Capítulo XXXIX

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—Tal vez debería ir y ver cómo están, ¿no crees? —dijo Katerina con voz preocupada.

—No, dales tiempo, lo necesitarán —dijo Ariel, tranquilizándola—, estoy seguro de que no es una conversación sencilla, pero ten confianza, ya verás como regresarán reconciliados.

—Suenas muy confiado.

—¿Tu no?

—No es eso, confío en ellos, pero no por eso dejan de preocuparme —la chica dio un trago a su bebida y relajó un poco el cuerpo, estaba muy tensa—, mi temor es que solo por mantener una buena relación acaben tomando una mala decisión.

—Verás que no, Katerina, verás que no y antes de que termine la noche los veremos juntos otra vez —dijo, dando un trago a su cerveza, y agregó después con una risa—. Bueno, tú los verás juntos otra vez, para mi será la primera.

—Gracias, Ariel, y sí, será la primera vez que los veas. Me hace tanta ilusión que así sea.

—Estoy seguro que sí, ¿sabes?, me recuerdas a alguien que conozco, una de mis compañeras de trabajo.

—¿Sí?

—Sí, a Cristina. Ella tiene un amigo que está pasando por una situación similar, con la diferencia de que ella no apoya la relación. En cambio, tú eres amiga de ambos.

—Ya veo, quizá se comporta así porque no le agrada la pareja de su amigo, yo también lo haría si fuera el caso.

—Claro, pero las circunstancias han llevado a que esa relación solo se fortalezca muy a pesar de Cristina, es más... —Ariel se acercó a Katerina y le habló como si fuera a revelar un secreto— ... ¿ves a esos chicos que bailan juntos?, son ellos, Alejandro y Nicolás.

—Oh... —comentó Katerina, dirigiendo la vista hacia donde los chicos bailaban—, si me preguntas, creo que hacen buena pareja, ¿están saliendo?

—Así parece. No esperaba verlos aquí esta noche, al menos no a Nicolás. Con esto supongo que estarán formalizando su relación si es que no lo han hecho ya.

—Para mí lucen perfectamente como una pareja —dijo, encogiéndose de hombros.

Ariel no hizo ningún otro comentario y se quedó mirando a los chicos bailar, con una fluidez y naturalidad que solo había visto en Cristina y Sebastián. Tal vez ese par también estaba destinado a permanecer unido.

De un momento a otro todo se calmó, la música disminuyó y las luces grandes del local se fueron encendiendo.

—¿Eh?, ¿qué ocurre ahora?

—Julieta dará un discurso de agradecimiento.

—¡Oh!, ya entiendo, haremos una pausa antes de continuar con la fiesta.

—Sí, eso es. Julieta debiera llegar en cualquier momento —Katerina comenzó a mirar a su alrededor intentando ver a su jefa, pero aún no había señales de ella, ni tampoco de sus amigos.

Se quedaron conversando en el mismo lugar mientras los demás asistentes se dirigían a la barra, compartían tragos, conversaban en pequeños grupos, y otros se negaban a abandonar la pista y seguían bailando; poco les duró pues en un momento llegaron algunos trabajadores del local, retiraron a las personas y montaron una pequeña plataforma con micrófono, acto seguido se presentó la dueña del local, Julieta, flamantemente vestida y con su largo cabello recogido, acompañada de Julio y en medio de ruidosos aplausos. Katerina se apartó de Ariel y salió rumbo a la parte trasera.

—¿A dónde vas? —preguntó el ayudante.

—Voy por ellos, no aguanto más la angustia, quiero saber qué está ocurriendo.

La mirada del extrañoWhere stories live. Discover now