Capítulo 58 - Homenaje

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Un amanecer lleno de esperanza y alegría se observaba en el horizonte de la ciudad más infectada en el mundo, ya que luego de cuatro semanas de incertidumbre, los supervivientes estaban reunidos de nuevo. Muchas cosas habían sucedido en el transcurso para llegar hasta ese día, pero lo que más importaba, era que finalmente los cuatro estaban juntos, planeando ya en mente el que sería su próximo objetivo.

28 días después...

Desde aquellos acontecimientos han transcurrido ya cuatro semanas.
Los supervivientes se encuentran viviendo en el centro comercial, donde antes vivía Lucas. El lugar aún se mantenía libre de infectados y con toda la comida y agua que había dentro del lugar, ese era el refugio perfecto para el apocalipsis. Los supervivientes sabían bien eso, por lo que se preocuparían en no perderlo tan fácilmente.

—Bien, chicos, ya es hora de comer —dijo Sebas.

—Ahí vamos —contestó Cecilia que regresaba con José de estar practicando tiros con arco y flecha desde la azotea.

—Estás avanzando muy bien. Ya le das a las cabeza de los infectados más seguido. Eres una gran aprendiz —decía José a Cecilia.

—Solo espero que no lo estés diciendo con sarcasmo —ella levantó una ceja y agregó—: Además, creo que deberíamos practicar con maniquíes de las tiendas, ya que si continuamos matando zombis nos quedaremos sin flechas.

—En primer lugar, no estaba hablando con sarcasmo sobre tu desempeño; segundo, tienes razón. Las flechas que encontramos no serán eternas. Será mejor ahorrar algunas, ya que son de las mejores armas que pudimos haber encontrado.

—Si quieren seguirán con su práctica de puntería luego, pero ahora es tiempo de comer —interrumpió Sebas.

—Sí, hora de disfrutar de la deliciosa comida enlatada que tenemos —mencionó Cecilia de manera irónica.

—Qué graciosa, pero antes que nada, ¿dónde está Milagros? —Sebas comenzó a revisar el lugar.

—Es verdad, no he visto a tu hermana desde hace un rato, Cecilia —dijo José viendo a todos lados.

—Ya deberían saber en dónde está. Siempre se encuentra en el mismo lugar —contestó.

Sebas y José se miraron, y ambos fueron al lugar donde se encontraba Milagros.
En el centro comercial había una zona al aire libre, en la que los supervivientes habían armado un homenaje a Lucas y Valentino, ya que gracias a ellos dos, todo el equipo se encontraba vivo. Milagros veía con mirada nostálgica la fotografía de ambos hermanos, más específicamente a Lucas, cuando en ese momento llegaron sus compañeros. Ella notó su presencia y se dirigió a los dos sin mirarlos.

—Ya es la hora de la comida, ¿verdad?

—Así es, ya vamos a cenar —contestó Sebas.

—Bueno, no se preocupen por mí, en un momento los alcanzaré, así que pueden ir comiendo —Milagros mantenía la mirada fija en la fotografía.

—La hora de comer es lo de menos, Mila. Lo que importa es lo que estás haciendo ahora —dijo José.

—¿Y qué estoy haciendo exactamente? —preguntó ella.

—Quizás no estés haciendo algo físicamente, pero por dentro, aún te culpas por la muerte de Lucas. Eso es lo que haces —dijo Sebas.

—¿Cómo pueden estar tan seguros de qué me sucede en estos momentos? —ella trató de imitar una sonrisa.

—No te esfuerzas en tratar de ocultarlo, la verdad —contestó José.

—Siempre vienes a la misma hora a ver la fotografía de ambos, las seis y media de la tarde. La hora en la que Lucas murió.

Milagros al escuchar las palabras de sus compañeros bajó la mirada, y cerrando los ojos dio un suspiro profundo.

—Está bien, me atraparon. Sí me culpo por la muerte de Lucas —dijo.

—¿Y por qué lo haces? —preguntó José.

—Porque es así, chicos. Él murió por culpa mía —contestó Milagros.

—Sabes muy bien que no, Mila. Ya te dijimos que lo que sucedió fue porque él así lo quiso. Se sacrificó por voluntad propia para que pudiéramos escapar de la horda.

—Pero nada de eso hubiera sucedido si yo no me hubiera escapado para tratar de encontrar a Cecilia por mi cuenta. Entonces ustedes no habrían salido para buscarme y nadie habría muerto. Estaríamos todos aquí —Milagros aún daba la espalda a sus compañeros.

—Al final no podemos cambiar nada de lo sucedido. Él se sacrificó para salvarnos, y ahora se encuentra en un lugar mejor con su hermano y familia alejado de este putrefacto mundo.

—José tiene toda la razón. Ya no trates de culparte por eso. Ahora solo nos queda sobrevivir y escapar de la ciudad los cuatro juntos, que fue una de las razones por las que Lucas decidió salvarnos —dijo Sebas.

—Aún con todo esto que me dicen, los pensamientos sobre que por mis acciones del pasado él no se encuentra con nosotros ahora continúan en mi cabeza —dijo Milagros.

—Acerca de eso, lo único que puedo decirte es que uses lo sucedido como lección para que algo así no vuelva a suceder. Solo para terminar, recuerda que no estás sola. Estamos todos juntos en esto, así que te apoyaremos siempre —contestó Sebas optimista.

—Eso es verdad, Mila —agregó José—. Nunca te abandonaremos.

Milagros volteó a ver a sus compañeros, y ambos notaron las lágrimas que caían de su rostro. Antes que alguno de ellos pudiera decir algo más ella se adelantó.

—Qué suerte tuvimos Cecilia y yo de habernos topado con ustedes en el apocalipsis. Muchas gracias.

Milagros fue y le dio un abrazo a Sebas, luego fue entonces que José se dirigió a ambos y dijo:

—Somos el mejor equipo de supervivientes del mundo y vamos a escapar de esta ciudad, pero antes vamos a cenar que Cecilia ya se debe estar comiendo nuestra parte.

—Sí, tienes razón —dijo Milagros riendo mientras se quitaba las lágrimas del rostro—. Vamos rápido.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora