Capítulo 57

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¡FELIZ NAVIDAD! LOS QUIERO MUCHÍSIMO Y QUE TENGAN MUCHAS BENDICIONES ♥️🌈



—Por cierto, preciosa…—Evan aprovechó que ya tenían las manos entrelazadas, la estiró hacia él y se dejó caer en el sofá. Abbey chilló por el repentino movimiento y porque ahora se encontraba acostada encima del pecho de su prometido—. Un beso en la mejilla no será suficiente para mantenerme despierto.

—¿Eh?—Abbey subió ambas cejas.

—Dame algo más sustancioso—el joven CEO sonrió y rozó sus dedos encima de los labios de su novia—. Un beso más profundo.

Abbey se encendió de pies a cabeza. Se volvió el sol, de tan roja que estaba.

—¡Por qué tengo que hacer algo así!

—Porque solo así me quedaré despierto, y eso es lo que quieres ¿No?

—Estás siendo tramposo…

Evan soltó una risa—. Toma responsabilidad por lo que dijiste. Después de todo, tú eres la mayor.

Abbey giró los ojos. ¡Él solo la trata como mayor cuando le conviene!

Se removió encima de él y apretó los puños. Bien, vale, solo es un beso. Nada del otro mundo, ¿Verdad?

—¿Puedes…abrir tu boca, solo un poco?

Hizo lo que le pidió, pero con un leve estremecimiento. Su prometida lo iba a besar.

—¡Tus ojos! ¡Cierra tus ojos!

El CEO inmediatamente siguió la orden, pero no sin antes quejarse.

—Tú pides mucho—chasqueó la lengua.

Abbey se quedó un rato observando la belleza de su novio, luego poco a poco comenzó a besarlo, dándole besos chiquitos aquí y allá, luego subiendo a sus labios y cuando abrió la boca para darle el mejor beso de todos…se dio cuenta de que Evan no respondía.

—¿Qué?—una leve indignación subió por su espalda. Le pinchó el cachete, pero ni aún así despertó—. ¡No te duermas cuánto te estoy besando! ¡Tú…me haces hacer cosas vergonzosas!

Quiso bajarse de encima de él, pero no lo soltaba, así que con un suspiro se acostó a su lado.

—Acabas de cerrar los ojos pero ya estás completamente dormido. ¿Qué tan cansado estabas?

A ella de repente también le entró el sueño y poco a poco cerró los ojos soñando con su vida ideal. Casándose con el amor de su vida, Evan sonriéndole mientras la cargaba fuera de la iglesia y después ambos corriendo hacia la carroza de recién casados para escapar de los paparazzis.

Se convertirá en su amada esposa, no importa qué si solo era un sueño. No importa qué, no va a soltar las manos que no la dejaron ir desde un principio.

(...)

—Ugh—Evan se estremeció, molesto por el sol que entraba por la ventana y le daba en la cara. Abrió los ojos y se levantó de un salto, recordando que no había terminado su trabajo de anoche—. Oh, maldita sea, me dormí. Yo…¿Qué?

Abbey roncaba a su lado, sin darse cuenta de que el lugar donde estaban no tenía nada que ver con el que solían despertar. Ese no era su cuarto.

Miró, frotándose los ojos una, dos, tres veces para asegurarse de que no estaba soñando. El sitio donde estaban era un estudio, la cocina, el salón, el dormitorio, todo en el mismo espacio, un espacio que parecía a punto de derrumbarse. Era una casa vieja y deteriorada, de las que usaría alguien con muy pocos recursos. Se quejó al notar el dolor en el coxis, tocando el colchón se dio cuenta de que era uno fino, tan fino que le dolería la espalda hasta a un árabe acostumbrado a dormir en clavos.

¿Qué demonios? ¡Dónde estaba su mansión!

La casa era un desastre. El techo tenía algunos agujeros por los que se colaba el polvo y la luz, las paredes estaban desconchadas y llenas de grietas, el suelo era de madera vieja y crujía con cada paso. La cocina era un rincón con una estufa vieja, un fregadero oxidado y una nevera que no funcionaba. El salón era una zona con un sofá roto y manchado, una mesa de centro llena de revistas y una televisión que solo emitía estática. El dormitorio era una esquina con un armario vacío, una cómoda sin cajones y un colchón fino y desgastado sobre el que yacían Evan y Abbey, sin sábanas ni mantas. La casa era un lugar triste y deprimente, que no se parecía en nada a la mansión de lujo donde vivían.

—¡Abbey, despierta!—gritó Evan, zarandeando a su novia que dormía plácidamente en el colchón raído, mientras sentía un nudo de terror en el estómago—. ¡Vamos, despierta ya!

—¿Qué pasa? ¿Qué hora es?—murmuró Abbey, incorporándose y frotándose los ojos.

—¡Mira a tu alrededor! ¡Esto no es mi habitación, es un tugurio!

—¿De qué hablas?—bostezó Abbey, tumbándose de nuevo y mordisqueando el borde de su vestido—. Mmm, huele a crepé de chocolate, qué rico…

Evan se exasperó—. ¡Estás soñando, Abbey! ¡Despierta de una vez!

En ese instante, oyeron unos pasos que se acercaban por el pasillo. Abbey se espabiló y Evan la rodeó con sus brazos, dispuesto a defenderla de lo que fuera.

La puerta se abrió con un chirrido.

—¿Oh?—se asomó por la puerta, un hombre de traje impecable, rodeado de varios guardaespaldas. Abbey notó que sus ojos eran fríos y astutos—. Veo que por fin han despertado.

Evan se quedó boquiabierto.

—Cuánto tiempo, Cameron.

Abbey frunció el ceño. ¿Cameron? ¿Cómo ese extraño sabía el segundo nombre de Evan? ¿Qué tenía de especial ese hombre? Pero lo que más le impactó fue ver a su novio levantarse y postrarse ante el desconocido.

—Es un honor recibirlo en nuestro país, tío.

¿Qué? Abbey parpadeó, atónita. ¿Tío?

El supuesto tío alzó la mano y ella se estremeció. Le recordaba a cuando Evan había perdido la memoria y su madre lo manipulaba a su antojo.

Pero el tío solo le revolvió el pelo a Evan y soltó una risa jovial.

—¡No seas tan formal, chico! ¡No soy tan viejo! ¡Ponte de pie!—Evan obedeció pero el tío siguió despeinándolo—. ¡Sigues siendo tan bajito como siempre!

Abbey no daba crédito. ¿Ese hombre era el tío de Evan?

—Así que tú eres Abbey?—el tío clavó sus ojos sagaces en ella, haciendo que Abbey se sobresaltara un poco.

—¡Encantada de conocerte!—le tendió la mano, esperando un saludo cortés, porque Abbey no pensaba arrodillarse ante él.





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RZ ♥️

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