el ceño, no era lo normal escuchar en la voz de su amigo un tono confuso.

—¿Qué hiciste Landeros?

—Técnicamente no he hecho nada, aún. Pero si tú me ayudas será inminente —expresó con aquel persuasivo tono que solía usar cuando lo arrastraba en sus planes.

Jaime se pasó los dedos por la crespa melena, meciéndolos mientras intentaba adivinar en qué lío lo metería esa vez. Cuando a los hermanos Landeros se les ponía algo entre ceja y ceja, ni Dios padre los paraba.

—¿Estás seguro que merece el riesgo de que ella te mande a la mierda?

Ray resopló y le compartió una terrible escena que había presenciado apenas la noche anterior entre un médico de reciente ingreso al hospital de su padre y Ana Paula. El propio instinto de protección de Jaime se disparó mientras su amigo relataba los hechos. Su cuerpo se tensó por completo. AnaPau era tan bella como delicada y él comprendía muy bien el temor y la rabia que habían colisionado dentro de Ray.

Diablo, tú eres como el espiritu de las navidades pasadas, no hay secreto que no puedas encontrar. Necesito que investigues a este tipo. ¿Lo harás?

Su mano se apretó en el móvil. Ray podría ser en extremo impetuoso, pero también era leal a prueba de todo y protegía a los suyos sin escatimar esfuerzos. Lo que le pedía fácilmente podría traducirse en un problema con AnaPau para ambos, sin embargo, Ray no lo pediría si no le pareciera en verdad importante.

—Vale, lo haré —gruñó Noyola—. Ella podría castrarnos a los dos por esto, pero si tú te arriesgas también yo —susurró—. Mándame un correo con lo que tengas de ese tal Boyoli y averiguaremos quién es en realidad.

Ray colgó la llamada y dejó a Jaime a la deriva en un mar de intensas sospechas. Sin embargo, Alma Fernández y la inquietud que había visto alojada en sus delgados hombros, también eran un asunto prioritario de su agenda. Y el que atacaría primero.

Tú y Yo...a nuestro tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora