Capítulo 76 - Preocupación

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—Ya se tardaron demasiado —dijo Cecilia.

—Tranquilízate y esperemos un poco más a que nos hablen por el intercomunicador —contestó su hermana.

—Dijeron máximo diez minutos, y ya pasaron más de veinte.

—Seguro nos hablarán en cualquier momento.

—Deberíamos llamarlos nosotras.

—No lo haremos. Esperaremos su llamada tal y como dijimos que lo haríamos.

—¡Les pudo pasar algo malo!

—Baja la voz, Cecilia, y ya te dije que esperaremos.

—Pero...

—Y no quiero más contradicciones.

Cecilia puso mala cara, y sin decir nada más, comenzó a alistarse para salir de la casa.

—¿Qué haces? —preguntó Milagros.

—Iré a buscarlos.

—No irás.

—No fue pregunta.

—Basta ya, Cecilia. Por favor, entiende de una buena vez.

—¿Sabes a qué me recuerda esto? —preguntó Cecilia.

—¿De qué hablas?

—De la vez en la que tú no querías salir a buscar comida. Es casi la misma discusión.

—¿Y te debo recordar que casi morimos ese día porque tú no parabas de decir que saliéramos?

—No lo dije para que me recuerdes eso.

—¿Y entonces?

—Lo dije para que recuerdes quienes nos salvaron de morir.

—Sebas y José. Eso ya lo sabía.

—Pero, ¿ya te pusiste a pensar que en todo este tiempo, ellos se han arriesgado más veces por nosotras que nosotras por ellos?

—Bueno...

—Desde ese día, en que no dudaron ni un segundo en salvarnos de la horda que nos tenía atrapadas en el auto, y luego Sebas nos prestó su refugio incondicionalmente para poder sobrevivir ahí. José nos enseñó a usar armas. Con ellos escapamos a la zona segura, y luego, ellos estaban dispuestos a arriesgar sus vidas en los rescates con el fin de que no nos echaran a ambas de la base. Y luego cuando volvimos a DeepOcean, ellos se encargaron de ir a buscar comida mientras nosotras leíamos un diario en el refugio. Pudimos habernos topado con personas malas, pero ellos no fueron así, por lo que, creo que lo mínimo que deberíamos hacer por ambos es realmente demostrar preocupación, salir a buscarlos y comprobar que estén bien.

Milagros quedó pensativa mirando el suelo, mientras su hermana ya estaba lista para salir.

—Dijimos que los cuatro estamos juntos en este apocalipsis, así que ya debería ser hora de que sepan que no deben cargar con todos los problemas solos —dijo Cecilia acercándose a la salida.

Ella dio una última mirada a su hermana, y cuando abrió la puerta y estaba por salir, Milagros la interrumpió.

—Puede que no seas la hermana mayor, pero siempre estarás lista para darme un consejo mejor del que yo te podría dar a ti —dijo mientras se ponía su mochila.

Cecilia sonrió orgullosa por las palabras de su hermana y dijo:

—Entonces...

Milagros se puso de pie y contestó decidida con su bate en mano.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now