16.- ¡¡Sorpesa!! parte 2

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Otro capítulo más, denle mucho amor porfa...

Tobe se atragantó con el agua que bebía, iba por su décimo vaso al hilo, que a pesar de lo helada que está estaba, no lograba calmar esa ansiedad que el cuerpo de su amada le había provocado. Aún sentía los espasmos en su entrepierna, que luchaba por controlar y eso no era buena señal para él. Sus meses de celibato le estaba pasando factura.

Desde que su adorada Pucca entro a su vida, él se retiró de sus viernes sociales de antro con sus grandes amigos, dejo de asistir a las fistas privadas, llenas de alcohol, drogas y sexo. Tiempo que, dolorosamente para su cuerpo, le esta cobrando una costosa factura, por no desfogar aquellos deseos carnales, con cualquier mujer dispuesta a satisfacerlo. Y no es que necesitase a la fuerza, salir a divertirse para casar, como a si solían llamarle a su acto de buscar mujeres. A él solo le bastaba salir a la calle, mostrar su sonrisa galante y buen porte en público, para que las mujeres mas interesadas en el dinero y el alto estatus social que Tobe proporcionaba con su sola compañía, le ofrecerían abrirle las piernas, sin siquiera pensárselo dos veces.

Desde que Pucca fue acogida por él en su casa, dejó todo ese mundo atrás. Quien supondría que su noche de pasión desenfrenada con la azabache, sería la última que tendría en meses y sobre todo, él jamás se lo imagino. Se encontró solo, desesperado y sin salida, soportando las ganas de probar por segunda vez, el cuerpo de su amada. Mientras sus pensamientos le jugaban una vil broma, aumentando desmedidamente sus deseos, provocando que las palpitaciones en su miembro fueran constantes y persistentes.

Observó agonizante su reloj de pulsera, mientras se retorcía, recargado en la barra que divide la cocina del comedor. Increíblemente, la media hora que ya había pasado, no había logrado su cometido, metiéndole un fuerte pensamiento en su mente, que utilizaría como último recurso, si no lograba mantener el autocontrol de su cuerpo...

Agradecía, aliviado, de haber podido salir de aquella habitación, dejando intacta a pucca de lo que su retorcida mente maquinaba a cada minuto que pasaba. Sirvió más agua con hielos y la bebió como si su vida dependiese de ello, su vista viajó rápidamente de la estancia hacia el sonido de puerta de la habitación de Pucca, que se habría muy lentamente.

Tobe se atragantó con el agua, en cuanto divisó a la azabache saliendo completamente por la puerta. No cavia duda de que el vestido que le había escogido, le quedaba perfecto, como si hubiera sido mandado a hacer exclusivamente para ella y eso fue un punto más en contra para su ya difícil situación. No deseaba que Pucca notara su terrible situación.

--¡Tobe!--ella corrió a su exilio de inmediato, tras verlo escupir una porción de agua sobre la barra. --¿estás bien?—le dio palmadas en la espalda, en cuanto estuvo cerca de él. 

Tobe asintió rápidamente con la cabeza, mientras se daba golpes con el puño sobre su tórax. No sabía que era peor, tenerla cerca o que se diera cuenta de lo que escondía, aprisionado por su bóxer y pantalón.

--¿ya estás mejor?—su rostro mostró una profunda preocupación. 

El magnate respiro profundo, cogiendo una gran bocanada de aire. --Si— respondió con dificultad. Escudándose con la confiable barra.

--¡ya termine de arreglarme!— una sonrisa radiante destello en su rostro. Completamente ajena, al sufrimiento corporal que él experimentaba. Algo bueno había obtenido de aquel accidente, con el atragantamiento repentino, todos sus ánimos se vinieron abajo.

Él sonrió de lado, alegré y triste. --eres malvada conmigo princesa—se acercó a ella y deposito un beso en su frente. No quería volver a repetir lo de hace un instante por lo que se limito a tener menos contacto con ella. El comentario del joven, la dejo extrañada, e iba a replicar sobre aquel comentario, pero Tobe se le adelanto.

¿¡Mi Decisión!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora