Capítulo 44 - Sobreviviendo

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Las cosas no siempre salen como uno lo planea, y ese lema ahora había quedado claro para los supervivientes. Luego de su plan fallido de escapar y luego de haber perdido a uno de ellos ese mismo día, nada está dicho. Pensaban que ya estaban a salvo por estar en el ejército, pero esas no son las reglas que se rigen hoy en día, ya que a pesar de haber estado con las fuerzas armadas, quedaron varados dónde iniciaron. Pero en el mundo de hoy no hay tiempo para pensar en los acontecimientos del pasado, o serás la presa más fácil de cazar por los infectados. El tiempo ahora pareciera transcurrir más lento, y desde ese aquel fatídico día para los supervivientes, habían pasado cinco semanas, en los que aguantaban sobreviviendo a la ciudad de la muerte, y buscaban a su compañera perdida Cecilia.

—¿Están listos? —preguntaba Sebas una mañana a sus compañeros.

—Yo siempre estoy lista —respondió Milagros.

—José, ¿ya te encuentras bien como para seguirnos el paso?

—Podría decirse que sí, la pierna ya no es una molestia, o al menos no como antes.

—¿Seguro? No quiero arriesgar tu salud, si no te encuentras bien solo dilo.

—Tranquilo, estoy bien, confía en mí, ahora solo busquemos a ese desgraciado y vamos a rescatar a nuestra compañera.

—Pues bien, vamos a buscar a Cecilia.

Los supervivientes estuvieron viviendo un tiempo en la casa que encontraron a las afueras de la ciudad, pero ahora para buscar a Cecilia debían dejar ese lugar y volver a la ciudad. DeepOcean era una ciudad gigantesca, por lo que no podrían estar regresando siempre al mismo refugio de siempre, ya que perderían el terreno ganado, así que a medida que avancen, irían descansando en lugares seguros por los que pasaran.

—Lo más probable es que el enmascarado no tenga su refugio en un lugar muy concurrido como lo sería el centro de la ciudad o avenidas principales o cerca de centros comerciales —dijo Sebas.

—Sí, sería muy riesgoso para él, por lo que su refugio debe ser por los suburbios o por zonas alejadas de la ciudad. —dijo José.

—Pero tampoco tan alejado de aquí, lo más seguro es que su refugio no esté tan lejos de donde estaba antes la estación.

—¿Tú qué crees Mila?

Milagros estaba callada, caminando pensativa y distraída con la cabeza baja, y no era para menos. Desde que perdió a su hermana su única preocupación era encontrarla. Su personalidad había cambiado drásticamente, ahora era seria y trataba de estar sola, aunque intentaba ocultar su tristeza de sus compañeros, ellos sabían bien lo que le pasaba, por ello siempre estaban dándole ánimos. Sebas volvió a preguntar, pero esta vez levantando un poco la voz.

—¿Mila?

—¿Ah? ¿Me decían algo?

—Te preguntaba en dónde crees que podría estar el escondite del enmascarado.

—Bueno, créanme que yo me he planteado esa pregunta las últimas cuatro semanas, basándome en ciertos puntos.

—¿Cuáles?

—Pienso que el enmascarado tiene su escondite lejos de donde antes estaba la estación, recuerden, él tenía una camioneta, por lo que pudo haber huido lejos con esa ventaja.

—En eso tienes razón, no esperemos encontrar su escondite cerca —dijo José.

—Pero las carreteras y avenidas mayormente están repletas de autos abandonados —dijo Sebas.

—Es verdad, eso le dificultaría moverse con un vehículo.

—Exacto, lo que significa que, si huyó en un auto, debe haberse ido por un camino por el que no haya autos abandonados.

—Ese es otro punto que tomé en cuenta al momento de pensar en dónde podría estar su escondite, podríamos tomar los caminos abandonados como un rastro que dejó el enmascarado.

—Así sería más fácil para nosotros encontrar a Cecilia.

—Entonces, ya que todos estamos listos, vayamos al lugar donde todo comenzó: La ubicación donde estaba la estación de trenes.

Los supervivientes avanzaron hasta llegar al punto en la ciudad en la que alguna vez estuvo la estación de trenes. Ahora solo había escombros y cuerpos de infectados descomponiéndose en varias partes del lugar.

—Bien, ya estamos aquí —dijo Sebas.

—Recuerdo claramente que el infeliz huyó por ese camino —mencionó Milagros.

—Vayamos por esa carretera entonces —dijo José:

—Con cuidado, recuerden que ha pasado mucho tiempo desde que comenzó la infección —Sebas advirtió.

—¿A qué te refieres? —preguntó José a su compañero.

—Él se refiere a que probablemente en todo este tiempo la ciudad entera debe estar repleta de mutados —dijo Milagros.

—Diablos, tienen razón, avancemos con precaución.

Mientras seguían avanzando por el camino, escucharon gruñidos que venían de adelante. Sebas hizo una señal para que se detengan, y él comenzó a caminar lentamente hacia el sonido y vio varios infectados que estaban en medio de la pista y que tendrían que acabar si querían avanzar, Sebas le hizo otra señal a sus compañeros para que avancen hasta su posición, ellos avanzaron lentamente, pero accidentalmente Milagros piso una envoltura que estaba tirada, los infectados se dieron cuenta de los supervivientes y comenzaron a avanzar hasta ellos. Los tres se pusieron en guardia para recibir el ataque, cuando notaron algo, y es que aquellos infectados no corrieron hasta ellos, comenzaron a avanzar lentamente arrastrando apenas los pies, gruñendo y gimiendo.

—Miren eso, no corren, solo avanzan lentamente arrastrándose —dijo José señalando a los infectados.

—Es por su cuerpo, están en un estado de descomposición tan avanzado que apenas pueden moverse —dijo Sebas.

—Bueno, los llamaré caminantes, porque solo pueden avanzar lentamente.

—Ahora solo que nos importe que solo caminen, saben lo que significa, ¿verdad?

—Significa que...

—Significa que será mucho más fácil acabar con ellos —dijo Milagros secamente interrumpiendo.

Sebas y José se sorprendieron con las palabras de su compañera, y más aún cuando Milagros sacó su bate y se lanzó contra los infectados, acabando con ellos uno por uno. Sebas y José no lo podían creer, sabían que la personalidad de Milagros había cambiado, pero esto en verdad los dejó sin palabras. Ella sola acabó con la horda que cortaba el paso. Al terminar miró a sus compañeros que la veían pasmados y les dijo:

—¿Por qué me ven así? El camino está libre, sigamos ahora.

Sebas y José se miraron, y luego siguieron avanzando. Aún tenían un largo camino por recorrer así que mejor se apresuraron en ir con su compañera, para continuar con la búsqueda de Cecilia, que apenas había iniciado.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoDär berättelser lever. Upptäck nu