Capítulo 38 - Aburrimiento

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A la mañana del día siguiente, Sebas y José se armaban para ir por alimentos, pues toda la comida enlatada que obtuvieron en semanas anteriores antes de que fueran rescatados ya se había terminado. Ambos sabían que era una misión peligrosa, por ello mismo solo irían ambos.

—José y yo iremos por comida. Ustedes dos quédense aquí y cuiden del refugio.

—Volveremos lo más pronto posible.

Ambas hermanas sabían que lo mejor era que vayan solo ellos, así que aceptaron la idea de sus compañeros; Sebas y José salieron del refugio y estando completamente listos salieron a buscar toda la comida que pudieran. Cuando las hermanas estuvieron solas en el refugio, Milagros dijo a su hermana:

—Bien, ahora solo tendremos que esperar a que regresen de buscar comida.

—¿Solo esperar? ¿No hay algo más aburrido que hacer?

—Ahora solo esperaremos, esta ciudad es muy peligrosa así que no iremos a ningún lado. Nos quedaremos aquí tal y como le dijimos a los chicos.

—Supongo, solo esperar.

—Yo aún estoy algo cansada, así que me iré dormir un rato, en lo que duermo no hagas nada y quédate aquí.

—Sí, lo que tú digas, no hacer nada y quedarse aquí.

Milagros se fue a la habitación donde dormía con su hermana, mientras que esta última no podía estar tranquila sin hacer nada, así que también decidió salir a buscar comida a escondidas, pero en otros pisos del edificio, sin salir a las calles, ya que sabía que si hacía eso sería muy peligroso. Bajó por las escaleras de incendios, y descendió un piso. Ella bajó con un fierro en mano para defenderse en el caso de que encontrara problemas. Forzó un poco la ventana, pero logró ingresar al lugar. En el departamento de abajo, encontró sangre en el suelo, y todo el ambiente desordenado y, al adentrarse un poco más en el lugar, encontró el cuerpo de un niño que parecía tener de unos 8 a 9 años de edad, que al parecer había sido infectado, y más adelante, el cuerpo de una mujer, la que al parecer era su madre, y que parecía que había sido asesinada por el niño. Más adelante, vio que una de las habitaciones que estaban cerca al cuerpo del niño, la puerta estaba destrozada, y al entrar a la habitación, vio un estante, en el que había un libro.

—Supongo que con este libro no estaré tan aburrida —dijo Cecilia.

Al tomar el libro, notó que en la portada decía: "Diario de Zack Moon". El nombre llamó la atención de Cecilia, pero pensó en leerlo en el refugio, pues ahí estaría más segura, así que regresó, y al entrar, notó que su hermana estaba despierta y se había dado cuenta de todo lo que hizo. Milagros al ver que su hermana la había desobedecido y había salido le dijo:

—Te dije que no salieras. ¿A dónde fuiste?

—Pensé que dormirías por más tiempo, creo que dormiste menos de 10 minutos.

—Mi idea era dormir un poco más de tiempo, pero escuché el ruido de las ventanas que dan a las escaleras de incendios y pensé que unos infectados intentaban entrar, y me di con la sorpresa de que eras tú quien había salido.

—Pensé en buscar comida en los departamentos de abajo.

—Pues es muy peligroso salir, te pudiste haber encontrado una horda o peor, un mutado.

—Ya cálmate, no me pasó nada, y no encontré comida.

Milagros antes de seguir regañando a su hermana, notó que en su brazo izquierdo escondía algo, así que le preguntó:

—¿Qué es lo que traes ahí?

Cecilia ya sabiendo que se refería al diario que escondía le respondió:

—Nada...

Milagros al notar que su hermana le mentía le dijo:

—Si vas a mentir, miente bien, y segundo, saliste sin permiso y te pusiste en riesgo, al menos dime que traes contigo.

—Ya, está bien, te enseñaré.

Cecilia mostró a su hermana el libro que traía consigo, y Milagros al verlo notó que se trataba de un diario por lo que estaba escrito en la portada.

—¿De dónde sacaste ese libro? —preguntó.

—Del departamento que está debajo de nosotros, entré a buscar comida como te dije, pero solo encontré esto y un escenario de terror.

—¿De terror? ¿A qué te refieres?

—Sucede que ese lugar daba miedo. En el piso había mucha sangre seca, el cuerpo de un niño infectado y de una señora que creo yo que era su madre, el diario estaba en una habitación que se veía que había sido forzada.

—Sí se oye como un escenario de terror como mencionas. ¿No te topaste con ningún infectado?

—Para nada, en el lugar solo estaba yo, y decidí volver rápido al refugio para leer el libro, ya que aquí estaría más segura, además de que será una buena forma de pasar el tiempo hasta que regresen Sebas y José de buscar comida.

—¿Lo puedo leer contigo? Ya me dio curiosidad.

—¿No tenías sueño? Porque si quieres dormirte, esta vez te prometo que no me saldré a escondidas, me quedaré leyendo este diario.

—No, ya no tengo sueño.

—Entonces sí lo puedes leer conmigo, pero con una condición.

—¿Cuál?

—Que tú lo leas en voz alta para que ambas escuchemos, ¿te parece?

—Está bien, dame el libro.

Cecilia le dio el libro a su hermana y Milagros inició con la narración del diario.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora