Capítulo 52 - Búsqueda

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Luego de que todos estuvieron reunidos y preparados, decidieron salir del centro comercial por una puerta trasera de emergencias, tratando de no llamar la atención de los infectados. Adelante iban Sebas y Milagros, detrás de ellos venían José y Lucas, avanzando sigilosamente para evitar a los zombis a toda costa, empuñando sus armas en manos. Mientras caminaban en ese ambiente silencioso, Sebas accidentalmente tropezó con una roca, pero antes de caer y hacer ruido, Lucas lo tomó del brazo.

—Más atento por dónde caminas Sebas, no queremos infectados persiguiéndonos por nuestros cerebros —le dijo.

—Sí, perdón, es que me distraje.

—Ya dejen de hablar o los infectados se darán cuenta de nuestra presencia —dijo Milagros susurrando.

—Sí, ya entendimos, discúlpanos —dijo Lucas.

Los supervivientes continuaron avanzando silenciosamente por las calles, buscando posibles lugares y zonas en las que podría estar la hermana de Milagros.

Mientras tanto en el búnker...

En su refugio subterráneo, el enmascarado continuaba examinando al hombre que previamente había infectado con el virus B3H3, mientras que Cecilia y Valentino lo veían algo temerosos, cuando de repente se detuvo, y dijo con una voz baja:

—Diablos, no tengo este instrumento...

Aunque el enmascarado habló con una voz baja, tanto Cecilia como Valentino oyeron lo que dijo, pero hicieron como si no hubieran escuchado nada. Luego de haber dicho eso, pasaron unos segundos, y luego el enmascarado se levantó, tomó su rifle de caza y salió del lugar. Apenas se escuchó el sonido de la puerta del búnker cerrarse, Valentino se dirigió a Cecilia.

—Cecilia aprovechemos esta oportunidad, salgamos de aquí.

—Pero, ¿qué dices?

—Él acaba de salir y lo más probable es que se tarde mucho tiempo.

—No, no nos iremos y no intentaremos escapar ahora.

—¿Pero por qué?

—Siempre que sale así de la nada viene rápido, la primera vez que lo vi salir así, pensé igual que tú, que se tardaría, y trate de escapar.

—¿Y él te descubrió?

—Tú qué crees, si no me hubiera encontrado queriendo escapar ya no estaría aquí.

—¿Entonces no haremos nada?

—Por el momento es mejor que no, volverá pronto, sería peor si nos encuentra queriendo escapar. Estoy segura que esta vez sí me mataría.

—Está bien, no haremos nada, por ahora.

Mientras que ambos prisioneros conversaban en sus respectivas cápsulas, el enmascarado salió a la ciudad con el fin de encontrar el instrumento que requería.
Mientras que el enmascarado caminaba por las calles desiertas, pensaba en su mente:

—Tendré que irme rápido por ese maldito instrumento, ya que esos dos podrían intentar huir, y si me tardo demasiado quizás logren conseguirlo. No debo tardarme.

El enmascarado comenzó a caminar un poco más rápido y llegó en muy poco tiempo al almacén de donde siempre sacaba las cosas que necesitaba, pero lo que buscaba no se encontraba ahí.

—¡Maldita sea! Esta porquería no se encuentra aquí —dijo golpeando con fuerza una pared—, ahora solo hay un lugar de donde lo podría sacar, lo malo es que está lejos, pero qué me queda.

El enmascarado empuñó su rifle y se fue del lugar a paso ligero para conseguir el instrumento que necesitaba. Mientras que, por parte de los supervivientes, continuaban avanzando por las calles silenciosamente para no ser detectado por los infectados. Milagros avanzaba rápidamente haciendo que a veces dejara atrás a sus compañeros, mientras que los demás trataban de que su compañera no se alejara mucho de ellos. Sebas notó que Milagros comenzó a avanzar demasiado rápido.

—Mila, no te alejes mucho —le dijo alzando un poco la voz.

Milagros simplemente no hizo caso a las palabras de su compañero y siguió avanzando rápido y distraída, cuando no se dio cuenta que delante suyo había un estante de latas, Milagros tropezó con ellas, haciendo que caigan todas al suelo, causando un escandaloso ruido que se escuchó en al menos tres cuadras a la redonda. Los supervivientes se acercaron rápido hasta Milagros que se había quedado quieta. Pasaron unos segundos y comenzaron a llegar los zombis denominados por José como caminantes, que iban arrastrándose lentamente hasta los supervivientes. Al verlos todos comenzaron a retroceder y a ponerse en guardia para atacar, pues creían que acabar con ellos sería fácil, cuando detrás de los más lentos, comenzaron a salir los infectados normales que avanzaban más rápido. Ver eso, hizo los supervivientes ya evaluaran si se quedarían a pelear contra ellos, cuando luego de retroceder unos segundos más, notaron que de entre las hordas de infectados comenzaron a sobresalir varios mutados yendo rápidamente por ellos, en ese momento, todos se quedaron espantados por la cantidad de infectados que venían.

—¡Todos corran! —gritó Sebas haciendo reaccionar al los demás.

En ese momento despertaron y comenzaron a escapar, teniendo detrás suyo a una gigantesca horda de mutados, infectados y caminantes con ganas de matarlos. Los que se acercaban más a ellos eran los infectados normales que avanzaban más rápido que los demás, por lo que los supervivientes tuvieron que aumentar la velocidad a la que corrían para no ser atrapados.
En otro lugar, el enmascarado corría para ir hasta el lugar en el que encontraría el instrumento que necesitaba, cuando luego de avanzar un poco más escuchó demasiados gruñidos y ruidos viniendo de unas calles adelante.

—Debe haber demasiados infectados más adelante. Será mejor estar prevenido —pensó.

El enmascarado vio la puerta de una casa que estaba abierta y entró, subió hasta la azotea y comenzó a avanzar entre los techos de las casas, y cuando estuvo más cerca de donde venían los gruñidos, se asomó un poco y vio a una gran horda de infectados con varios mutados, que perseguían a los supervivientes, al verlos se comenzó a mofarse tratando de no hacer mucho ruido.

—Veamos si de esta se salvan suertudos —dijo en voz baja.

Luego de decir eso se sentó un momento para descansar y ver el espectáculo. Los supervivientes continuaban corriendo por sus vidas, cuando llegaron al final de la calle que era cerrada, se alejaron un poco de los mutados, pero no tardarían mucho en llegar hasta ellos. Mientras pensaban en que podrían hacer, Lucas vio que en una de las casas del lugar la puerta estaba algo abierta.

—Chicos, la puerta de esa casa está un poco abierta, si la forzamos tal vez podamos entrar y refugiarnos dentro —les dijo.

—Bien, vamos rápido —dijo Sebas.

—Mila, cúbrenos en lo que tratamos de entrar —dijo José.

Sebas, José y Lucas comenzaron a empujar la puerta, Milagros solo veía como la horda acercarse, mientras empuñaba su bate con ambas manos preparándose para recibir a la oleada de infectados, cuando de entre la marea de no muertos, notó que una de las azoteas de las casas a unas cuantas cuadras, se encontraba él, que los veía fijamente desde lo alto. Su preocupación por los infectados se esfumó al mismo instante de notar la presencia del sujeto, y fue entonces que los sentimientos de ira y odio se apoderaron de Milagros, buscando solo una cosa: Venganza.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now