Capitulo 5

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A veces, desearlo con todo el corazón. No es suficiente.

—¡Lo estás haciendo mal! ¡Otra vez!

Alastor se tragó un gruñido de molestia, con un brazo encima de sus ojos. Ya perdió la cuenta de las veces que cayó al piso de parqué, sin poder realizar correctamente su coreografía. Estaba tumbado de espaldas, jadeando de cansancio. Sudaba a mares y la vista ya se le emborronaba.

El coreógrafo gritaba a un volumen que debería ser ilegal y ser considerado polución sonora. Era un sonido peligroso para la humanidad.

Al ritmo de la música moderna lo intentó una vez más, pero como venía haciendo hace una hora, perdió el equilibrio al tropezar con sus propios pies, terminando desparramado en el suelo.

El coreógrafo, ya perdiendo la paciencia se acercó a pasos pesados—. ¡Ya deberías haber perfeccionado este baile! ¡Y lo sabes!

No tenía ni ganas ni fuerza para discutir algo tan obvio por lo que tan solo asintió.

—Es cierto. Lo siento mucho.

—¡Descansa! ¡Con un baile tan mediocre una estrella en ascenso como tú, puede ir en picado más rápido que un pestañeo!

El hombre salió del set de ensayo enfurruñado y hablando entre dientes sobre un trabajo mal pagado o algo así. Mientras que Alastor conseguía una botella de agua y lo tomaba como si la vida le fuese en ello. Se tumbó de nuevo sobre el frío suelo de parquet sin fuerzas en las piernas.

—¿Qué está pasando, Alastor?—Henrick apareció frente a sus ojos, con sus zapatos brillantes y negros, de etiqueta. Totalmente trajeado. Iugh, como detestaba los trajes—. No te estas concentrando en nada y eso que son pasos simples.

Alastor tenía mucho cariño a su mánager, a su representante, un señor regordete con lentes que te hacen ver el futuro de tanto aumento que llevan, pero a veces, en ocasiones como esta, le daban unas ganas tremendas de meterle un calcetín en la boca para que deje de molestarlo, al menos un segundo.

Siguió en silencio tratando de recuperar el aliento y todavía sin dirigir la mirada hacia su mánager.

—Lo entiendo—suspiró —. Desde que la elegiste para que sea tu co estrella en el comercial, supe que esa jovencita iba a ser un problema.

Alastor se mordió la lengua para evitar insultar a alguien mayor que él. Sus padres le enseñaron respeto hacia sus mentores.

—Todo esto tiene que ver con Abbey Howland ¿no es así?

Alastor entornó los ojos hacia su representante. Aunque es cierto que tenía mucho respeto hacia sus mayores, también tenía un orgullo y una imagen que proteger. Y precisamente no era el de él. Abbey se merecía más respeto que cualquier otra persona...

Henrick hizo caso omiso a las dagas visuales que Alastor enviaba hacia su persona—. ¿Recuerdas cuantos años estoy trabajando para ti? Te conozco casi como a mi hijo, Alastor. Es obvio que iba a reconocer una actitud no típica de ti y su probable causa.

—Ella...

—No necesito excusas. ¿Sabes qué su prometido es nuestro mayor patrocinador? ¿Estás consciente de la gravedad del asunto?

Sus dientes chirriaron de tanta fuerza que usó para morderse los dientes y apretar la mandíbula. Era incluso ridículo que lo mencione de esa manera, ¿recordar que es el patrocinador y que de su dinero depende su carrera profesional? Claro, como si eso se tuviera que recordar. Es más, es lo único que corre por su cabeza a todas horas del día.

El Contrato #2Where stories live. Discover now