Capítulo 15 - Origen

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Se escuchaban los gritos que provenían de afuera, de un lugar no tan alejado de la ubicación del refugio, las personas parecían estar a solo una calle de ellos, así que José sin dudarlo ni un segundo rápidamente tomó sus armas y le dijo a Sebas:

—Hay gente en peligro, puede que no les quede mucho tiempo.

—¿De qué hablas?

—Hay personas que necesitan de nuestra ayuda, están en peligro.

—¿Estás diciendo que hay más sobrevivientes en la ciudad además de solo nosotros dos?

—Sí, a eso me refiero, pero ya no estarán vivos si no vamos a rescatarlos en este mismo instante.

—Bien, vamos a salvarlos, puede que seamos su última esperanza de seguir con vida.

Sebas tomó una de sus armas de mano, ambos salieron rápido del refugio y fueron rumbo a rescatar a aquellos que podrían estar en peligro. Fue ahí que vieron que había una gran aglomeración de zombis que rodeaban un auto, de donde provenían los gritos que eran de mujeres, entonces José dijo esto:

—Sebas, escúchame bien, yo llamaré la atención de los infectados, mientras que tú te encargaras de rescatar a las personas que estén dentro de ese auto.

—Eso haré, las sacaré de ahí y las pondré a salvo en el refugio.

—Bien, pero cuando ya estén a salvo me avisarás para yo también ir al refugio, ¿entendiste el plan?

—No te preocupes, quedó todo claro, ahora vayamos antes que ya sea demasiado tarde.

En el auto, que ya estaba por quedar completamente destruido por los zombis, Cecilia le dijo a Milagros:

—Hermana, perdón por haberte obligado a salir de casa, debí obedecerte, solo querías mantenernos a ambas seguras.

—Tranquila, solo querías comer algo, tenías mucha hambre, yo igual, te entiendo, todo esto no estaría sucediendo si tan solo yo no habría olvidado las compras en las puertas del supermercado hace cuatro días.

—No, tú discúlpame a mí porque siempre te estuve culpando de eso, cuando no lo hiciste intencionalmente.

Ambas se abrazaron, pero antes de que se pudieran despedir una de la otra, una voz las detuvo:

—¡Eh tira de enfermos, vengan por mí!

Esos gritos provenían de José que comenzó a llamar la atención de los zombis, luego de eso empezó disparar, la multitud infectada fue a por José, Seba entonces aprovechó para ir con las hermanas, y al llegar a ellas les dijo:

—Tranquilas, yo las sacaré de aquí, pero traten de no hacer mucho ruido o los atraerán hacia nosotros.

Entonces las sacó del auto y las guio rápidamente hacía el refugio, mientras que José seguía disparando a los zombis, Sebas dejó a las hermanas en el refugio, ya estaban a salvó, por lo que le gritó a José:

—¡Ya estamos seguros, ya puedes subir tú también!

—¡Ahí voy!

Él se apresuró y corrió hasta llegar a las escaleras que conducían al departamento, finalmente llegó y tanto él como Sebas aseguraron la entrada. Todos finalmente estaban a salvo.

—Gracias por arriesgar sus vidas por ayudarnos —dijo Milagros a los chicos.

—Tranquilas, estaban a punto de morir, teníamos que hacer algo —, contestó Sebas y añadió—: Yo también casi muero más temprano, hasta que él me ayudó, se llama José y yo me llamo Sebastián, o Sebas para los amigos.

—Mucho gusto—dijo José— y la verdad es que sí, lo salvé de morir comido por lo zombis.

—Yo soy Milagros y ella es mi hermana menor Cecilia —mencionó la mayor de las hermanas.

—Hola, gracias en serio por salvarnos de esos zombis o lo que sea que esas criaturas sean, unos segundos más y no la contábamos —contestó Cecilia.

Luego de haberse presentado unos a los otros Sebas dijo:

—No podíamos quedarnos de brazos cruzados sabiendo que había personas en peligro, por lo pronto podrán quedarse aquí en el refugio, es demasiado peligroso estar ahí afuera.

Entonces José interrumpió a Sebas y dijo:

—Sí, es muy peligroso, pero no siempre tendremos que estar aquí dentro encerrados, cuando haga falta comida o agua yo solo no podré ir por ella, quizás no salga con vida, si realmente quieren sobrevivir tendrán que aprender a defenderse de los zombis.

—En eso tienes mucha razón, —dijo Sebas— necesitaremos más armas con las que podamos defendernos a larga distancia, no podemos depender solo de las armas de cuerpo a cuerpo.

—Yo me encargaré de llevarlos a ti y a ellas a un lugar para conseguir armas y municiones y les enseñaré a usarlas, —dijo José— yo sé cómo ya que mi padre me enseñó en campos de tiro, también tengo buena puntería con el arco y la flecha, pero por el momento solo enfoquémonos en las armas.

—Me parece una buena idea que tú nos enseñes a cómo manejar las armas, desde ahora seremos un equipo y velaremos entre nosotros cuatro por nuestra seguridad, claro si es que ustedes están de acuerdo con esa idea —dijo Sebas algo optimista.

—Por mí está bien, no hay ningún problema —contestó Milagros.

—Por mí igual, mientras más mejor —dijo Cecilia.

—Es la mejor opción para todos nosotros, —mencionó José— nos protegeremos los unos a los otros, y así será más fácil sobrevivir los ataques de los infectados.

Viendo que todos estaban de acuerdo con su plan y estaban dispuestos a trabajar en grupo, Sebas les dijo:

—Bien, ya que todos están de acuerdo, desde ahora trabajaremos juntos en equipo, no nos separaremos, juntos sobreviviremos al apocalipsis y juntos nos iremos de esta ciudad, puede que no tan pronto como lo esperamos, pero de escapamos, escapamos.

Ahora ya estando unidos, todos estaban dispuestos a sobrevivir, trabajando en equipo, dando origen así al grupo de sobrevivientes que trataría de huir de DeepOcean de alguna manera u otra. El equipo comenzaba a avanzar juntos, sabían bien que lo que estaban por enfrentar no sería nada fácil, se iban adentrando a un futuro que era oscuro, incierto y dudoso, pero sus esperanzas de sobrevivir iluminarían su camino, llenándolos de seguridad, de que huirían de la ciudad, y del apocalipsis zombi.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now