Se supone que tras la muerte de la "Señora R" los problemas deben de ir disminuyendo y los autoproclamados "Reyes de la Economía mundial" mejor conocidos como los Jones‐ en donde Abbey ya forma parte- simplemente deberían de disfrutar de la vida de...
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Evan tembló y abbey siguió arrasando todo con su lengua. No podía pensar, no podía articular ningún argumento válido para detener su preciosa boca. Ni siquiera podía recordar porqué quería que su prometida parara.
-No te vuelvas a burlar de mí-Evan jadeó, totalmente tensionado como el hilo de un arco estirado. Listo para venirse en cualquier momento-. ¡Ya me he preparado para pasar toda mi vida a tu lado!
-M-me voy a ve..nir-Quiso apartar a su prometida, sin embargo Abbey palmeó la mano que la quiso detener y succionó con más fuerza.
Evan gimió largo y duro cuando el orgasmo lo superó. Sujetó el cabello de abbey para anclarse a algo y no salir volando del mundo terrenal.
Con los ojos entrecerrados vió como el amor de su vida seguía lamiendo su miembro, gimió de nuevo cuando se volvió a endurecer y por el brillo en sus ojos se dió cuenta de que su prometida iba a hacer lo mismo.
Con rapidez la apresó debajo de su cuerpo, la miró seriamente.
Abrió la boca para decir algunas palabras sin embargo Abbey lo calló con un beso.
-No lo entiendes, Evan. En el futuro podría ser algo insegura e incluso llorar cuando exista un momento doloroso, pero-Sonrió acunando la mejilla de un atónito y conmocionado Evan. Las emociones lo estaban sobrepasando-. Aunque fueran 300 veces, aún seguiría riendo a tu lado, cariño.
Soy un grandísimo idiota, a pesar de que no puedo alejarme de ella...
Fué el turno de Abbey de gemir. Evan estaba tomando el mando del beso atronador y demoliendo cada hueso de su cuerpo. Abbey quebró el beso, jadeante, en busca de un poco de aire.
-Realmente no soy rival para ti, ¿eh? Pequeña Ángel.
La abrazó con fuerza.
-No te voy a dejar de lado nunca más. Aunque tú quieras alejarte de mí, no puedes echarte hacia atrás. Hasta el fin del mundo te iría a buscar, de mi, no vas a escapar.
Con besos, lamidas, succiones, la ropa fue quedando atrás y esparcidas por todo el camarote.
Si las cuatro paredes pudieran hablar, dirían emocionadas las palabras de amor y susurros valientes que los dos amantes dijeron en su nido de amor.
Abbey secaba su cabello con una toalla que Stephen había conseguido para ambos. Su mirada recorrió el horizonte, mientras estaba sentada al borde del barco.
Abrió y cerró la boca en cuanto su mirada se topó con un ancantilado muy familiar.
-Este es el lugar de la leyenda...
Suspiró y sonrió.
-Al final no encontré la piedra que aparecería con el amor de tu vida, pero conocí a Evan y eso, es lo más cercana que voy a estar del cielo y el amor.
