Capítulo XI

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El resto de la semana transcurrió con relativa calma. Nicolás no se había vuelto a presentar en el local, de modo que Alejandro pudo concentrar sus energías en el trabajo, pero el día jueves llegó y ya comenzaba a preguntarse si, al día siguiente, Nicolás le llamaría para acordar una ¿cita?, ni sabía cómo llamar a aquello, ¿no podía ser una sencilla reunión de dos amigos?, ¡es que ni siquiera eran amigos!, eran dos completos desconocidos intentando conocerse después de unos extraños e inesperados acontecimientos que, por añadidura, habían despertado la curiosidad en sus cercanos. "¿Por qué está pasando esto?", se decía Alejandro durante el descanso, aliviado de estar solo tras escaparse de Cristina y de un cada vez más intenso Sebastián. "¿Qué les pasa a esos dos?"

Después de que diera un resumen de la conversación sostenida con Cristina, tanto Sebastián como Francisco se mostraron interesados en saber qué haría a continuación, sorprendiéndose por la ayuda que el novio de su amiga le ofreció de la manera más genuina; Francisco, por su parte, se limitó a decirle que tuviera cuidado en cada cosa que hiciera porque, a pesar de todo, Nicolás seguía siendo un extraño del que no sabía nada más que el nombre.

Quedando todavía quince minutos para que terminara su descanso, Alejandro decidió volver adentro y aguardar el momento sentado en la barra que, a esa hora, estaba desierta. Ocupó un lugar sin decir nada y apoyó su cabeza en una mano con gesto pensativo. "¿De qué podría hablar con Nicolás?, ¿qué cosas podrían interesarle?, ¿la música?, ¿el cine?, ¿literatura?, ¿animación?, ¿acaso será una persona que fuma?, ¿vivirá solo?", tantas preguntas que hacerle, pero una más importante que las otras: "¿por qué hiciste lo que hiciste aquella noche?" Recordó las palabras de Francisco, "es un extraño". Sí, Nicolás es un extraño, pero conocerlo de la forma en que lo hicieron le había dejado intrigado y quería saber más de él, aún con los riesgos que eso implicara. "¿Es alguna clase de atracción?, ¿o será simple curiosidad? No, debe de ser algo distinto o yo no habría reaccionado del modo en que lo hice cuando nos abrazamos, y estoy casi seguro de que él también lo sintió de esa manera", pensó, volviendo a recordar la escena y llevándose la mano libre hacia el pecho, su corazón latía, "¿por qué me siento así?, ¿por qué a mí?, ¿por qué con alguien como él?"

Completamente distraído en sus pensamientos, así fue como Ignacio lo vio cuando también regresó de su descanso. El rostro se le contrajo en una mueca de molestia, pero luego de dar un respiro hondo, alivió sus facciones y, en silencio, ocupó su lugar detrás de la barra. Alejandro apenas si notó la presencia del bartender.

—¿Soñando otra vez? —preguntó Ignacio mientras limpiaba la superficie de madera. Alejandro no respondió, tenía los ojos cerrados y parecía estar dormido. Ignacio apretó los puños, pero volvió a contenerse—. Por suerte todavía no acaba el descanso, de lo contrario el jefe ya te habría jalado de las orejas.

Alejandro seguía sin reaccionar. Ignacio se sintió tentado por la idea de arrojarle un vaso con agua y sacarlo de su mundo de sueños, pero tras pensárselo un momento, se arrepintió pues no quería tener que lidiar con las reprimendas de Cristina y de Ariel. Se lo quedó viendo por unos momentos y se preguntó cómo alguien podía estar tan ajeno a la realidad.

—Alejandro, oye, Alejandro, ¿qué te pasa hoy?, ¿acaso dormiste mal anoche? —dijo Ignacio, moviéndole suavemente por el hombro.

—¿Eh?, ¿quién es?, oh... hola Ignacio —fue la respuesta del chico al ver a su compañero, se refregó los ojos y soltó un bostezo. De verdad se estaba quedando dormido.

—¿Cómo que "hola"?, te estoy hablando desde hace rato —ahora sí que Ignacio estaba molesto.

—Disculpa, no te vi llegar, estaba pensando, ¿llevas mucho tiempo hablándome? —Alejandro volvió a bostezar y, ahora apoyando su cabeza sobre ambas manos, miró a Ignacio.

La mirada del extrañoWhere stories live. Discover now