Capítulo 17 - Prueba

21 6 0
                                    

En una de las calles de la ciudad, un hombre era perseguido por una horda de infectados. Para defenderse tenía solo una escopeta, pero esta se había quedado sin balas; el hombre solo podía huir, y tratar de llegar a un lugar seguro; corrió y se escondió tras una pared, pero la horda aún seguía tras sus pasos; solo atinó a quedarse lo más callado posible, pero la horda se iba acercando cada vez más hacia él; justo cuando estaban a punto de encontrar al hombre, fue ahí que un tipo que tenía puesta una máscara anti gas, lanzó una granada hacia un auto cercano, que al momento de explotar hizo que la alarma del auto se activara, llamando la atención de los zombis, logrando que se alejaran del hombre; luego el enmascarado saltó del balcón en el que estaba; el hombre al verlo le dijo:

—Muchas gracias amigo, si tú no hubieras estado aquí ellos me habrían devorado.

—Tranquilo, pero la alarma no los mantendrá ocupados por mucho tiempo, hay que irnos de aquí —contestó el sujeto de la máscara.

—Sí, tienes razón, mejor hay que ponernos en un lugar seguro.

El enmascarado notó como el tipo al que salvó tenía una bolsa, al verla un tiempo, le preguntó al hombre:

—Oye, sé que no es de mi incumbencia, pero, ¿qué traes en la bolsa?

—Salí de mi refugio para buscar un poco de comida para mi esposa y mi hija, pero no encontré mucha, lo único que conseguí fue que una horda de zombis me persiga.

El enmascarado se quedó callado un momento y luego le dijo:

—Así que no encontraste mucha comida... sabes... yo tengo mucha comida en mi refugio, podría darte un poco para ti y tu familia si me acompañas para allá.

—Amigo, gracias por tu ayuda, pero no puedo aceptarlo, esa es tu comida, tú la conseguiste con tu esfuerzo, no te preocupes por mí.

—Tengo demasiada comida, tanta que incluso creo que es mucha para que se acabe solo con una persona, te puedo dar al menos un poco para tu familia.

—¿Estás seguro?

—Completamente.

—Pues muchas gracias amigo, en serio te lo agradezco.

El enmascarado lo llevó hasta su refugio que se encontraba bajo tierra. El lugar tenía un aspecto parecido al de un búnker, lo que llamó un poco la atención del hombre. Cuando estuvieron dentro, este último le dijo:

—Tu refugio es algo raro. ¿Aquí vivías antes?

—No, vine aquí para refugiarme de los infectados; me pareció un buen lugar para sobrevivir.

—Esto sí se ve un lugar perfecto para sobrevivir, parece como si esto hubiera sido un laboratorio para hacer experimentos y esas cosas de científicos.

—Sí, tienes razón, se parece. Acompáñame, aquí dentro tengo la comida.

El enmascarado lo llevó a una sala cerrada, donde efectivamente tenía demasiada comida y agua, una habitación repleta de ambas. El hombre se sorprendió y le dijo al enmascarado:

—Sí que tenías mucha comida.

—Toma la que quieras para tu familia, ya ves que a mí no me hace falta.

—Muchas gracias, amigo.

Mientras el hombre tomaba las latas de comida y botellas de agua, el enmascarado no dejaba de verlo, lo que hizo que el hombre se sintiera algo incómodo, al mismo tiempo que pensaba como era posible que una persona había conseguido tanta comida en tan poco tiempo de que había comenzado el apocalipsis. Parecía que el hombre siempre supo lo que pasaría y se preparó antes que todo se saliera de control, pero antes de que pudiera seguir pensando, el enmascarado le dijo:

—Tengo más comida en otra habitación.

El hombre ya pensando que algo raro ocurría con el tipo, se negó de manera nerviosa.

—No, ya no se preocupe, con lo que tengo es suficiente para alimentar a mi esposa e hija por mucho tiempo.

—¿Estás seguro? Por mí no hay ningún problema de que te lleves un poco más.

—No, ya es suficiente, tampoco quiero quitarle mucha comida.

El enmascarado lo miró unos segundos en silencio y luego le dijo:

—Está bien, si eso quiere.

—Igual muchas gracias otra vez, por salvarme la vida y por la comida.

—No hay de qué, lo llevaré a la salida entonces.

—Sí, gracias.

El enmascarado lo llevó por un pasillo algo oscuro, el hombre le dijo entonces:

—¿La salida no era por otra parte?

—Lo traigo por la puerta trasera, por ese lugar no hay muchos zombis, por lo que podrá llegar más rápido a su casa si va por aquí.

—Está bien...

Al final del pasillo vio unas escaleras de mano hacia el techo, pero antes que el hombre pudiera salir, el enmascarado lo tomó del brazo y le dijo:

—Antes le daré algo para que se pueda ir más seguro.

El enmascarado sacó una escopeta cargada y se la dio al hombre.

—Para que te defiendas de los infectados —dijo.

—Gracias, ahora sí me retiro —contestó el hombre ya muy nervioso.

El hombre estuvo a punto de tomar la escopeta, fue cuando el enmascarado la levantó y le dio un golpe en la cabeza lo suficientemente fuerte como para dejarlo desmayado. Poco a poco el hombre comenzó a recobrar la consciencia, ahí que se dio cuenta que estaba encerrado en una capsula de vidrio. Confundido, lleno de rabia y miedo, el hombre golpeaba el vidrio de su prisión mientras le gritaba a su raptor:

—¡¿Qué has hecho?! ¡¿Dónde estoy?! ¡Sácame de aquí!

—Lo siento, pero lamentablemente no podré dejarte ir.

—¡¿Qué dices?!

—Te necesito para hacer una prueba con respecto a algo en lo que he estado trabajando.

—¡No lo entiendes! Mi esposa y mi hija, si no llego pronto podrían morir de hambre, o peor, se preocuparán y saldrán a buscarme y los zombis se las comerán. ¡Déjame salir!

—Qué lamentable historia la que me cuenta, en serio, casi pude soltar unas lágrimas, pero lamento informarte que nunca saldrás de aquí, ahora me perteneces.

—¡No, por favor sácame de aquí, no lo entiendes!

—Tienes razón, no lo entiendo, y justamente por eso es que no te dejaré ir, jamás.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now