Capítulo 14 - Cacería

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La ciudad, que en los últimos cuatro días había estado envuelta en un extraño y confuso silencio, ahora solo estaba llena gritos, se veían sombras que emergían de la oscuridad, sombras que se iban acercando a su víctima, como si poco a poco unos depredadores acecharán a su indefensa presa. Sebas no era para nada un tonto, y aunque quisiera ser optimista, sabía muy bien que él solo no iba a poder con toda esa horda de muertos vivientes que se acercaban a gran velocidad, entonces empezó a aceptar que no podría sobrevivir a todo esto, fue entonces que justo antes que los infectados lograrán llegar a Sebas, alguien empezó a disparar en contra de ellos desde una azotea. Ese alguien era José, que iba tirando uno por uno a los zombis. Mientras iba acabando con los infectados, este le dijo a Sebas:

—Tranquilo, yo lo tengo bajo control, trata de subir hasta mi posición, yo te cubriré de los zombis.

Entonces Sebas antes de hacer cualquier pregunta, empezó a trepar por las paredes apoyándose en ciertos bloques que sobresalían y finalmente logró llegar al techo. Ya estando arriba, se dirigió a su salvador:

—Gracias por ayudarme, sin tu ayuda ahora ya habría sido devorado enteramente por los zombis —decía Sebas respirando agitadamente.

—No hay problema, pero si estas criaturas se esfuerzan, lograrán llegar a nosotros, no podemos quedarnos aquí por mucho tiempo.

—¿Tienes algún refugio?

—Tenía uno, pero no duró mucho tiempo, ya que logró ser invadido por esas bestias, ahora no vivo en un lugar exacto, me muevo constantemente de un lugar a otro para no ser devorado por ellos.

—Yo tengo un refugio donde podemos estar seguros, bueno es mi departamento, pero lo transformé en un lugar seguro con las indicaciones que da el CAB por la radio.

—Perfecto, entonces tú guíame hacia allá mientras yo nos defiendo de los infectados que vengan por nosotros.

Ambos se abrieron paso por las calles de la ciudad, acabando con las hordas de zombis hasta llegar al departamento de Sebas, mientras que, en otra parte de la ciudad, las hermanas ya se encontraban lo suficientemente preparadas para irse a buscar alimentos, por lo que ambas salieron de su casa con mucha precaución, rápidamente se dirigieron a su auto, ambas subieron, hasta que Milagros cuestionó antes de arrancar:

—¿No es muy raro que todo en las calles esté tan calladas y tranquilas? Parece una ciudad fantasma.

—Tú solo conduce hacia el supermercado, aprovechemos que todo está así de pacífico para llegar antes —decía Cecilia susurrando a su hermana.

Milagros hizo caso, entonces encendió el auto, pero solo esa acción provocó mucho ruido, esto también hizo que ambas se asustaran, pasaron unos segundos hasta que a la distancia vieron como un grupo enorme de infectados iban tras ellas, fue entonces que Cecilia al ver como ellos se iban acercando gritó:

—¡Arranca de una vez!

Este grito hizo que su hermana reaccionara, pisó el acelerador y el auto salió a toda velocidad, tanto así que algunos infectados que se cruzaban en su camino terminaban siendo arrollados por el vehículo que iba a gran velocidad, hasta que llegaron a una parte en la que había muchos otros vehículos aglomerados en medio de la pista. Milagros frenó bruscamente antes de que se estrellaran, los zombis fueron por ellas, terminaron siendo demasiados y el auto quedó atrapado en una multitud. Los infectados rodearon el auto, lo golpeaban de manera muy brusca, poco a poco lo iban tirando pedazo por pedazo, ellas solo atinaron a gritar y a pedir ayuda, aunque sabían bien que probablemente nadie iría a rescatarlas, pues la gran cantidad de infectados, hacia parecer que la población zombificada de la ciudad estaba rodeando su vehículo.
Por otra parte, ya estando en el refugio, Sebas y José se pusieron a descansar después de haber sobrevivido a las mareas de infectados que se abalanzaron contra ambos, José se sentó en uno de los muebles de Sebas y dijo:

—Es la primera vez en dos días que descanso bajo un techo.

Luego Sebas le dijo:

—Oye, sé que te lo dije antes, pero igual, gracias por salvarme.

—Tranquilo, ya te dije que no debes preocuparte.

—A propósito, soy Sebastián, pero puedes llamarme Sebas.

—Yo me llamo José.

—Mucho gusto, José.

—El gusto es mío, Sebas.

—Y bueno, ¿tú qué hacías antes de que todo esto se saliera de control?

—Pues yo era encargado de una empresa.

—¿Eras millonario?

—Podría decirse que sí, pero al final todo el dinero que tenía no me serviría para defenderme de los zombis, no podría pagarles a cambio de que me dejen en paz y no coman mi cerebro.

—Sí, tienes razón.

—¿Y tú qué hacías antes de que todo se salga de control?

—Yo iba a la universidad, vivía en este departamento, salía de vez en cuando con mis amigos, ya sabes, lo que cualquier persona normal de mi edad haría, y luego llegaron los malditos infectados a arruinar toda mi perfecta vida.

—Bueno, yo nunca hice todas esas cosas que mencionas, mayormente tenía que estar ocupado en mi empresa, tomaba mucho tiempo y no podía hacer todo eso.

—Bueno, al menos ahora te diviertes en un mundo en el que ya no existen las reglas.

—Sí, quizás en eso tengas... —dejó de hablar.

—¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien?

—Sí, estoy bien, solo se trata de otra cosa.

—¿A qué te refieres exactamente?

—Hay alguien en problemas.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora