Tobe sale de la aldea de sooga y años después se encuentra a Pucca, sola y triste, en ese momento le tiende la mano cuando ella mas lo necesita.
Algo comienza a crecer entré ambos, pero la sombra de Garu, le atormentando emocionalmente.
Ahora ella s...
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Después de muchos intentos fallidos, la llamada de los tíos, por fin, fue respondida
—¿Hola? Tobe ¿Cómo está nuestra pequeña?— podía escucharse la mortificación en su voz.
—¡está bien!— él no poseía el ánimo suficiente como para tener esa conversación. Sus parpados pesaban demasiado, amenazan con cerrarse en cualquier momento. La visita al cementerio familiar, lo dejo emocionalmente cansado y el estrés acumulado por el trabajo, le paso factura.
—nos enteramos de lo que pasó con Garu, nunca pensé que él fuera capa de herir casi de muerte a nuestra niña— Ho se escuchaba más deprimido de lo normal. De los tres hermanos, era el que más deseaba que su adorada sobrina, regresara al lado del chico que siempre amo. Él no veía con buenos ojos, la reciente relación con Tobe.
—¡ah, sí!, pero no es para que se preocupen, ella está bien en estos momentos. Los niños también se encuentran bien— no quería cortar aquella charla por cortesía y respeto a los chefs, pero el cansancio era mayor.
—¡por favor!, ten mucha paciencia con ella, aún es joven y puede cometer muchos errores, pero es una apasionada del amor y en eso radica su mayor fortaleza, porque la hace leal a las personas que ama. Te pediría que la saludarás de nuestra parte, pero no queremos echarte de cabeza, sé que se enojaría mucho por saber nuestro pequeño secreto.
—sí, estén tranquilos, yo me encargo de todo— bostezo sin poder controlar ese pequeño impulso.
—descansa hijo, lo necesitas— dicho esto, colgó la llamada.
Tobe se desconcertó por aquel pronombre, había pasado demasiado tiempo en su memoria desde la última vez, en la que alguien lo llamaba así.
Su celular volvió a sonar, no deseaba contestar, pero el nombre en la pantalla lo asusto tanto, que incluso su primera reacción, fue sentarse derecho sobre su silla.
—¡abuelo!— expreso con cortesía, en un perfecto japonés. Increíblemente, el sueño, había salido por la puerta, para no volver en un buen rato —¿Sucede algo?
—¿Necesitó que pase algo, para poder hablar con mi nieto y preguntar por la salud de mis bisnietos?
—¡por supuesto que no!, el gran Ryu no necesita eso.
Pucca entro de nuevo, con una bandeja en la mano, la dejo al lado del escrito y se sintió maravillada, por escuchar a Tobe hablar otro idioma, no podía dejar de admirar lo sexi que se veía al teléfono —que envidia, si su secretaria ve esto a diario— pensó.
Él le hizo señas, con su mano libre, para que no hiciera ruido, el respeto que reflejaba por su abuelo, inconscientemente, era demasiado. Ella asintió obedeciendo aquel favor.
—¡me enorgullece lo que has logrado hasta el momento!— la cansada voz del anciano, le dio a entender que estaba preocupado.
—¡no es para tanto!, todo ha sido gracias a ti y tus enseñanzas. Si no fuera por eso, tendrías a un vago, sin oficio ni beneficio, como nieto— sonrió.
