CAPÍTULO 13. RISA CONTRA AMARGURA.

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..."A manos rotas procurando hacerme bueno para ver si así te tengo"...  Alejandro Filio.


Luego de aquel desacuerdo que lograron superar, pasaron un rato agradable mientras compartían la comida y se deleitaban con su mutua compañía en el grill elegido para comer.

—¿Estás lista para conocer nuestro lugar? —inquirió Ray con oscura voz, tan aterciopelada como el chocolate y ella era adicta al chocolate.

AnaPau sintió sus muslos tensarse y su respiración se detuvo un par de segundos.

—Por favor —susurró ella y un brillo de excitación iluminó la verde mirada de él.

Salieron del restaurante y él la sostuvo con suavidad contra su costado, haciéndola disfrutar de la firme roca que era su cuerpo mientras la conducía al estacionamiento para recuperar su vehículo.

El edificio donde Ray había adquirido su piso estaba en un moderno residencial a las afueras de Guanajuato. Se alzaba por encima de tres circuitos con casas de dos pisos y corredores de piedra circundados por flores de alegres colores, y arbustos de hoja perenne que dividían a unos de otros.

Las áreas comunes del moderno edificio estaban cubiertos por suelos de mármol y contaba con la mejor tecnología, convirtiéndolo en un edificio inteligente y de la más alta plusvalía.

El interior del departamento era fascinante. Prevalecía un estilo minimalista y funcional. Un muro de hormigón, así como, las vigas de madera en el techo de doble altura componían una atmósfera vintage y a la vez industrial. En tanto que, los suelos de madera clara le aportaban calidez.

Sin embargo, fue la luminosa y amplia cocina, lo que más encantó a Ana Paula. Los desnudos ventanales de piso a techo que la rodeaban ofrecían una insuperable vista de la ciudad surgiendo de la cañada. Y ella podía imaginarse moviéndose con absoluta libertad y cocinando miles de historias en la sensacional isla con estructura de hormigón y cubierta de acero inoxidable.

Todo el piso en conjunto, era el espacio perfecto para llenarlo de risas, calor y música.

—Y entonces, ¿qué te parece? —preguntó Ray observándola expectante—. Si algo no te gusta lo podemos cambiar —ofreció apresurado.

—¡Está divino! No cambies nada, no lo imaginaba de otra manera.

—Esta es tu casa, aquí no hay más dueña y señora que tú. De verdad si algo no te agrada...

Ella presionó sus delgados dedos sobre sus deliciosos labios y lo obligó a callar.

—Mi bello toro de lidia —farfulló mirándole embelesada—. ¡Es perfecto!

—Soñaba con esto —confesó acercándose más a ella, bajando su caliente mirada a sus labios, ella sintió que su vientre se apretaba—. Con el momento en que cruzaras esa puerta y te hicieras por completo de este lugar.

Sus labios tomaron los suyos, abriéndolos, consumiendo su sabor como si ella fuera un caro y narcótico elixir y él se estuviera muriendo por más.

Un placentero clamor se escapó de ella mientras respondía a su devastador beso y deslizaba sus manos por el contorno de los fuertes brazos masculinos. Ray era todo músculo y carne. Invencible. Un toro.

La atrajo más cerca de sí y la levantó apretadamente contra él, como en el invernadero. Y de la misma forma que en aquella ocasión; la dura prueba de su deseo embistió su feminidad, presionándose contra su centro de placer, frotando el material de sus bragas de seda y la resistente mezclilla de su propio jean contra el líquido fuego que le humedecía a ella los muslos.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now