Capítulo 2

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¡Volvi! ¡Lean la nota final!

Las cosas pasan porque tienen que pasar

El fósforo y la vela


—Cuando tuvimos esa pequeña discusión me sentía totalmente inútil, molesto conmigo mismo, me atrevería a decir que hasta culpable—Evan sonríe con amargura y guía la mirada hacia el suelo, inconscientemente, quizá y sólo quizá sería más fácil contar lo que debía sino miraba la decepción y la lastima que tendrían sus ojos. Abbey miraba atenta, tuvo el impulso de alargar la mano y cogerle los dedos para demostrar apoyo, pero algo en su interior le decía que si lo hacía puede que él, se cierre dentro de sí mismo, como una concha marina. Aguardó con paciencia a que Evan termine su relato—. Prometí cuidarte, sin embargo ¿a quién engaño? No puedo ni siquiera averiguar quién te hizo daño y encima de todo, para la guinda del pastel, asesino a mi madre y mando al hospital a mi chófer.

—Evan...

Niega y va hacia la ventana del cuarto del hospital, evitando mirar el cuerpo inconsciente de su chófer.

—En fin, hice investigaciones, hilaba cosas y situaciones sospechosas. El caso es que no tenía ni idea, no llegaba a ningún lado, hasta que se me ocurrió mandar analizar las botas trenzadas de mi padre. Fui a su habitación pero ya no estaba; mi madre lo había llevado consigo a su viaje de negocios. La llamé varias veces y traté de contactarme con ella, sin éxito. Estaba muy enojado, la ira nublaba mi juicio, ordené a Robert ir en busca de mi madre—mira con pesar su cuerpo inerte, rodeado de tubos—. El peor error de mi vida. Robert la encontró, y cuando me lo comentó por llamada dijo que ella estaba muy nerviosa, y no dejaba que nadie toque un maletín que llevaba a todas partes consigo. Me fue raro, obviamente, pero no le tomé importancia hasta que recibí una llamada directamente de ella.

El peso de lo que pasó, amenaza con hacerle caer y Abbey se dió cuenta de ello, porque llegó junto a él y lo abrazó por detrás.

—No hace falta que me lo cuentes, te está doliendo y yo no puedo verte así, sé que cualquier cosa que hiciste lo has hecho con buenas intenciones.

—No puedo posponer lo importante—Enlaza sus dedos con los de ella. Abbey trata de demostrar su apoyo y amor en ese abrazo. El abrigo de su cariño—. Ella sonaba al punto del colapso, traté de que se calmara pero fue en vano, recuerdo que me dijo que la estaban siguiendo, le pedí su dirección pero la llamada se cortó, en el grito de socorro salido de su garganta.

Abbey está estupefacta, en realidad el estupor era al punto de que no se dió cuenta cuando fue que sostuvo su respiración.

—No te voy a mentir—suspiró—. Me asusté mucho, tuve que rastrear su celular rápidamente y cuando llegué al lugar ya era demasiado tarde. Ellos...ellos—su garganta se cerró. Abbey lo apretujo más —. El coche estaba fuera de la autopista, volcado y había gente alrededor, bomberos tratando de abrir el automóvil ya que se habla cerrado como una barra de proteínas aplastada. Era demasiado para mí, lo que recuerdo es estar en el hospital esperandoos.

Evan, Evan, Evan ¿qué tanto tuviste que sufrir tú solo? Y no estaba allí para él.

—Lo siento mucho Evan y no fue tu culpa, nada de esto ¿Me oyes?

—¿Sabes? Sabia que era mala, me enteré de las cosas que hizo y aún así...me duele...me duele..

—Era tu madre, Evan. Es categórico que esto te iba a doler mucho. En todo caso yo te debo pedir disculpas, no estuve ahí para ti.

El Contrato #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora