Capítulo 62

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El sol brillaba sobre la estación de servicio, que rebosaba de movimiento. Los autos se amontonaban en las bombas, pero nadie quería ser atendido por otro que no fuera uno de los tres nuevos empleados. Eran tres hombres jóvenes, atractivos y carismáticos, que habían revolucionado el lugar con su presencia.

—Por favor, llénelo como siempre—pidió una mujer desde el asiento del conductor, mientras sus amigas la acompañaban en el viaje de vacaciones. Bajó la ventanilla y se encontró con tres pares de ojos que la miraban. El que sostenía la manguera era el más llamativo: tenía una belleza andrógina, con rasgos delicados pero varoniles.

—Será un placer, señoritas—dijo él con una sonrisa seductora, mientras se ajustaba el sombrero. Sus compañeros, Ryan y Roan, se encargaron de llenar el tanque.

Las tres mujeres se ruborizaron y soltaron un grito ahogado. Se sentían afortunadas de tener la atención exclusiva de los tres galanes. Aprovecharon para cuchichear y sacar fotos con el celular.

—¿Qué les dan de comer a los empleados de este sitio? ¡Son todos unos bombones!

La que estaba en el medio no paraba de disparar la cámara.

—¡Ese chico con cara de ángel es una delicia!

Así seguían los comentarios durante todo el día, mientras los tres trabajadores se esforzaban por atender a la clientela. Hasta que el gerente se acercó a ellos con una expresión de satisfacción.

—Les estoy muy agradecido, muchachos. Desde que llegaron, el negocio ha crecido mucho. Ahora tenemos clientas y clientes de todo tipo.

Mercy asintió con orgullo.

—Gracias a usted, gerente. Somos un gran equipo.

El gerente sonrió y chasqueó los dedos.

—¡Ah, casi se me olvida!—se dio la vuelta y gritó—. ¡Ven aquí, te voy a presentar a tus compañeros!

Una mujer salió de la oficina, cabizbaja. Llevaba el uniforme de la estación de servicio, con una gorra que le tapaba el rostro.

—Desde hoy, tienen una nueva compañera de trabajo—el gerente señaló a la recién llegada, justo cuando ella levantaba la cabeza para verlos—. Salúdenla, conózcanla y muéstrenle el lugar.

—¡Hola, soy Abbey! ¡Encantada de conocerlos! ¡Voy a dar lo mejor de mí!

Roan, Ryan y Mercy se quedaron boquiabiertos al reconocer a su vieja amiga. Abbey también los miró con asombro.

—¿Abbey?—Mercy no daba crédito.

—¿Mercy?—Abbey escaneó a los tres hombres—. ¿Ryan y Roan también están aquí?

(...)

Se alejaron del ruido de la gasolinera y se metieron en la parte de atrás, donde podían conversar tranquilamente sin interrumpir a los clientes que iban y venían. Allí había una mesa con unas sillas de plástico, donde solían descansar y tomar algo cuando tenían un rato libre.

—¿Cómo has dicho?—Mercy escupió el refresco que estaba tomando al enterarse de la noticia y se limpió la boca con la manga. No podía creer lo que acababa de oír—. ¿Te has ido a vivir a un cuchitril con Evan? ¿Tanto que es un monoambiente?—se llevó una mano a la boca, con falsa lástima—. Ay, el karma pega duro y se lo merecía… ¡Quiero decir! Pobre de él y pobre de ti…

Ryan y Roan, que estaban a su lado, se partieron de risa al oír su comentario sarcástico. Ellos conocían bien a Evan, el novio de Abbey, y sabían que era un tipo arrogante y presumido, que siempre se jactaba de tenerlo todo bajo control, aunque ahora se habían hecho una especie de amistad especial desde los últimos acontecimientos. Pero al parecer, las cosas no le iban tan bien como decía.

