XXXIV

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Los cuatro estaban sentados frente a frente, acomodados en los sofá de la amplia sala, donde la luz apenas y era suficiente, puesto que en el departamento se la vivían con las cortinas impidiendo a los rayos de sol colarse.

La situación no era del todo cómoda, sin embargo, JungKook y TaeHyung estaban sumamente nerviosos. A saber si uno le ganaba al otro. Lo único que hacían era sudar frío mientras se veían entre ellos antes de ver a los adultos mayores.

--- Mamá, debiste... Debiste de llamar antes. ¿¡Qué tal si no estábamos!?--- cuestionó el castaño, verdaderamente ansioso. Y es que, si se hubieran quedado en la mansión de los Jeon, tendrían que tomarse la molestia de esperar su regreso afuera. Además de que, claro, habían estado a punto de tener sexo. Podrían haberlos descubierto.

La mujer era llamativa y amable. Con una presencia única que no pasaba desapercibida, mientras que el señor Kim era un hombre considerablemente atractivo, guapo, pero con un aura más pasada. Misteriosa y oscura.

--- ¡Pero, querido! Eso no importa--- soltó una risilla y se recargó en su esposo, reposando la cabeza en el hombro ajeno--- nosotros esperaríamos a nuestro pequeño y al señor Jeon sin problema alguno--- habló con evidente regocijo. Seguramente feliz porque su adorado hijo iba a casarse y después de mucho tiempo lograba verlo en persona otra vez.

--- De ninguna manera podríamos permitir tal suceso--- negó rápidamente el presidente, quien tomó la mano de su novio por mera costumbre mientras hablaba con sus suegros.

El señor Kim no pudo evitar mostrar una expresión extraña. Seguramente le incomodaban esa clase de gestos. Claramente jamás se imaginó que TaeHyung tendría tales gustos. Es decir, lo vió crecer como un niño sano y feliz, alguien con un futuro dudoso, pero que seguramente terminaría siendo alguien genial, una persona recta con una bonita familia, una hermosa esposa y dos niños.

Claro, la diferencia más grande era que en vez de una hermosa esposa era que se trataba de un presidente joven y multimillonario, muy bien educado, pero reservado.

No es que el padre del castaño fuera homófobo. Simplemente era un shock muy grande para él. Tenía que aprender nuevas cosas y etapas sobre la vida de su hijo y desaprender otras.

Después de sus pequeñas muestras de afecto entre ambas parejas, siguieron conversando pacíficamente. La señora Kim parecía contenta, aunque se quejó porque la comunicación con su hijo ya no era la misma de antes. Incluso expresó su molestia por no ser la primera en saber que estaban saliendo y ahora que estaban comprometidos. Es más, ¡Ni siquiera se habrían enterado si no fuera por las noticias que habían visto en la mañana!

Ambos progenitores estaban más que encantados con la relación y las decisiones tomadas por la joven pareja. Sin embargo, aún le resultaba difícil al hombre digerir algo como el hecho de que su hijo era homosexual. Se sentía raro, pero cabía resaltar que no estaba en contra.

La señora Kim observó al guapo azabache y suspiró

--- ¿Cómo es que un muchacho como tú se fijó en nuestro hijo? Mira la diferencia, cielo--- la mujer le habló ahora a su esposo para que viera al castañito y su manera de comportarse o hablar, no muy distinta a la de siempre.

--- ¡Mamá!--- se ofendió el chico, dejando que su novio lo abrazara a modo de consuelo--- ¿Verdad que yo soy genial, Kookie?--- preguntó. Sinceramente parecía que no le daba pena en absoluto actuar como el mimado en el que se había convertido. Después de todo, sus padres ya lo conocían y en algún momento llegó a ser así cuando era pequeño. Afortunadamente, habían logrado corregirlo.

El pelinegro tampoco podía contenerse. Observó esos brillantes ojos que anhelaban su respuesta y no pudo evitar acercarse más de lo normal, deteniéndose justo antes de que sus labios hicieran contacto.

--- Mi osito... Por supuesto que eres genial. Eres el mejor--- halagó con sinceridad. Inevitablemente cursis.

--- Están demasiado cerca--- se quejó en voz alta el padre de TaeHyung, avergonzando al mismo, quién se separó rápidamente, con las mejillas ardiendo.

