Epílogo

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Luego de haberle explicado un poco su plan a sus acompañantes, Marcell redirigió la lancha en la dirección que le indicaba José, navegando así por varios minutos, alcanzando a ver luego de un rato una isla a lo lejos. No era demasiado grande, pero al acercarse cada vez más a ella, lograron captar una enorme casa allá.

La lancha desembarcó en el muelle de la isla, siendo los primeros en bajar José seguido de su hermana, para luego aclararse la garganta y dirigirse a los demás.

—Bienvenidos a nuestra isla familiar —dijo José entusiasmado.

Todos miraban con curiosidad el lugar, dándose cuenta que no era tan pequeño como hacía parecer la perspectiva.

—Es un lugar muy bonito —Milagros aún revisaba de derecha a izquierda todo el ambiente.

—Este era el lugar en el que venía a vacacionar con mis padres y Camila —explicó José.

—Aunque a ti no te agradaba la idea de venir —su hermana intervino.

—Eso era cuando yo tenía menos de doce años —contestó, defendiéndose—, pero ese no es el punto ahora.

—¿Y entonces? —Marcell preguntó.

—Luego de pensarlo bien, y hablarlo también con Cami, llegamos a la conclusión de que la mejor opción que tenemos es de quedarnos a vivir en la isla juntos.

Todos quedaron sorprendidos con lo dicho por su compañero, siendo Sebas el primero en decir algo.

—¿Quieres que todos vivamos aquí? —preguntó aún sin salir del asombro.

—Claro. ¿Por qué no estaría bien?

—¿Estás seguro de ello? —volvió a preguntar.

—Que sí. Tanto Camila como yo estamos de acuerdo en que todos podemos estar aquí sin problemas. Después de todo, hay suficiente comida y agua, además de ocho habitaciones y cuatro baños en la casa.

—Eso sí que es sorprendente.

—¿Verdad? No habrá problema en que estemos aquí los diez.

—Mi hermano tiene razón —agregó Camila—. Luego de que gracias a ustedes hoy puedo decir que mi hermano está vivo, no iba a oponerme a que se queden; sin contar que por lo que veo ustedes ya son como una familia, y una familia siempre debe estar unida.

Los cuatro supervivientes se vieron los unos a los otros, sabiendo todos que la hermana de José estaba en lo correcto.

—Pues si no hay problemas en que nos quedemos, supongo que está todo bien —Sebas sonrió—. Gracias.

—Reciban un agradecimiento también de mi parte —dijo Milagros.

—Y yo también les agradezco —agregó su hermana.

—No hay de qué, chicos —contestó José—. Después de todo somos familia.

—Si me permiten —Marcell interrumpió.

—¿Qué sucede, bro? —preguntó Sebas.

—Escuché decir previamente a José que los diez podíamos quedarnos aquí, ¿verdad?

—Así es, no hay problema con ello —José asintió con la cabeza.

—Bueno, yo quería decirles que no es necesario que nos cuenten a nosotros cinco —dijo refiriéndose a él y su equipo—. Nosotros no podemos quedarnos.

—¿Por qué no? —Sebas habló casi al instante.

—Somos el Rescate Alfa, bro. Nos esperan en la nueva zona segura.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now