Capítulo 78 - Demonio

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—Él ha... —murmuró José.

—Sí —afirmó Sebas—. Ha mutado.

La nueva apariencia monstruosa adaptada por el sujeto causó aún más terror, cuando luego de un tiempo, sus gritos pasaron a convertirse en carcajadas.

—Quiero ver cómo logran librarse de esto —dijo con una voz más grave.

—¿Aún está consciente? —preguntó Milagros temblando.

—Claro que lo estoy —contestó—, y no dejaré de estar consciente hasta que hayan dejado de respirar.

—Ese tipo... —dijo José— parece una criatura del mismo infierno.

El transformado infectado mostró una oscura sonrisa.

—Recuerdo haberles dicho que era el Dios de este apocalipsis, pero ahora que lo pienso bien, estaba equivocado —dijo acentuando su sonrisa en su enrojecido rostro mientras se acercaba—. No soy un Dios, ni tampoco una criatura del infierno —se detuvo y dijo mirándolos fijamente—: Yo soy el mismo demonio.

En ese momento, la criatura volvió a avanzar, pero esta vez más rápidamente, tratando de atrapar a alguno de los cuatro chicos.

—¡Sepárense! —gritó Sebas.

Los supervivientes comenzaron a alejarse, escapando de su perseguidor mientras intentaban llegar a las escaleras para huir de la azotea.

—¡Cuando los atrape, les arrancaré la cabeza de un mordisco! —exclamó el mutado.

Sebas y Cecilia lograron llegar a salvo a las escaleras, y al girar a ver la ubicación de sus otros dos compañeros, vieron que eran perseguidos por el infectado.

—Tú ve bajando —dijo Sebas—, yo iré a...

—No —interrumpió Cecilia—, tú quédate aquí. Tienes un brazo mal, así que yo me encargaré esta vez.

—Pero no voy a quedarme aquí sin hacer nada.

Cecilia sacó su arco de su mochila, unas cuantas flechas y luego se giró diciendo a Sebas:

—Al contrario, tú y José ya hicieron mucho.

Ella se fue dejando a Sebas al lado de la puerta que llevaba a las escaleras, mientras este se quedó a esperar, sosteniendo su aún dolorido brazo.
Por su lado, Milagros y José corrían para evitar ser atrapados, mientras el infectado seguía avanzando a paso ligero tras ellos.

—Hay que llegar con los demás —gritó José.

—¿Pero cómo nos deshacemos de él? —Milagros señaló detrás suyo.

—Debemos pensar en una distracción.

—¡No hace falta! —gritó Cecilia desde otro lado— ¡Yo me encargo del grande!

El gran infectado se detuvo al escuchar a la menor de las hermanas, y al girarse para verla, comenzó a recibir muchas flechas que atravesaban su cuerpo.

—¡Ya me harté de los arqueros! —gritó mientras se cubría con sus brazos de los proyectiles.

—¡Pues si ya te hartaste ven por mí! —Cecilia lo provocó— ¿O vas a caer con solo unas flechas?

Estando enojado, el mutado comenzó a dirigirse a quien le disparaba.

—¿Qué está haciendo Cecilia? No podrá ella sola —dijo José—. Debemos ayudarla.

—Tranquilo —Milagros lo detuvo—, mejor aprovechemos este momento para ir con Sebas a las escaleras.

—Pero, ¿no te preocupa tu hermana? —preguntó.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now