Capítulo 9 - Millonario

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A esas altas horas de la noche, en uno de los departamentos más lujosos y caros de la ciudad, se encontraba un joven llamado José. Este chico era dueño de una gran empresa de mucha importancia a nivel internacional. Esta empresa se le fue heredada por sus padres, los cuales fallecieron en un accidente aéreo de avión cuando se dirigían a una conferencia en otro país. El móvil que transportaba a los que en ese entonces eran los dueños de la empresa, sufrió un desperfecto en sus motores y terminó estrellándose contra el océano, y según las autoridades encargadas de la búsqueda, nunca se encontraron sobrevivientes del accidente; el joven tenía una hermana menor, ambos se salvaron de tener el mismo destino que sus padres y morir, debido a que a ellos nunca los llevaban a las conferencias de trabajo al extranjero, ya que se quedaban estudiando en la secundaria y solo viajaban con sus padres cuando se trataba de viajes familiares en las vacaciones de verano, fines de semana o feriados largos. Debido a este hecho y al ser mayor que su hermana, el joven tuvo que encargarse de la empresa apenas terminando la secundaria, esta vino con demasiadas responsabilidades las cuales, al principio hicieron pensar a José que él no estaba listo para tener todo ese cargo bajo su mando, y pensó en darle quizás el puesto de gerente general a alguien más capacitado y con mucha más experiencia laboral que sí pudiera con toda esa responsabilidad, pero luego terminó por acostumbrarse a todo y en solo un año, él como gerente sacó adelante a la empresa, convirtiéndola en una mucho más importante, posicionándola en los más altos puestos, a diferencia de los puestos en los que estaba anteriormente.
A esas horas de la madrugada, José se encontraba terminando un informe muy importante para la empresa, mientras coordinaba con uno de sus trabajadores por su teléfono.

—Solo acabaré el informe y me iré de vacaciones, ya he trabajado bastante y creo que merezco un descanso.

—Creemos lo mismo señor, se ha esforzado mucho en este último año para hacer sobresalir a la empresa usted solo.

—Entonces mañana al salir de mi conferencia con los inversionistas extranjeros haré mis maletas y me iré de vacaciones.

—Señor, de eso le quería informar, los inversionistas cancelaron la reunión y decidieron posponerla para otra ocasión, pues dos de ellos decían haber contraído ese virus del que todos hablaban últimamente y se encontraban internados en clínicas.

—¿Enserio? Bueno, lastima por ellos, entonces solo acabaré mi informe, te lo envío ni bien lo termino y mañana mismo tomo un avión a alguna playa o cualquier lugar para irme a descansar.

—Esa sería una buena idea señor, pero creo que tendrá inconvenientes con eso, ya que empezaron a cerrar los aeropuertos para evitar el contagio del virus a otras ciudades.

—¿Es en serio?

—Sí señor, lo avisaron por los medios.

—Es que no me gusta ver mucho la televisión o escuchar radio.

—Ah ya veo.

—Entonces tendré que esperar un poco a que todo esto se calme para que finalmente pueda viajar tranquilo.

—Eso parece señor.

—Por ahora mientras que pasa esto del virus, creo que mejor me enfocaré en otras cosas, como cambiarme de casa, este departamento ya se me hace muy pequeño.

—Esa también es una buena idea señor, pero por el momento no lo molesto más, hablaremos mañana.

—Sí, tienes razón, ahora solo me enfocaré en terminar mi informe.

No pasó mucho tiempo hasta que el informe estuviera terminado, por lo que José se lo envío a su trabajador para él se encargara de hacer su parte, entonces ya había acabado con todas sus preocupaciones, cuando de repente se dio cuenta que la ciudad estaba muy callada y pacífica. Él sabía que ya era muy tarde y era común que la gente ya podría estar descansando, pero aún así se le hizo algo muy raro, ya que últimamente todos estaban locos por la enfermedad que creían que acabaría con los humanos, así que el silencio no era algo muy recurrente en los últimos días, pero no le dio tantas vueltas y se fue a descansar a su habitación, pues ya era bastante tarde y ya se sentía muy cansado.
Ya estando en su habitación, decidió revisar sus redes antes de dormirse; veía muchas publicaciones acerca del virus, publicaciones con títulos como: "Las verdaderas consecuencias del B3H3", "Cifras de infectados alarmantes", "Otros países ya poseen infectados del B3H3", pero él las ignoraba por completo, ya que, al igual que Sebas, él no creía para nada en que eso del virus B3H3 fuera a ser un peligro, ya que incluso los mismos del CAB dieron sus comunicados donde dijeron que no era algo para preocuparse, algo que creía, ya que hasta ahora no se había confirmado ningún muerto por el virus y el único problema era que se propagaba muy rápido, ya que fuera de eso no representaba ninguna preocupación, por lo que él pensaba que en máximo dos semanas, todos ya se habrían olvidado de ese virus que tuvo tan preocupada a la población y luego todo regresaría a la normalidad como si nada de eso hubiera pasado. José dejó el móvil, trató de evitar pensar más en el tema del virus y recordó la conversación que tuvo más temprano con su hermana por teléfono:

Más temprano...

—¿Entonces sí te encuentras bien verdad? —preguntó José.

—Que sí, por quien deberías preocuparte realmente es por ti, estás en una ciudad en la que inició un virus muy contagioso —contestó su hermana.

—Yo ni siquiera salgo, tú sí que sales mucho, para comprarte ropa y esas cosas.

—Ya no lo hago, con todo esto no salgo en absoluto, la gente está como loca en las calles.

—Sí, pero bueno que podemos hacer, solo esperar a que esos histéricos se cansen de hacer escándalo en vano.

—Bueno, yo no creo que sea en vano, para mí esto es muy peligroso aún incluso si los expertos en el tema dicen lo contrario, por eso hasta que se calmen las cosas me iré a vivir a la isla familiar, tú deberías hacer lo mismo y venir conmigo.

—Aún tengo trabajo por hacer para la empresa.

—Pero cuando termines, genio.

—Está bien —dice José entre risas y añade—: Iré si así estás más tranquila.

—Está bien, te esperaré, no tardes... te quiero.

José dejo de recordar, y con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro pensó:

—Estaré allá cuando menos te lo esperes... hermanita.

Luego de eso José se quedó dormido, pero a esas horas en el hospital de la ciudad, las cosas no marchaban para nada bien.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now