Capítulo 38

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—Te lo prometo, mi dulce gatita —Evan rozó suavemente el borde inferior de los labios de su prometida—. No puedo comprender el increíble poder que posees para encantar a todos, incluyéndome a mí.

Los ojos de Abbey se entrecerraron debido a la inmensa sonrisa que iluminaba su rostro.

—¿Crees que tu yo del pasado se sorprendería al saber que estás enamorado de una mujer común como yo?

El joven director ejecutivo echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.

—Sin duda, si viajara al pasado, mi antiguo yo se burlaría de mí sin descanso.

—¡Probablemente parezcas más alto que tu versión pasada!

Evan comenzó a hacerle cosquillas.

—¿Te estás burlando de mí, traviesa?

Abbey se retorcía entre risas, llenando el espacio cerrado con su alegría.

Poco a poco, Evan dejó de hacerle cosquillas a su novia y contempló sus mejillas sonrojadas por la risa y sus ojos brillantes, rebosantes de vida. Sí, definitivamente se reflejaba en esos hermosos ojos color café.

No podía mantener las manos quietas, un instinto profundo lo impulsaba a acariciar a su Abbey.

—Es tu sonrisa. Tu sonrisa es la magia que atrae a las personas.

El CEO mismo hizo una mueca, como si hubiera chupado un limón.

—No, definitivamente no. Ese poder tuyo solo lo quiero para mí. Úsalo solo conmigo.

—No exageres...

Evan silenció a su amada con un beso.

El tiempo se detuvo en un instante mágico cuando los labios de Evan se encontraron con los de Abbey. Fue un beso cargado de emociones intensas y puras, capaz de eclipsar cualquier otro momento. En ese preciso instante, el mundo entero se desvaneció, dejando solo a los dos amantes inmersos en un universo propio.

El contacto suave y cálido de sus labios fue como el encuentro de dos almas que se buscaban desesperadamente. Fue un beso que trascendió las palabras, llevando consigo una cascada de sentimientos que fluían libremente entre ellos. Cada roce de sus labios era una promesa susurrada al viento, una declaración de amor eterno que se fundía en el aire.

En ese momento mágico, Evan y Abbey se perdieron en un torbellino de sensaciones, olvidando el mundo exterior y sumergiéndose en la profundidad de su amor mutuo.

—Yo también te quiero.

Abbey parpadeó varias veces para recuperar la lucidez después de ese arrollador beso y tratar de asimilar la frase que su prometido le había dicho.

—¿Qué?

—Te quiero. Te quiero tanto que mi alma es tuya, no solo mi corazón.

La rubia se quedó sin palabras. Era la primera vez que su prometido le decía cosas tan hermosas como esa. Era la primera vez que se abría así ante ella y le fascinaba.

Tampoco esperaba que él correspondiera a su confesión de que lo quería con locura. Se sentía tan feliz que no lo podía creer.

De repente la alarma de su celular sonó y apartó a su novio para liberarse.

—¿Pusiste la alarma?

—Sí, lo hice—se ajustó el escote del vestido de novia—. De algún modo intuí que no querrías que volviera al trabajo así que aproveché.

Le sacó la lengua y corrió hacia la puerta. El joven CEO sonrió. Ah, su querida novia, tan encantadora como siempre.

—Me volveré a poner el disfraz y te alcanzo ¿Vale?

El Contrato #2Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum