CAPÍTULO 36. CORAZÓN DESCALZO.

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..."Lo más terrible se aprende enseguida y lo más hermoso nos cuesta la vida"... Silvio Rodríguez.

Los ventanales que sustituían todo un muro del departamento, mostraban la cañada cubierta de neblina y al encapotado cielo cubriendo por entero a Guanajuato. AnaPau se presentó en la cocina vistiendo una camiseta que no alcanzaba a cubrir su trasero y unas medias de lana que subían hasta la mitad de sus muslos. Su atuendo era un tanto decadente, pero no era como si tuvieran visitas o pretendiera caminar de esas pintas por la Plaza de La Paz.

Al otro lado de la isla le esperaba Ray. Llevaba unos vaqueros y nada más, su castaño cabello lucía húmedo por la ducha que ya había tomado y se veía como un delicioso postre. Un metro noventa de compactos músculos y bronceada belleza, mucho más sexy de lo que ningún hombre tenía derecho a ser. Separó de sus labios la taza de la que bebía café y le sonrió al verla. Sus verdes ojos llenos de una expresión perezosa, cómodo. Tanto que ella temía tener que poner en palabras su agenda de ese día y romper la paradisiaca atmósfera que los cubría.

—¿Preparamos juntos el desayuno? —inquirió él extendiendo su mano en su dirección.

Queriendo estirar ese momento lo más posible, ella asintió y acudió sonriente a él.

Él dejó un beso en su nuca mientras ella daba un vistazo a los ingredientes que Ray había dispuesto sobre la mesada.

—Muy bien, señor Linguini, no te has dejado nada.

Ray enarcó una ceja al comprender la referencia con Ratatouille y por la mirada que compartieron, AnaPau supo que pensaban la misma insensatez. La risa se le escapó cuando él la levantó ligera como una pluma y la colocó a horcajadas sobre sus acerados hombros.

—Bien, chefcita, úsame de tu marioneta, anda.

Ana Paula disfrutó la sensación de enredar sus dedos en la espesura de su cabello. Cogió dos mechones de la castaña seda y uno lo dirigió hacia el soundlink, Ray con un exagerado movimiento tomó el mando y lo activó. Las sensuales notas de Say I Wanna Know By Nick Waterhouse comenzaron a trepar alegres sobre ellos y la experiencia de batir los huevos con leche y harina estuvo llena de las risas de ambos. El fácil humor de Ray era uno de sus principales atractivos y a ella le fascinaba alimentar sus bromas.

Bon appétit —canturreó él y en sus verdes ojos apareció un malvado brillo cuando empujó hacia ella un plato con una crepa de espinacas y ricotta presentada maravillosamente.

—¡Ay, pero lo que me voy a comer, papi! —expresó ella traviesa blandiendo su cuchillo y tenedor y Ray se descostilló de risa—. Mmmm, ¡Por Dios! Está buenísimo.

—Gracias, es bueno saber que sorprendo a tu paladar.

—Mi amor, tú eres lo más bueno que he probado —canturreó provocativa—. Ah, pero que no hablábamos de eso. Ups —concluyó soltando una risilla. Él negó sonriente y enseguida le lanzó una mirada que dictaba que comiera de una vez.

La crepa tenía una pinta de lo mejor y AnaPau cerró un par de veces los ojos para disfrutar de las cremosas notas que el ricotta le ofrecía al platillo. Ray por supuesto encontró la ocasión para hacer un par de perversas bromas y el seductor brillo de sus verdes ojos puestos en ella mantuvo a su cuerpo crepitando. Deseaba tener más tiempo esa mañana y disfrutarlo a él lentamente.

—¿La cita en La Douceur es hoy? —preguntó Ray mientras volvía hacia la cafetera para rellenar su taza.

Ana Paula soltó el tenedor sobre su plato vacío y se quedó inmóvil, en tanto que, la pregunta se filtraba por encima de la música que continuaba reproduciéndose en el soundlink.

Tú y Yo...a nuestro tiempoWhere stories live. Discover now