Capítulo 77

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—¡Oh, no, están secuestrando al CEO Jones!

—¡Tío Mont!—Evan lanzó un grito desesperado mientras se aferraba al pasamanos y observaba cómo los secuestradores arrastraban el cuerpo inerte de su tío a una lancha rápida.

—¡Evan, no hagas ninguna locura!—Abbey abrazó a su novio que estaba a punto de saltar desde el piso de arriba hasta la cubierta del crucero para perseguir a los que se llevaban a su tío.

El mayordomo, que estaba cerca, se dirigió al personal del crucero:

—¡No se queden ahí parados! ¡Llamen a la guardia costera ya, es una emergencia! ¡Movilicen a los uniformados!

Abbey seguía con la vista fija en la lancha que se alejaba, sin poder asimilar lo que acababa de pasar.

—¿Qué está ocurriendo? ¿Qué ha sido todo esto?

Stephen cogió una manta y la puso sobre los hombros de Magali, para que se sintiera un poco más protegida.

—Es increíble que esos individuos hayan sido capaces de secuestrar al CEO Mont Jones.

—¿Qué?—Abbey se giró hacia el mayordomo—. ¿Sabes algo Stephen? Tienes que decirnos…

—Una organización ilegal llevaba tiempo presionando al señor Mont con sus negocios turbios.

Al oír lo de ilegal, Abbey se imaginó todo tipo de escenarios horribles que le helaron la sangre.

—Por supuesto, el señor Mont los rechazó una y otra vez—añadió Stephen para calmar el semblante angustiado de Abbey—. Pero ellos no se dieron por vencidos y empezaron a amenazarlo.

Magalí sollozó, aferrándose a la manta alrededor de su cuerpo como si la vida dependiese de ello.

—Por eso Mont se empeñó en que Evan fuera el CEO absoluto. Por eso le exigió tanto. Quería que estuviera listo para asumir el mando de la empresa si él caía…

Abbey sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Recordó las últimas palabras del señor Mont Jones “por favor, cuida de Evan”. Ahora comprendía que él ya había aceptado su suerte y solo quería salvaguardar a su sobrino.

Evan estalló en furia y golpeó la barandilla con el pie.

—Maldita sea, viejo—insultó a su tío. Se marchó caminando por el pasillo del crucero, ignorando a todos. Abbey lo siguió con la mirada preocupada.

De repente, su celular sonó. Lo cogió sin pensarlo.

—¿Quién es?

—¿Eres el heredero de la empresa Jones?

Él bufó—. ¿Qué quieres? No estoy de humor para entrevistas…

—Tenemos al CEO Mont Jones en nuestras manos—la voz masculina lo cortó y le puso los pelos de punta—. Si quieres volver a ver a tu tío con vida, tendrás que hacer lo que te digamos.

Evan apretó la mandíbula pero no contestó.

—Lo primero, a partir de ahora nos trataremos con respeto. Te voy a pedir que prepares el dinero como garantía. El trato es el siguiente: en tres días…

—¿Por eso no te habías comunicado antes? ¿Estabas esperando a que me desesperara y te concediera todas tus exigencias?

La mirada de Evan se oscureció, como si una nube negra cubriera su rostro. Oyó cómo el secuestrador jadeaba por el teléfono, desconcertado por la actitud de Evan.

—No me ando con rodeos con secuestradores. Solo tengan en cuenta que voy a ir por ustedes, dondequiera que estén, en un abrir y cerrar de ojos. Solo espérenme y lo verán.

Colgó el teléfono de golpe, justo cuando escuchó la voz de su prometida detrás de él, acercándose rápidamente.

—¡Evan!

Él se giró.

—¿Qué pretendes hacer?—le preguntó, cruzando los brazos y golpeando el suelo con sus tacones.

Evan le lanzó una mirada amenazadora. No estaba para juegos con Abbey y mucho menos para que le impidiera ir a rescatar a Mont.

