Capítulo 33

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Abbey mientras iba caminando se limpiaba el polvo del uniforme, algo molesta.

¿Por qué tenía que ser tan torpe y tropezarse en frente de todos?

En esa escuela en dónde solamente pueden asistir hijos de familias súper prestigiosas…bufó mientras seguía acomodando su cabello desarreglado por la caída.

Normalmente ella se reiría de sí misma si se cayera de manera tan estrepitosa como hace solo unos minutos atrás frente a las personas.

Pero ahí todos son orgullosos, elegantes y ella…

Se sentó en su lugar, en su pupitre y estiró la espalda, formando un ángulo recto, incómoda, siendo la única en estar sola en el aula. Los demás estaban en grupitos y con amigos ya establecidos.

¿Dónde estaban sus mejores amigas?

Extrañó con el alma a loca Lucie y a la tranquila Camille, sin embargo, ayer le dijeron por videollamada que llegarían probablemente tarde al día siguiente en el colegio ya que aún no habían llegado a sus casas ese día, y ahora, Abbey las estaba extrañando muchísimo.

Pero, al menos llegarán más tarde, esa era la esperanza de la joven rubia.

Se desplomó sobre la mesa de escritura, sintiéndose terrible, si seguía de esa manera, solamente tendría de amigas a unas amigas que ya conocía de antes y no haría nuevos amigos en esa escuela de ricachones.

—Odio esto…—susurró, abatida—. Me pasé todos los días de vacaciones…

Una sonrisa tímida apareció en su rostro. Evan, quien no está acostumbrado al campo, a una isla lejos de las tecnologías, se llevó bien con todos los amigos que Abbey tiene allí, con sus amigos de infancia. Así que ella también, ella también dará lo mejor de sí misma para poder ser mejor para él, así como él se ha esforzado tanto para ser mejor para ella e incluso recibir la bendición de la abuela.

Que prometido más increíble tiene a su lado. Es bastante afortunada.

(...)

La profesora comenzó a hablar leyendo un papel en sus manos, así que cerró su mente a cualquier pensamiento y prestó atención. Sus amigas que estaban ya sentadas a su lado, también hicieron lo mismo.

—Bueno, es hora de hablar del festival escolar que ya está a la vuelta de la esquina, así que daré los detalles…

Abbey inmediatamente se animó. ¿Festival escolar?

—¿Festival escolar?—Camille hizo eco de su pensamiento, solo que con una mueca de disgusto—. ¿Por qué harían un festival escolar a casi mitad de año?

—¡Calla, Cami, no me dejas escuchar!—Lucie comenzó a dar pequeños botes en su pupitre, también emocionada como Abbey—. ¡En un festival siempre hay cosas muy divertidas!

Abbey asintió varias veces, apoyando la idea de Lucie.

¡Es su gran oportunidad para hacer más amigos!

Además de que habrá muchas tiendas de comidas, tortillas, crepes, juegos interactivos, casas de fantasmas…etc.

¡Los días en la escuela van mejorando para cada uno!

—En cuánto al programa…—la profesora continuó—. Será el mismo cronograma que el año pasado, haremos una gran exposición sobre mapas e historia de nuestro país.

Tanto Abbey como Lucie se desmayaron en sus asientos, bajo la mirada hastiada de Camille.

Sus ojos decían "son unas dramáticas" fuerte y claro.

Como era de esperarse de una escuela tan prestigiosa, está más allá de las expectativas de ellas.

La profesora, ajena a sus dilemas, siguió:

—Veamos, lo siguiente en la lista a tratar es…

Rápidamente y bajo las miradas incrédulas de Camille y Abbey, Lucie levantó la mano.

La profesora interrumpió su lectura, subió una ceja y suspiró, intuyendo solo problemas del trío de chicas nuevas en la institución.

—¿Quieres decir algo, Lucie?

—¿No podemos hacer alguna otra actividad?

Eso sí que la adulta no se lo esperaba de una de sus alumnas más hiperactivas de su clase, ya que subió ambas cejas hasta el nacimiento de su cabello, casi fundiéndose en uno solo.

—¿Otra actividad?

Asintió varias veces, enérgicamente.

—Sí, ya sabe, una actividad más acorde…a la juventud.

La profesora frunció los labios, claramente disconforme con ese consejo.

—Señorita Lucie, esta actividad es perfecta para los jóvenes de hoy en día, para que no olviden el suelo que están pisando y la historia detrás de ella—los demás alumnos casi hicieron un coro de "buuuhh" por lo que la adulta carraspeó, retomando—. Además, no escucho que nadie esté ideando una mejor propuesta sobre alguna actividad…

Fue el turno de Abbey de saltar de su asiento, poniéndose de pie de, rápidamente.

—¡Yo! ¡Yo tengo una idea, profesora!

—¿Qué es?—preguntó pacientemente, dando mérito increíble a su formación como docente y la paciencia que tiene para aguantar a los alumnos.

—¡Hacer un café de disfraces lindos!

La profesora abrió y cerró la boca, algo incrédula, algo confundida.

—¿Disfraces bonitos…?

Todos sus compañeros la estaban mirando, por lo que se sintió cohibida de repente.

—Todos podemos hacer los disfraces que más nos gusten para poder atender el café—subió los hombros, tratando de enumerar en su cabeza—. Los disfraces podrían ser de halloween, sobre piratas, sobre películas de terror o hasta incluso, personajes de anime y cosas así!

Los demás seguían sin decir nada, por lo que tuvo que ponerle más esfuerzo a su argumento.

—¡Con muchos disfraces y muchas personas, será divertido!

La mayoría de los compañeros la miraron como si abbey estuviera loca, otros la ignoraron mientras otros la miraban, aburridos.

Los cuchicheos luego de unos segundos, no se hicieron esperar.

—Bueno, yo no sé nada de anime, así que no estoy muy seguro al respecto…

Una compañera asintió —. Yo tampoco. Además, ¿Por qué tenemos que hacerlos nosotros mismos? Suena a demasiado trabajo.

—La preparación, el trabajo y lo demás…—un compañero sonaba ridículamente confundido—. ¿No son trabajo de plebleyos? ¿Por qué lo haríamos entonces nosotros?

Otro compañero se unió a la conversación.

—Yo tampoco estoy interesado en los disfraces. No quiero ocultar que pertenezco o que vengo de una familia bien acomodada con varios bienes que mostrar al público.

El trío de amigas, cuando más escuchaban, más no entendían la situación y Camille se comenzaba a enojar. ¿Qué carajos?

Un compañero, que estaba mirando todo desde un lado del aula, cruzó las piernas elegantemente masculinas, recostó la mandíbula contra su mano y miró directamente a los ojos de Abbey.

—Eres Abbey, ¿Verdad?—Que egocéntrico, todo en su voz denotaba que estaba acostumbrado a que la gente lo escuche y acate sus órdenes sin rechistar—. No me gusta estar diciéndotelo pero, no comprendemos lo que la gente de clase baja está pensando o quiere hacer.

¿QUÉ?









Dije que me iba a esforzar el doble y lo estoy intentando, si?

Muchos besos y abrazos 💝

Su escritora favorita ✨🫂

RZ ♥️♥️♥️🥳

El Contrato #2Where stories live. Discover now