Capítulo 16

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—¡Que locura! ¡Que capricho! ¡El señor se va a enojar!

Abbey despertó con sudor en la frente. Según ella era todavía de madrugada, sin embargo el calor que sentía no podía ignorarlo.

La garganta le ardía como si estuviese experimentando la mayor sed de la historia.

Apartó el brazo que la tenia aprisionada, buscando un poco de aire. Se sentó y respiró profundo. Era imposible, el aire dentro de la habitación parecía cargada, pesada y manipulada. La cabeza flotaba, como si no pesara nada.

Miró a su alrededor, poco a poco acostumbrándose a la falta de luz. Recordó estar en su habitación, tomar como condenada y que Evan la arrullase como si fuese una bebé llorona. Estaba bastante segura de que al menos, le dolería la cabeza al despertar, luego de semejante show ebrio, sin embargo, se sentía bien, demasiado bien. Ignorando Ignorando hecho de tener demasiado calor y sed.

Dobló las piernas, intentando buscar la orilla de la cama, pero el roce de la sábana contra su piel, la mantuvo en su lugar, al mismo tiempo que arrancó un gemido de ella.

¿Qué estaba pasando? Ahí abajo, latía con frenesí, ahora que se movió, su cuerpo pedía a gritos, una solución.

Intentó una vez más, pero su cuerpo la traicionó. No tenía fuerzas para levantarse y su cadera se removia inquieta, buscando la relajación.

El vestido la quemaba. Se deshizo del nudo detrás de su cuello, como pudo, retiró la prenda de su piel, sin embargo, no podía más.

Miró a un costado, a su amado durmiendo tranquilamente. La mente le iba a mil, el corazón también y ahí abajo parecía sediento de algo que no podía ser.

Sus manos serpetearon a través de su piel, la mano derecha quedó en su pecho y la izquierda bajó más.

La derecha se introdujo bajo la tela, aprisionó el pezón entre sus dedos, ese toque se sentía exquisito. Mordió sus labios, no quería despertar a Evan. En ese momento, no había cordura y mucho menos culpa alguna, sólo la necesidad física y fisiológica de un humano normal.

Mientras la mano izquierda pellizcaba, y jugaba con el pecho, la mano derecha comenzó a frotar con suavidad ese punto atesorado por muchos. La caricia, pronto, no fue suficiente. Quería más. Necesitaba más.

Los dedos medio y anular, empezaron a hacer círculos grandes, por los labios inferiores. Abbey presa, de esa pasión, siseó al sentir tan poderoso sentimiento. Poco a poco, los círculos se hacían más pequeños, llegando al clitoris, la humedad ayudaba a que los dedos resbalaran por su vagina. Era inexperta, pero, su propio cuerpo, la estaba guiando para su propio disfrute. Para este punto, ella ya gemia, jadeaba, y se retorcía en la cama, pero nada importaba. Solo un poco más, solo un poco más y ya estaría ahí...

Imaginó que Evan despertaba y la sujetaba por detrás. Los besos detrás del cuello, traían consuelo a esa zona. Sus labios fríos, presionando cerca de la clavícula, mordiendo y lamiendo. Imaginó que sus dedos eran reemplazados por los largos y finos dedos de su prometido, entrando y saliendo, mientras que la otra mano jugaba con su botón del placer.

—Estoy aquí, nena.

Eso fue suficiente para que ella alcanzara el cielo. Con un gemido ahogado, y arqueando la espalda, pudo llegar al clímax sola.

El Contrato #2Where stories live. Discover now