—¡Voy a salvar a mi tío!—le mostró el celular, en la pantalla ya estaba parpadeando un punto rojo en medio de un mapa—. Ya sé su ubicación. Ya intuía estos problemas, los hay en todas las empresas exitosas, así que, por sí acaso, coloqué silenciosamente un rastreador en el cuerpo de Mont…

Si fuera otro caso, Abbey se habría reído, sorprendida. Cierto, Evan tenía esa extraña paranoia, que al final, lograba ser verdad. Al fin y al cabo, cuando ella fue secuestrada junto a Darleen, fue Evan quien las encontró por un GPS que puso en ella.

—¿Cómo voy a sentarme a esperar a esos inútiles de la guardia costera?—Evan giró la cabeza mirando el horizonte, solo había agua y más agua alrededor del crucero—. Es inútil detenerme, Abbey. Yo no me voy a quedar…

—No.

La rotunda negación de su futura esposa casi lo hizo perder los estribos, si no fuese porque siguió hablando.

—No es “yo”—Abbey apretó los puños—. Tienes que decir “nosotros” somos un equipo que pronto estaremos casados. ¿No somos una pareja formal, hecha y derecha?—no esperó a que él contestara—. Yo también voy.

Evan abrió y cerró la boca, desconcertado ante la firmeza de su novia.

—No puedes. Es peligroso y…

—¡Entonces con más razón no puedo dejarte ir solo!—lo agarró de las solapas de su traje—. ¡Lo olvidaste! ¡Nosotros somos “los más fuertes” pero estando juntos! ¡Jodidamente juntos! Y no importa lo que pase, no nos separaremos otra vez. ¿Me oíste? ¡Nunca!

El joven CEO volteó la cabeza, muy avergonzado. No estaba acostumbrado al amor agresivo y sano de su novia. Lo hacía volverse loco de amor.

Se sacó la chaqueta, la colocó en los brazos de su amada, cubriéndola, ya que la temperatura bajaría en dónde iban a ir y ella solo traía un vestido de tirantes.

—Cielos, una vez que una idea entra en tu pequeña cabeza ya no puede salir más. Ni siquiera escuchas a la razón—Evan sonrió, encantado con su futura esposa—. Mi novia es muy problemática y terca. La combinación perfecta para volverme loco de amor.

Abbey también sonrió, avergonzada de su ataque de honestidad y amor agresivo. Tomó las manos de su novio entre las de ella.

—Si nos tenemos el uno al otro, nada es imposible, ¿Verdad?

(...)

Stephen comenzó a buscar a sus amos por todo el crucero. Hace unos buenos minutos que no los veía.

—¡Amo! ¡Ama!—corrió, mirando todos los pasillos de la cubierta—. ¿Dónde están?

El sonido de un motor, atrajo su atención a la parte baja del enorme barco. Su boca cayó al piso cuando vio como una moto lancha salía disparada del crucero, cayendo al inmenso mar. Allí, encima de la moto acuática, estaban sus dos amos. Evan y Abbey, abrazados. Yendo a quien sabe dónde.

El agua salpicó por todos lados pero a Abbey no le molestó en lo más mínimo. Fijó su mirada en el horizonte, enfocada en el tío de su novio, para rescatarlo.

—¡Sujétate bien, amor!—Evan tuvo que gritar para que su voz se escuchase por encima del fuerte viento. Estaban yendo a muy alta velocidad para alcanzar la lancha—. ¡No te sueltes por nada en el mundo!

Abbey asintió y se abrazó más a la cintura de su novio. Nada podía salir mal en ese rescate importante e improvisado.











¿Cómo están preciosuras? ¡Según mis cálculos, solo faltan 3 capítulos más para el final! ¡Estén atentos! ¿Creen que improvisado y Abbey en la misma oración si van? 🤣🤣🤣Si hasta las cosas organizadas se tuercen con Abbey en ellas... veremos qué pasa en esta situación.

¡Que tengan un excelente martes! ¡Los quiero mucho! 💖

Su escritora favorita ✨

RZ 🎶💞

El Contrato #2Where stories live. Discover now