Capítulo 65 - Oportunidad

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—¿Esa se puede abrir? —preguntó Milagros a Sebas que forzaba la puerta de una casa abandonada.

—Tampoco, esta también está muy trabada. ¿Qué hay de ti, José?

—Igual, cerrada como las otras ocho.

—Maldición, necesitamos un refugio ahora. No importa si es temprano, no podemos estar más tiempo en la calle —dijo Sebas pensando.

—Sigamos buscando. Tarde o temprano encontraremos una casa que nos sirva —dijo Milagros.

—Sí, hermana. O quizás encontramos una horda repleta de infectados antes, quién sabe —Cecilia se encogió de hombros.

—Basta ya con ese pesimismo, Cecilia. Te lo ordeno.

—Ya, está bien. No encontraremos ninguna horda repleta de infectados.

—Mucho mejor.

—Pero quizás ellos nos encuentren...

—Cecilia, te dije que te...

—¡Esta abrió! —gritó José— Vengan, chicos; ya tenemos nuevo refugio.

Todos fueron hasta donde su compañero, que empuñó su hacha y entró a la vivienda abandonada para revisarla.

—Buen trabajo —dijo Sebas llegando hasta él empuñando su machete.

—De nada, lo que sea por ustedes, mis amigos.

Las hermanas llegaron hasta ellos, y luego de revisar por unos minutos el lugar comprobaron que era seguro, así que pasarían ahí un tiempo hasta que planeen su escape de DeepOcean. Una vez todos bloquearon la entrada principal y revisaron toda de la casa de tres pisos, decidieron descansar en los polvorientos colchones de la sala del lugar.

—Bien, casi es la hora del almuerzo, pero recuerden que cada uno solo tiene en su posesión diez latas de comida y tres botellas de agua. Ya no podemos comer como antes en el refugio. Desde ahora, cada lata nos debe durar para un día entero —dijo Sebas.

—Vaya, y pensar que hasta ayer comíamos dos latas por desayuno, almuerzo y cena, y ahora solo una al día —dijo Cecilia.

—Es un cambio muy repentino, pero creo que nos dará el tiempo suficiente para planear nuestro escape de la ciudad —dijo José.

—Y bien, ya que tocaron el tema, nunca llegamos a terminar de hablar de eso —dijo Milagros.

—Sí, porque unos idiotas llegaron y nos arrebataron nuestro refugio, hermana.

—Ya lo sé, pero ya que no sabemos cómo huir, al menos deberíamos saber a dónde ir.

—Saben —Sebas las interrumpió—, no importa si fue culpa de las normas del ejército o lo que sea, pero al final, la zona segura siempre será la mejor opción que podríamos tomar.

—Entonces —José entrecerró los ojos—, nos estás diciendo que...

—Que lo mejor será ir ahí, además no tenemos otra opción asegurada más que esa.

—Sí, es verdad. No importa si luego nos obligan a rescatar más gente, ya que mientras estemos seguros, eso será lo de menos.

—José tiene razón. Es mejor que solo irnos de esta ciudad a otra y luego a otra y así en un ciclo sin fin esperando encontrar un lugar seguro —agregó Cecilia.

—Y yo estoy de acuerdo con ambos —dijo Milagros.

Sebas al notar que todos sus compañeros estaban de acuerdo con su destino finalmente dijo:

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now