—Sí, sí, lo entendemos—Roan dio un golpe en la mesa con la palma de la mano mientras Ryan se agarraba el estómago, que le dolía de tanto reírse—. ¡Jajaja, es verdad! ¡Evan se lo busca! Que sepa lo que se siente ¿Eh? ¡Probar su propio veneno!

Abbey hizo una mueca ante la actitud tan infantil de los tres hombres que tenía delante. Ella sabía que solo bromeaban, pero no le hacía gracia que se metieran con su relación. Quería a Evan, a pesar de sus defectos, y estaba dispuesta a apoyarlo en las buenas y en las malas.

—Así que para echarle una mano económicamente…—Roan sonrió con ironía, subiendo solo una comisura de sus labios—. ¿Te has buscado un trabajo de media jornada?

Ryan puso una cara de desaprobación, disgustado con la decisión de su amiga. Se recostó en la silla y se cruzó de brazos detrás de la cabeza.

—Hay trabajos más fáciles que una chica puede hacer ¿No crees?—le sugirió con un tono insinuante.

Abbey se ajustó el cabello bajo la gorra del uniforme. No le gustaba que le hablaran así, pero tampoco quería discutir con ellos. Ella había elegido ese trabajo porque le parecía honesto y digno, y porque le permitía ganar un dinero extra para ayudar a Evan con el alquiler y los gastos.

—Pues sí, pero este trabajo paga mejor por hora—les explicó con paciencia—. Además, no es tan malo. Me gusta estar al aire libre y conocer gente nueva. Aprenderé muchas cosas sobre los coches y el mantenimiento. Y me llevaré bien con mis compañeros y los clientes.

—¡Eh, la nueva!—la voz de uno de sus compañeros la llamó desde el frente de la oficina. Era el jefe de ese turno, que le indicaba que tenía que atender a un cliente que acababa de llegar. Ella se levantó de un salto.

—¡Ya voy!—se encaminó hacia allí, pero se detuvo un instante para terminar la conversación con sus amigos. Se volvió hacia ellos y les dijo con una sonrisa—. Pero lo más importante es...—sonrió con orgullo, mostrándoles lo feliz que estaba de apoyar a su futuro esposo—. ¡Que la persona que amo está dando lo mejor de sí y esforzándose al máximo!—levantó los hombros con entusiasmo, aún con la sonrisa radiante en el rostro—. ¡Así que no puedo quedarme de brazos cruzados!

Los tres hombres se quedaron boquiabiertos y ruborizados por la belleza de Abbey, que no solo era externa, sino también interna, porque no muchas chicas trabajarían de esa forma para su novio como ella lo estaba haciendo. Se dieron cuenta de que Abbey era una chica especial, que valoraba el amor por encima de todo, y que no se dejaba influir por las apariencias ni por el dinero.

—Por favor, les pido una cosa más—los miró a todos fijamente a los ojos para que vieran que no bromeaba—. Evan no tiene ni idea de este trabajo, así que les agradecería que lo guardaran en secreto ¿De acuerdo?

Abbey no les dio tiempo a responder, se marchó rápidamente hacia donde la llamaban. Tenía que hacer su trabajo bien, para que el jefe no se enfadara y no la despidiera. No podía arriesgarse a perder ese ingreso, que era vital para ella y para Evan.

Los tres hombres suspiraron al unísono cuando la joven rubia desapareció de su vista. Fue Roan quien expresó el pensamiento que los tres compartían y que resonaba en sus mentes.

—Ahora entiendo un poco mejor los sentimientos de Evan.

Pero la tormenta no se detiene ni se apiada de nadie. Solo hay dos opciones: vencer o morir.









Solo les quiero decir que disfruten mucho estos capítulos de rositas y más arcoíris, porque ahora ya se viene la tormenta.

Cuidense mucho, hagan ejercicio, tomen awita.

Recuerden que estoy muy orgullosa de ustedes.

Su escritora favorita 💅

RZ 💜💜🫂

El Contrato #2Where stories live. Discover now