Capítulo 47 - Historia

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Todos los supervivientes subieron por unas escaleras, al final de ellas había una puerta, luego Lucas la abrió y todos vieron como el lugar en el que estaban, era el centro comercial. Al darse cuenta de dónde se encontraban Sebas preguntó a Lucas:

—¿Oye este lugar sí es seguro?

—Pues sí.

—¿Pero, ¿cómo es esto posible? Un centro comercial es el peor lugar para estar en un apocalipsis zombi —dijo José interrumpiendo.

—Antes que nada, no hay nadie más aquí que solo nosotros cuatro.

—¡¿Limpiaste este lugar por completo tú solo?! —dijo Sebas incrédulo.

—¡Pero este centro comercial es enorme! —agregó José sorprendido.

—No, claro que no, les contaré, este lugar ya estaba vacío cuando llegué, lo que ocurre es que el día que se desató el caos, yo hui de mi casa, que no está muy alejada de aquí, entonces pasé por aquí y vi que una puerta de este lugar estaba un poco abierta, segundos después oí como los infectados iban tomando la ciudad, así que sin pensarlo mucho entre aquí y cerré la entrada, y bueno, no he salido desde entonces.

—¿Has estado tú solo aquí por más de siete semanas? —preguntó Sebas.

—Así es, yo solo en este lugar tan grande.

—¿Y cuándo entraste qué hiciste? —preguntó José.

—Pues revisar el lugar, y ahí me di cuenta que estaba vacío. Estuve viviendo solo aquí, hasta que los rescate a ustedes ahora.

—Gracias por eso otra vez.

—Bueno, oigan, ¿ya comieron?

—La verdad es que no, no desde hace dos días —dijo Sebas.

Lucas se sorprendió por las palabras de Sebas, así que les dijo:

—Eso no puede ser, deben comer algo, vengan conmigo, yo les daré algo de comida.

—No Lucas, en serio no te preocupes —dijo Sebas.

—Sí amigo, esa comida es tuya —agregó José.

—Como es mía yo decido que hacer con ella, así que les daré un poco, además tengo mucha.

Milagros, que escuchaba la conversación de lejos, se acercó y dijo:

—No sé por qué no quieren aceptar la comida de Lucas, si no comen y no tienen energía no podremos encontrar rápido a mi hermana.

—Está bien, tienes razón, gracias Lucas nuevamente —dijo Sebas apenado.

—Sí Lucas, gracias —agradeció José.

—No hay problema, en serio, vengan conmigo.

Los supervivientes siguieron a Lucas, quien los llevó hasta un cuarto en el que había mucha comida enlatada.

—¿Oye y toda esa comida? —preguntó Sebas mirando la habitación.

—Ya estaba aquí desde que llegué, al ser un centro comercial supongo que habrían guardado todo esto para vender, también hay agua y otras cosas, había más, pero la mayoría de la comida se malogró con el tiempo.

—Claro, solo tienes ahora la comida enlatada y el agua —dijo José.

—Exacto.

Lucas tomó seis latas de comida y tres botellas de agua y se las dio a los supervivientes.

—Con esto creo que será suficiente para que tengan mucha energía y se sientan llenos.

—¿Pero dos latas de comida para cada uno? —preguntó José extrañado.

—¿Tiene algo de malo? ¿Desean más?

—No Lucas, todo está muy bien, a lo que se refiere José es que, nos habíamos acostumbrado a racionar mucho la comida estás semanas, por eso se sorprendió.

—Pues sí, a eso me refería.

—Ah bueno, oigan, por cierto, ¿qué tanto racionaban la comida?

—Pues una lata de comida la comíamos entre nosotros tres —contestó Sebas.

—¡¿Qué?! —gritó Lucas.

—Ahora sabes la razón de mi sorpresa —comentó José bromeando.

—Sí, y con mucha razón. En ese caso creo que les debería dar tres latas a cada uno.

—No créeme con esto es suficiente, también tienes que aprender a racionar tu comida.

—Sebas tiene razón, deberás racionar tu comida para que te dure más.

—Lo he estado haciendo estas semanas, comía una lata por día, temía que se acabarán, pero luego vi que había muchas así que comencé a comer dos por día, pero no hablemos más, deben comer, luego charlamos.

—Pues yo ya terminé mi comida y mi agua.

Todos se sorprendieron al ver que Milagros acabo todo tan rápido.

—Debiste de comer más despacio —dijo Sebas.

—Comí a un ritmo aceptable, pero no se dieron cuenta por estar hablando.

Milagros entonces se dirigió a Lucas.

—Gracias por la comida Lucas, con permiso, me retiro.

—Claro, no hay problema.

Milagros se levantó y se fue a caminar por el centro comercial, y luego de que se alejó un poco, Sebas le dijo a Lucas:

—Disculpa de nuevo por cómo se comporta Mila, ella no es así, créeme, han sido unas semanas muy difíciles.

—Bueno, me lo imagino, ¿ella creo que mencionó que tiene una hermana?

—Sí, pero bueno, es complicado de explicar.

—Entonces ella, ¿falleció?

—No, bueno mejor te contamos —Sebas se tomó una pausa y comenzó a relatar—: Los que en ese entonces éramos cuatro nos conocimos cuatro días después de que comenzó todo en la ciudad, y a las semanas nos rescató el ejército, pero tiempo después volvimos a quedar atrapados en la ciudad.

—Pero, ¿cómo? Si se supone que ya estaban en una zona segura.

—Luego de que llegas a la zona segura te obligan a ayudar al ejército a rescatar más gente, y en uno de esos recates, que era en esta ciudad, vinimos con otro equipo de rescate, pero su helicóptero se estrelló con un edificio, nosotros fuimos a ver si habían sobrevivido algunos soldados, pero el edificio era muy inestable y los cuatro caímos con el edificio, el resto de soldados se fueron en el helicóptero, dándonos por muertos.

—Diablos, qué mala suerte.

—Días después de eso ideamos un plan para huir de la ciudad en un tren, pero... no salió tan bien como esperábamos.

—Ese fue el día que, ¿se perdió su hermana?

—Sí, fue ese día.

—Pero, ¿cómo pasó?

—Todo fue, por culpa de él... —dijo José apretando el puño.

—¿De quién?

—Del enmascarado.

Death in Deep: Muerte en lo Profundoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن