CAPÍTULO 37. DEJA QUE SALGA LA LUNA.

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 ..."Cuando estoy entre tus brazos, siempre me pregunto yo cuánto me debía el destino. Que contigo, me pago"... José Alfredo Jiménez.

Ray apenas y notaba la silenciosa presencia del ama de llaves que se desplazaba eficiente por cada lugar del departamento haciendo la limpieza, en tanto que, él se afanaba en darle salida a una montaña de papeleo.

Al medio día, terminó con sus pendientes y mientras rellenaba su taza de café, se sintió de pronto harto de haber pasado toda la mañana simplemente sentado frente a su portátil. Él necesitaba actividad, maldita sea.

Trabajar desde casa solo valía la pena, si Ana Paula estaba allí mismo, sin embargo, ese día no era así. Ella estaba cumpliendo con sus deberes de dama de honor y él... Bueno, él había debido luchar contra las tórridas imágenes que habían estado apareciendo constantemente en su cabeza, después de que la muy condenada le hubiera susurrado ciertas promesas antes de marcharse. ¡Ah, cuando le pusiera las manos encima!

Una sonrisa subió por las comisuras de su boca. AnaPau estaba hecha a su medida, con ella todo era ligero. Con su faceta de niña, esgrimía tal dulzura que lo infundía de vertiginosas emociones inundándolo de felicidad. Y luego estaba su otra faceta, la seductora diosa a la que veneraba con el alma y que desataba sus más febriles anhelos. Ana Paula lo seducía con tal delicadeza que Ray no tenía claro si sus labios encontraban por mérito propio sus lugares más dulces y vulnerables, o si era ella quién lo guiaba directo a ellos.

Ella. Ana Paula, solo ella lo hacía sentir por completo vivo. Todos sus sentidos bebían de sus ojos como la árida tierra absorbiendo la lluvia. Adoraba su risa, su grácil figura y la conexión especial que había entre ellos.

Terminó su café y después de dejar la taza ya limpia sobre el escurridor, se volvió hasta la isla de la cocina sobre la cual había estado trabajando toda la mañana y recuperó su móvil que descansaba en la mesada.

—Vitale —replicó Fabio casi al instante.

—¿Estás tan aburrido como yo? —preguntó obviando el saludo.

—Estoy que me arranco los ojos —resopló con humor el italiano—. Terminé todos mis pendientes y tu hermana aún no vuelve.

—Movámonos —dictó cerrando su laptop—. Una última práctica nos quitará el letargo de encima.

Colgó la llamada apenas Fabio acordó reunirse con él y cruzó el departamento rumbo al vestidor de su dormitorio para prepararse.

Al presionar el botón de ignición de su BMW el BT reprodujo de inmediato la playlist que había quedado pausada, su pie se hundía en el acelerador mientras Come As You Are By Nirvana lo acompañaba al rodar cuesta abajo para salir del residencial.

Después de pasar su tarjeta de acceso en el control del club hípico, mantuvo la ventanilla de su portezuela abajo y aspiró feliz el aire fresco del campo. Montar un rato y practicar su dribbling lo haría sentirse satisfecho o al menos le ayudaría a descargar la energía que lo había estado consumiendo desde la mañana.

Un par de horas después...

Ray inspiró profundamente mientras desmontaba de Atrevido, un pura sangre de dieciséis manos de alto y con un peso aproximado de cuatrocientos veinte kilogramos. Ágil, resistente y con una inmejorable maniobrabilidad. Ana Paula se lo había obsequiado como regalo de bodas y lo habían mantenido alojado en el club hípico durante las semanas anteriores para enfocarse en el íntimo acoplamiento que debía existir entre un jinete y su caballo.

La práctica de esa tarde había dejado claro que Atrevido ya respondía intuitivamente a cualquier leve señal de las piernas de Ray o incluso al peso que decidiera infringir sobre él, acatando con docilidad cada silenciosa orden suya.

Tú y Yo...a nuestro tiempoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang