Capítulo XIII

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El viernes por fin llegó.

Alejandro estaba inquieto, pero no menos atento a su trabajo. Su turno era el de la tarde así que estaría ocupado hasta el cierre del local, con un descanso a eso de las 21:00; esperaba que, si Nicolás llamaba, lo hiciera en ese lapso o, de lo contrario, sería difícil poder hablar. Fuera como fuera, él no llamaría y aunque se tentaba a hacerlo, se armaría de paciencia y esperaría la llamada. "No voy a llamarlo", se decía.

—¡Ya cálmate! —le dijo Cristina cuando se encontraron frente a la barra.

—Pero si estoy calmado, ni siquiera estoy mirando el celular —repuso Alejandro.

—Más te vale, agradece que Sebastián está en el otro sector, o si no estaría encima de ti vigilándote.

—Claro, ahora que es mi hermano —dijo Alejandro con ironía, entornando los ojos al decir esto.

—La verdad es que se ve bien haciendo ese papel.

—Yo no me acostumbro a la idea.

—Será mejor que lo hagas. Oh, ya te dejo, me están llamando desde las mesas —dijo Cristina antes de salir a toda prisa.

—También a mí, hablaremos durante el descanso.

... ... ... ... ...

Nicolás llegó a casa sin decir nada, no quería ver a nadie, y como sus padres estaban ocupados viendo televisión, nada le preguntaron.

Dejó su bolso, se quitó la chaqueta y se recostó en la cama mirando el techo, con el teléfono lejos, solo pensando "¿Lo llamo o no?"

... ... ... ... ...

Eran las 21:27 y el local estaba lleno a más no poder. Cristina y Alejandro iban de regreso y con algo de prisa, pues el jefe les pidió puntualidad con su descanso y volver a trabajar en cuanto este terminara.

Cristina intentó, de la mejor manera que pudo, distraer a su amigo del teléfono que sostenía en sus manos. Alejandro, aunque firme en su resolución, esperaba que el aparato sonara con su tono en algún momento. Pero no lo hizo.

—Oye, no pongas esa cara —dijo Cristina—, estoy segura de que le verás de nuevo, aun si no te llama hoy.

—Pensé que no querías que le viera más —respondió Alejandro.

—No me malinterpretes, yo solo dije que tuvieras cuidado con lo que haces, lo mismo que te dijeron los chicos, pero si tu decisión es continuar con esto, te apoyaré.

—Gracias por su preocupación, sé que lo hacen por mi propio bien. Pero... la verdad... esperaba que me llamara —dijo Alejandro, mirando el teléfono, inerte y mudo.

—Alejandro, ¿tanto te interesa él?

—Sí, hay algo que debo confirmar —aunque su voz sonaba débil, sus ojos mostraban resolución.

—Tendrá que ser más tarde entonces, debemos volver ahora o se hará tarde, y no queremos problemas —terminó de decir Cristina y caminaron de vuelta al interior.

... ... ... ... ...

Las horas pasaron y el celular permaneció en silencio. Dieron las 22:00, y las 23:00, y las 00:00. Nada pasó.

El trabajo no se detuvo durante todo el transcurso de la noche, platos que iban y venían, tragos, postres, etc. Las conversaciones que inundaban los salones y la terraza se hacían insoportables. Alejandro, concentrado como estaba, no escuchó el tono de llamada entrante, y continuó sin escuchar hasta que se detuvo y volvió a callar. Eran las 01:03.

La mirada del extrañoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin