Capítulo LXVIII

49 7 46
                                    

—Hola, Cristina.

—La misma, ¿cómo estás?, no te molesto, ¿verdad?

—No, no, tranquila, estoy con Javier en su departamento...

—Oh, ¿seguro que no estoy molestando? —insistió la chica.

—No lo haces, de verdad, dime, ¿tienes noticias de Nicolás y Alejandro?

—Sí, y tienen algo de agridulce, no te voy a mentir.

Hubo una pausa, que Ignacio aprovechó para encender el altavoz y así Javier pudiera escuchar la conversación.

—¿Bien?

—Alejandro despertó —dijo Cristina con evidente alegría.

—Lo... ¿lo dices en serio?

—¡Sí!, hablé esta tarde con su madre y me dio la noticia, no sabes cuan feliz estaba, estoy segura que hasta lloró cuando hablaba conmigo.

—Ya lo creo, me alegra muchísimo saberlo —dijo Ignacio igualmente aliviado, pero consciente de que faltaba algo por decir—. ¿Y Nicolás?, ¿supiste algo de él?

—Todavía no despierta, lo siento. No tengo más información sobre su estado... ¿Ignacio?, ¿sigues ahí?

—Aquí estoy, es solo que... me deja sin palabras, ¿habrá sido tan grave la agresión? —dijo, tragando saliva y respirando profundo antes de continuar.

—¿Te sientes bien? —preguntó Cristina, percibiendo un cambio de actitud en el bartender.

—Él está bien, descuida, lo cierto es que no esperaba recibir una noticia así, ninguno de los dos —habló Javier, abrazando a su novio.

—Tu eres Javier, ¿cierto?

—Así es. Dime, ¿han ido al hospital para ver a los chicos?

—No, se supone que iríamos hoy con Sebastián, Francisco y Erika, pero debido a su condición no están recibiendo visitas. Además, la mamá de Alejandro me dijo que lo mejor era no ir hasta que finalizaran los exámenes, tienen que asegurarse de que no tenga algún tipo de secuelas. En cuanto autoricen las visitas, nos avisarán para que vayamos a verlos, queremos ayudar en todo lo que esté a nuestro alcance. Ustedes son bienvenidos de acompañarnos cuando gusten. Por lo pronto, estaremos rezando por su recuperación.

—Gracias, Cristina. Nosotros también estaremos rezando por ellos —dijo Javier—. No pensé que fuera una situación tan delicada, Ignacio ha sido quien me informó de todo y lo siento tanto.

—Es horrible lo que sucedió y todos lo lamentamos —dijo la chica.

—Cristina, gracias de nuevo por llamar, estamos en contacto para lo que necesites. Supongo que nos veremos mañana en el trabajo —dijo Ignacio.

—Seguro que sí, allí podremos hablar con más tranquilidad —dijo, dando por finalizada la conversación—. Bueno, los dejo, que pasen una buena tarde.

—Igual tú, dale nuestros saludos a Sebastián y los demás. Nos vemos.

—Lo haré, saludos para ustedes también. Adiós.

La llamada concluyó, dejando a la pareja en silencio por unos instantes. Abrazados el uno al otro, intentaban transmitirse la serenidad y el sosiego que, a todos, no solo a ellos, les hacía falta en aquellas horas de incertidumbre. Que Alejandro despertara les devolvía parte de las esperanzas, mientras que la otra parte permanecía en suspenso, tanto como el despertar de Nicolás.

—¿Qué te dijo? —preguntó Sebastián.

—Esperará por noticias —dijo Cristina, dejando su teléfono—. Ignacio estaba afectado, por raro que parezca. Afortunadamente, Javier estaba con él.

La mirada del extrañoWhere stories live. Discover now