Con un sonido de exclamación, la señora Kim demostró su descontento. ¿Cómo se atrevía a interrumpirlos? Ese viejo conservador... A ella le agradaba esa burbuja en la que ambos jóvenes se perdían constantemente.

--- ¡Déjalos disfrutar! Si sigues así ellos no te invitarán a la boda--- se cruzó de brazos. Tal y como su hijo solía hacerlo. Se parecían mucho en la personalidad y eso lo notó el azabache, quien no tardó en reír--- por favor ignórenlo. En el fondo está feliz por nuestro TaeHyungie. ¡Nuestro querido hijo ha crecido mucho!

--- Por favor, termina tu carrera--- pidió con voz apaciguada el hombre, preocupado de que el matrimonio le impidiera continuar al de piel acaramelada.

JungKook sonrió. Ellos eran dulces. Por eso su prometido tenía un buen corazón también.

--- No se preocupe. Yo le brindaré mi apoyo para que pueda concluir con sus estudios y se desarrolle plenamente en el área del trabajo.

Todo estaba bien. A esas alturas, el señor Kim ya sabía que su hijo estaba en buenas manos, pero seguía sintiéndose extraño debido a aquella relación.

Hablaron el resto de la mañana y en la tarde comieron todos juntos algo que prepararon entre JungKook y su suegra, charlando sin parar. Todos se habían llevado de maravilla. Incluso Don perfecto ya se imaginaba un maravilloso fin de semana vacacionando con su familia junto a la de su prometido. Bueno, al menos la señora Jeon, puesto que su padre seguramente jamás aceptaría la relación.

--- ¡Hora de irnos!--- exclamó la mujer con un rostro muy expresivo. Se notaba que estaba feliz y satisfecha. Había explicado hace minutos atrás que habían ido a visitar a su hijo y de paso, a turistear un poco aprovechando sus días libres.

En reiteradas ocasiones JungKook se ofreció a llevarlos, sin embargo, la señora Kim se rehusó en todas y cada una de ellas, alegando que ya se las arreglarían por cuenta propia.

--- Si necesitan algo, por favor siéntanse libres de contactarme. Me encargaré al instante--- aseguró el atractivo pelinegro después de una respetuosa reverencia que no tardó en ser correspondida.

--- ¡Tan encantador! Muchísimas gracias. Vendremos a molestar después--- se despidió la mujer y se llevó a su esposo, tomándolo del brazo para avanzar juntos.

Entonces, así fue como los suegros del presidente de Dal-Lux finalmente se fueron, eliminando cualquier rastro de nerviosismo antes presentado. En consecuencia, el universitario se relajó al extremo.

TaeHyung estaba adormilado en el sofá, así que en cuanto escuchó que se despedían, se acomodó mejor. Dispuesto a dormir en ese mismo momento en su sillón favorito.

--- Amor, ¿De verdad vas a dormir ahí?--- preguntó el mayor, acercándose para tomarlo en brazos y llevárselo a la habitación--- Estás siendo perezoso hoy--- le hizo saber.

Con los ojos cerrados al igual que su boca, el chico solo soltó un sonido de afirmación. Aunque, después decidió hablar, a sabiendas de que su novio no le entendería.

--- Me duele el culo--- fue lo único que pronunció mientras era depositado con delicadeza en la cama. Pero eso le espantó un poco el sueño, así que sus ojitos oscuros destellaron en respuesta--- Mmm... Yo quería ir a mi habitación--- imposible no reconocer esas gruesas mantas acolchadas que era jodidamente cómodas. Su habitación tenía una textura diferente. Todo era más suave, así que de inmediato de dió cuenta de que estaba en la habitación del otro.

Don Perfecto negó con un movimiento de cabeza antes de hablar.

--- Yo creo que quieres estar aquí--- dijo más que seguro mientras comenzaba a sacarse la ropa que llevaba puesta esa tarde, importándole muy poco si estaba siendo observado o no.

El castaño tragó saliva, comenzando a sentirse nervioso de presenciar tal desnudez. Porque a pesar de haberlo visto de tal manera ya muchas veces, ninguna de ellas aplacaría esa naciente lujuria y ferviente deseo de tenerlo entre sus piernas.

--- Uh... Quizás sí quiero estar aquí, después de todo... Terminemos lo de antes.

Sugar, but not your baby (KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora