Capítulo 42

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Abbey estaba harta de escuchar los chillidos de las chicas cada vez que su prometido entraba en escena. Aunque ella era parte del club de esgrima, no tocaba nunca una espada. Su trabajo consistía en lavar las toallas sudorosas, reponer las botellas de agua vacías y ordenar el almacén. Pero desde que él se unió al club, el gimnasio se había convertido en un hervidero de admiradoras que no perdían detalle de sus combates y sus movimientos. Abbey les lanzaba miradas asesinas, pero ellas seguían con sus alaridos y suspiros.

Evan acababa de derrotar a su rival con un golpe maestro de su sable. Se quitó el casco protector con una sonrisa triunfal, mientras las chicas de la grada le aclamaban con admiración. A pesar del sudor que le empapaba el rostro y el cuerpo por el calor y el esfuerzo, él irradiaba un encanto irresistible.

Abbey lo observaba con fascinación. Él era ardiente y sorprendente. ¿Cómo era posible que no supiera que su prometido era un experto esgrimista?

La noticia de que el CEO Evan Jones se había integrado al club de esgrima se había esparcido como la peste por toda la escuela. Desde entonces, las prácticas eran un hervidero de fans que no se perdían ni un solo movimiento de su ídolo.

—Es increíble—Comentó Mercy, apareciendo junto a Abbey con su sonrisa inocente y una mirada traviesa hacia las chicas enloquecidas—. Evan tiene un magnetismo especial ¿Verdad?

Antes de que Abbey pudiera decir nada, los gemelos se materializaron a su lado, como dos sombras traviesas.

Ryan frunció el ceño, molesto por la interrupción.

—¡Qué fastidio! ¡Eso es lo que son, unos fastidiosos!

Roan soltó una carcajada, divertido por el enfado de su hermano.

—Vamos, no seas mal perdedor—le picó—. ¿No te alegras de que el club tenga tanta vida gracias al joven CEO?

Abbey cortó en seco a Ryan, sabiendo que si le dejaba seguir, no pararía de quejarse en horas. Se volvió hacia Mercy, el chico de aspecto andrógino.

—Mercy, ¿cómo te encuentras?—le preguntó con sinceridad—. ¿Cómo va tu brazo?

—No te preocupes por mí, Abbey. Ya te pedí perdón, fue culpa mía—Mercy le acarició el pelo con ternura—. Estoy bien, de verdad.

—¿Qué?—Abbey y los tres chicos se giraron sorprendidos hacia las chicas, que se habían acercado sigilosamente y acababan de ver a los gemelos y a Mercy. Las chicas soltaron un suspiro al unísono—. ¿Todos los chicos del club de esgrima son tan lindos?

Otra chica se sumó al coro—. ¡Yo también quiero entrar en el club!

Ryan bufó y las ahuyentó con su sable.

—¡Lárguense! ¡Fuera de aquí!—les hizo un gesto despectivo con la mano—. Cierren el pico y déjennos en paz de una vez.

Las chicas se rieron a carcajadas de la reacción de Ryan y salieron de la sala sin hacerle caso.

—No nos asustas, chico gruñón y guapo.

Abbey ignoró la indignación de Ryan al oír ese apodo, porque su atención estaba puesta en su prometido, que estaba arrodillado en el suelo, guardando su equipo en una mochila grande.

Todos los miembros del club de esgrima eran geniales, pero ninguno como su prometido. Su Evan.

Quiso seguir la conversación de Mercy con los gemelos, pero no pudo. Sus ojos se desviaron hacia Evan, que al sentir su mirada, le dedicó una sonrisa con un hoyuelo en la mejilla.

El muy pícaro sabía lo que le provocaba a Abbey.

Entonces, para hacerla sufrir más, Evan movió los labios despacio, sabiendo que ella podía leerlos, a pesar de la poca distancia que los separaba en la sala de prácticas.

—Me-estás-mirando-mucho. ¿Mi-prometida-tiene-hambre? ¿Me-vas-a-comer?

Abbey se puso roja como un tomate, y el rubor le llegó hasta el cuello.

¡Este atrevido! Apartó la mirada, fingiendo escuchar un cuento de Roan. ¡Si sigue mirando a Evan así, seguro que se lo come!

Él está muy rico para ella. Ñam.

(...)

Es hora de empezar el entrenamiento en los dormitorios de la escuela, para estar en forma para el torneo que se acerca.

Por fuera, el dormitorio era igual de deprimente y ruinoso que por dentro. El edificio era de ladrillo gris, con un tejado de tejas rojas que estaba agujereado y descolorido. La fachada estaba llena de grietas y desconchones, y las ventanas estaban tapiadas o cubiertas de tablones. La puerta de entrada estaba cerrada con un candado y una cadena, y tenía un cartel que decía “Prohibido el paso”. El jardín estaba descuidado y lleno de maleza, y había algunos árboles secos y espinosos. El ambiente era sombrío y silencioso, como si nadie se atreviera a acercarse a ese lugar.

Abbey no podía creer lo que veía.

—¿Este es el dormitorio?

Mercy acababa de abrir el candado y los invitó a entrar en su dormitorio de estudiante.

—No te preocupes, no me molesta que sea un poco viejo —dijo el chico andrógino con una sonrisa nerviosa—. Es muy generoso de parte de la escuela dejarme usar este dormitorio. Estoy muy agradecido con ellos.

La prometida de Evan lo miró con sorpresa y curiosidad.

—¡No era eso lo que quería decir!

Se apresuró a aclarar. No tenía intención de ofenderlo ni de criticar el lugar donde vivía.

El dormitorio de Mercy es muy diferente al resto de los dormitorios de la escuela. Por fuera, parece un edificio abandonado y ruinoso, pero por dentro, es un lugar acogedor y confortable. Mercy ha aprovechado las grietas y el moho de las paredes para crear unos murales artísticos, usando pinturas y pinceles. También ha colocado algunas plantas y flores en las ventanas, para darle un toque de color y vida al ambiente. El suelo está cubierto de alfombras y cojines, donde Mercy suele sentarse a leer o meditar.

En la pared, hay un cartel que dice “Bienvenido al dormitorio 13”. Es una broma de Mercy, pues sabe que nadie más quiere vivir en ese dormitorio.

Mercy es un chico muy creativo y original, que no le tiene miedo a nada. Le gusta explorar los lugares más oscuros y misteriosos de la escuela, y descubrir sus secretos. También le gusta el arte y la literatura, y tiene una gran imaginación. Es muy amable y generoso con sus amigos, y siempre está dispuesto a ayudarlos.

Evan soltó un suspiro al oír a Mercy. Por Dios, lo único que quería era volver a su mansión, a su hogar.

—¡Vale, vale! —Abbey les saludó a Mercy y a los gemelos con un gesto torpe que parecía imitar a un militar. Evan contuvo una carcajada. ¿De dónde habría sacado eso? ¿De la tele? —. ¡Haré todo lo posible para que triunfemos!

Evan la observó con escepticismo. Parecía que su prometida se adaptaba rápido a la situación.



Espero que estén bien! Disfruten del capítulo tanto como yo♥️
Estoy orgullosa de ustedes y muchas gracias por todas sus palabras de aliento, no saben lo mucho que significa para mí y lo bien que me hace leerlas ✨

Su escritora favorita ✨🫂

RZ ✨🫂🥰🍒

El Contrato #2Where stories live. Discover now