Capítulo 21 - Reencuentro

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El vehículo logró llevarse a todos los supervivientes con éxito y sin ningún contratiempo. Ya estando en el transporte, Sebas se dirigió a los soldados

—Gracias a todos por su ayuda, por poco y nos matan estando tan cerca de la salvación.

—Sí, gracias a todos —dijo José tratando de calmarse un poco.

Uno de los soldados comenzó a hablar por un radio, diciendo:

—Aquí Rescate Alfa. Logramos salvar a los personas de DeepOcean. Cambio.

—Otro buen trabajo, y ahora en la ciudad más infectada del mundo, regresen a la zona segura —se escuchó decir a alguien a través de la radio.

—Eso haremos.

Luego el soldado se comunicó con el conductor:

—Ya sabes a dónde ir, conoces el camino a la zona segura.

—Sí, ya nos llevo para allá.

Algunos zombis y mutados se acercaban al vehículo, pero los soldados abrían fuego contra ellos por armas que tenía el medio de transporte. Este atraía muchos porque al ser un vehículo muy grande, hacía mucho ruido, pero los zombis no eran un gran problema.
El transporte era completamente cerrado por dentro, no había ninguna ventana, por ello, Cecilia dijo a un soldado:

—Hemos estado peleando con muchos zombis, ¿no hay alguna ventana por la que pueda sentir algo de aire?

—Disculpen a mi hermana —dijo Milagros muy apenada, luego se dirigió a Cecilia y le dijo susurrando:

—Ya te dije muchas veces que no todo va a ser a tu gusto.

—Si lo dices porque la última vez no me gustó la casa, esto es diferente.

—No tan diferente, solo sé amable porque ellos fueron quienes te rescataron.

—Sí, ya sé, lo que tú digas —contestó ella cruzándose de brazos.

Mientras ambas murmuraban, Sebas, José y Alex hablaban:

—Por fin nos van a llevar a otro lado que no sea esa podrida ciudad, literalmente —decía Sebas.

—Yo siempre había estado metido en mi tienda de armas, solo salía a veces a mi otra tienda.

—¿Tenías otra tienda? —preguntó José.

—Sí, pero en esa vendía comida, se llamaba Buy 4 Eat, y era muy genial, tenía una mascota que era una pizza parlante y todo.

—Yo recuerdo haber ido a tu tienda varias veces, las cosas que vendías eran muy buenas —dijo Sebas.

—Pues gracias.

Ya se había hecho tarde, y los supervivientes estaban cansados, uno de los soldados fue con ellos y les dijo:

—El viaje será de unas horas, llegaremos al amanecer a la zona segura, lo mejor será que descansen.

—Gracias, eso haremos.

A Sebas se le hizo algo conocida la voz de soldado, creía haberla escuchado antes en algún lugar, y al soldado le pasaba lo mismo, pero no decidió darle importancia y dejó que los supervivientes descansen.
Pasaron once horas, y finalmente llegaron a la zona segura. Sebas fue el primero en ser despertado.

—Usted, despierte al resto de su equipo por favor, ya estamos entrando a la zona segura —le dijo uno de los soldados.

—Está bien, eso haré.


Sebas hizo lo que le ordenaron y despertó a los otros cuatro supervivientes. Ya estando el vehículo dentro de la zona segura, los hicieron bajar de él, los supervivientes vieron como en el lugar en el que estaban, no eran solo ellos, habían soldados en las partes altas, cuidando que nada se acerque hasta la base, algunos con francotiradores, otros con lanza misiles, habían muchos otros cuidando las entradas y más soldados entrenando. En otra parte, se encontraban agentes del CAB revisando a las personas que iban llegando a la base, y ahí era justo a dónde irían los supervivientes y los integrantes del Rescate Alfa para ver si habían contraído algo del virus. Los supervivientes que fueron primero resultaron libres del virus, luego fue turno de los soldados, quienes se tuvieron que quitar las máscaras y trajes, en eso Sebas vio entre los soldados a alguien, parpadeo varios veces para asegurarse que se traba de la misma persona y, una vez estuvo seguro, se le formó una sonrisa en el rostro. Esperó a que terminaran de examinarlo y fue con él rápidamente mientras sus compañeros lo veían raro.

—No puedo creerlo, después de tanto tiempo, nos vemos otra vez —dijo Sebas con entusiasmo.

—Disculpa, ¿me conoces de algún lugar? —preguntó el soldado extrañado.

—Como no te voy a conocer, si eres mi amigo, mi mejor amigo, Marcell.

Al escuchar su nombre, los recuerdos en la cabeza del soldado se dispararon, haciendo que no entienda nada en un momento.

—Creo que me confundes con alguien más —dijo él aún estando confundido.

—Claro que no, eres tú, no me equivoco.

El soldado comenzó a poner su mente en orden tomándose un respiro, y recordó todo lo que le sucedió, el día que comenzó todo. Se tomó unos segundos más y luego dijo:

—¿S... Sebas? ¿Eres tú? —dijo estando aún algo aturdido.

—Claro que soy yo amigo. ¿No me reconoces? —dijo Sebas ya estando con algo de preocupación borrando un poco su felicidad.

El soldado lo vio unos segundos más, y luego, a él también se le formó una sonrisa de a poco.

—Antes no, pero ahora... ahora sí... ahora sí te reconozco, y no solo eso, ya lo recuerdo, todo.

A Sebas se le volvió a formar la sonrisa en el rostro y se dirigió a él con los brazos abiertos, Marcell hizo lo mismo, y ambos se dieron un gran abrazo. En ese momento, Marcell le dijo a Sebas:

—Con razón te me hacías familiar, yo sentía que te había visto antes.

Los demás supervivientes no entendían lo que sucedía. Luego del reencuentro todos se reunieron para que les explicaran la situación.
Después de un rato, estando todos presentes, Sebas dijo:

—Ahora que estamos todos, les contaremos todo.

—Sí, eso es. ¿De dónde se conocen ustedes dos? —preguntó José.

—Es una larga historia —dijo Marcell y agregó—: Ambos fuimos mejores amigos de hace años, pero yo me mudé de ciudad y nos comunicamos por teléfono, pero después de que todo esto se pusiera así, no volvimos a saber nada el uno del otro.

—Trate de llamarte varias veces, pero las líneas no funcionaban —dijo Sebas a su amigo.

—Mi celular lo perdí el día que comenzó todo, además que las líneas fueron reservadas para uso del ejército para realizar misiones de rescate.

—Sí, entiendo, el mío se quedó sin batería y ya no lo pude cargar porque no sé qué pasó con la electricidad de mi edificio, pero con lo que estaba pasando en la ciudad y el mundo, era fácil hacerse ideas de qué pasó.

—¿Y cómo llegaste a juntarte con ellos? —preguntó Marcell refiriéndose a los demás.

—Una mañana me armé y salí a buscar comida, pero los zombis se dieron cuenta de mi presencia y casi me matan, pero José estaba ahí y me salvó, después de minutos, fuimos a rescatar a ellas dos que también casi mueren, se llaman Milagros y Cecilia, son hermanas, y luego en la tarde de ayer decidimos ir por armas a una tienda, ahí nos encontramos a Alex que nos llevó con su camioneta al punto de encuentro con ustedes.

—¿Entonces la camioneta que estaba ahí cuando fuimos a rescatarlos era tuya Alex?

—Sí, era mía, yo los llevé hasta el punto y les proporcioné las armas.

Poco a poco al equipo se fueron integrando más personas, pero Sebas aún tenía unas preguntas por responder.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora