Capítulo 24

124 16 5
                                    

—Tú—Evan inhaló con fuerza, peinó su cabello mojado hacia atrás mostrando sus ojos—. ¡Eres una tonta!

Abbey parpadeó una, dos, tres veces antes de que vuelva a estallar.

—¡Niña malcriada y una mocosa insufrible!—la respiración iba y venía de forma pesada—. ¡Me hiciste caminar por todo el jodido bosque en plena tormenta y encima en la oscuridad!—el estallido de ira, seguía—. ¡Me sentí tan disgustado cuando sentí mi ropa toda fangosa, sabes!

—Err, yo...lo siento, supongo?...

De verdad, Abbey se sentiría ofendida si no fuera porque la voz de Evan se quebraba con cada oración que decía.

Estiró la mano soltando su linterna—. En realidad sabes, ¿Qué tan preocupado estaba? ¿Lo asustado que me dejaste?

La atrajo hacia sus brazos, apretujandola con firmeza, sintiendo su corazón latente, sabiendo que está viva, está entera, y totalmente consciente.

—¿Cómo? ¿Cómo...?

¿Cómo sabía dónde estaba? No le había dicho ni una sola palabra y menos dejado pistas. ¿Cómo la encontró?

Evan acercó los labios a su frente y los dejó ahí un momento, tratando de marcar su pulso, su calidez, su vida.

Sacó la mitad de su corazón y lo unió con su única otra mitad. Abbey esperó en silencio, mientras veía como su collar encajaba a la perfección.

—Te lo había dicho antes, ¿verdad?

Sujetó del lado de su corazón y ella lo sujetó de su propio lado, automáticamente.

—Tú y yo somos uno. Este collar es la prueba de ello—ninguno sonrió pero se sentía en el ambiente—. Pase lo que pase siempre voy a estar contigo, no importa que tan lejos estés.

Juntaron sus frentes, respirando. Sus alientos tranquilizando a cada uno.

—Aún puedo escuchar tu voz, diciendo mi nombre, llamándome con urgencia.

Abbey respiró profundo y se enfrentó a la realidad. Hubiera dado lo que sea con tal de que el tiempo se detuviera, que su burbuja no estallara nunca, pero ahora mismo, había cosas más urgentes de las cuales preocuparse.

—¡Evan! ¡Sam necesita ayuda!

Después de mostrarle donde estaba con el cuerpo inerte, Evan ni siquiera se detuvo un segundo a pensar.

—¿Puedes caminar, ángel?

—Sí.

—Bien—lo cargó sobre su hombro a duras penas, ya que el susodicho lo pasaba por varios centímetros—. De camino aquí, vi unas luces, parece ser de un pueblo y no está lejos de aquí.

Sólo pudo dar unos pasos antes de detenerse de nuevo.

—¿Evan? ¿Qué pasa?

—Esto no va a funcionar.

Los pies de Sam se arrastraban creando más resistencia al movimiento y como Evan tampoco estaba tan sano no iban a poder llegar así al pueblo. Ya estaba cansado por todo los obstáculos que pasó, esto lo iba a desgastar hasta la muerte.

Sam eligió el mejor momento para medio despertar.

—Necesito que me ayudes, pescador. Vas a impulsarte para subirte por completo sobre mí.

Sam ignoró el apodo ridículo o más bien no tenía la fuerza suficiente para discutir.

—No es bueno que me lleves en tu espalda.

El Contrato #2Where stories live. Discover now