49- Sra. Yong

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no publiqué ayer, pero bueno eso me paso por floja ji, ji, ji disculpen.

no publiqué ayer, pero bueno eso me paso por floja ji, ji, ji disculpen

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Mansión Yong, antes de la fiesta.

Me moví de un lado a otro incómoda en la mansión, había estado llamando a tobe a su celular un millón de veces, pero solo sonaba el tono de llamada, era más que obvio que él seguiría molesto conmigo por dejarlo plantado cuando más me necesitaba. Y lo sabía muy bien, fui demasiado estúpida, no tenía remedio alguno, solo me gustaba lastimarme ami con mis estúpidas daciones, o indecisiones...

—tranquilícese ama pucca— me hablo la señora Yu intentado que dejara de actuar como una loca desquiciada, pero aunque quisiera hacer caso a su petición no podía seguir tranquila con lo que había pasado, no era justo para tobe, pero ya lo hecho está en el pasado.

—¡Hatzu! – hablé con ánimo levantando mi brazo, llamando más la atención del nombrado, quien aún con mala cara volteo a verme. Si fuera un antiguo guerrero, me habría decapitado al instante, por la ofensa hacia su maestro, ante sus ojos, yo merecía una pena capital y ser puesta como ejemplo de lo que no se debía hacer.

—¡si mi señora!— respondió de mala gana, yo solo suspire, mientras la señora Yu me observaba expectante con una sonrisa, creo que ella ya sabía lo que diría.

—¡llévame con mi esposo!— le ordené de la nada por puro impulsó, con un tono vocal contundente, lo que lo dejo demasiado sorprendido como para contestar al momento, a lo que solo obtuve un asentimiento de su cabeza y se perdió de inmediato de mi vista.

—¡les diré a las muchachas que alisten de nuevo a los jóvenes herederos!—añadió la señora Yu, dándome la espalda. Ella estaba muy emocionada por esa decisión que acababa de tomar.

Al fin me quedé estática en medio del recibidor, pero mis manos temblaban por mi estupidez. Para mi suerte Hatzu entro con una cara cambiada, pues se veía menos molesto conmigo.

—¡ama pucca!, ¡me comuniqué con la señorita Lucy!, y me informo que el helicóptero fue enviado de regreso y que nos apuremos, pues el piloto nos estará esperando. También informará a la señorita Stephanie de su próximo arribo a la isla— sonrió al ver mi cara de desconcierto tras haber nombrado a la otra chica. ¿Quién era Stephanie?, su nombre se escuchaba muy universal.

—está bien—me limité a decir aún con cara de interrogación. Tome mis cosas de nuevo y las chicas me siguieron detrás. Subimos a la camioneta de nuevo y nos pusimos en marcha hasta el helipuerto.

Para mi suerte, Hatzu metió el acelerador a fondo, después de todo transitábamos dentro del área de la mansión dónde no hay tránsito más que el nuestro y el trayecto que esperaba fuese de media hora, se convirtió en una carrera contra el tiempo de doce minutos.

—¡ama pucca!, ya todo está listo—me dijo el piloto en cuanto puse el primer pie en el asfalto. Yo asentí y entre seguida de las chicas, me senté acomodándome el cinturón tal y como tobe lo había puesto anteriormente y ellas acomodaran a Ryu y Ren respectivamente con su seguro. Las chicas sonreían dichosas, al ver mi nueva acción.

—¡Hatzu! ¿No vendrás conmigo?— pregunté al notar su falta de interés en seguirme, pues él permaneció fuera del aparato todo el tiempo.

—dondequiera que usted este, siempre y cuando el amo tobe la acompañe, jamás le pasara nada, entonces me despido... mis servicios ya no son necesario. —Sonrió ampliamente —Por eso quiero que procure no decepcionarlo de nuevo— dicho esto cerró la puerta y el helicóptero se elevó dejando atrás la mansión.

—¡bienvenida a la warida!—una joven de entre diecinueve y veinte años me recibió cálidamente, dándome una reverencia... es un poco incómodo que hagan eso, aún no me acostumbro. Correspondí su saludo y entre a la warida, quedando muy sorprendida, pues no era nada parecida a la antigua cosa que recordaba. A pesar de que no tiene mucho que salí de Sooga, debo reconocer que jamás vine a curiosear este lado del bosque de bambú, después de Tobe desapareció.

—¡por aquí mi señora!— extendió su mano hacia las escaleras

—solo dime Pucca cuando no haya más personas—le implore. Tanta cortesía me abruma y más si solo estoy pensando en Tobe y como se ha de estar sintiendo.

—está bien ama—ella asintió y subimos los escalones, conduciéndome hasta una habitación, no era tan grande como las de la mansión, pero si el doble de mi cuarto, cuando vivía con mis tíos...

«¿Qué estarán haciendo? Y ¿si voy a verlos y les pido perdón? No... no imposible.» Negué un par de veces en mi cabeza, «ellos... seguramente deben odiarme y no los justificó, hasta yo me lo hago en ocasiones»

—¡ahí está el baño!, en un momento traeré su vestido para la gala—la chica me trajo de vuelta a mi realidad. Sin más entre a ducharme, no tenía mucho tiempo que perder.

Al salir me encontré con la tele de la habitación encendida.

—¡ese es mi amo bonito!—exclamo la chica con una sonrisa plasmada en su rostro y observé a Tobe en la pantalla, pero lo que más llamó mi atención fue lo que dijo:

¿Sr. Tobe podría decirnos por qué no viene con su esposa?

¿Le ha sucedido algo a la señora Yong?

¿Es verdad que es su esposa es una mentira?

—responda Sr. ¿Qué pasar con las acciones que la señora Yong heredara de su difunta madre?

Pobre, sigue molesto y con tatas preguntas, no sé cómo mantiene tan bien su autocontrol, en ese aspecto es diferente del chico al que conocí tiempo atrás en este lugar, ese Tobe de mis recuerdos; el mal humorado, que se molestaba por todo y con todos. Gritaba y ordenaba como si no hubiera un mañana él, que me repudiaba con la simple vista y decía que me odiaba. Bien dice el dicho, del amor al odio, solo hay un paso.

-mi esposa no pudo acompañarme, como ustedes ya saben, soy padre de dos hermosos mellizos y no estaba en los deseos de ambos que estén solos y también yo insistí en que no se preocupara por la fiesta de hoy, ella aún está un poco delicada de salud por el parto.

-¿algún día conoceremos a la señora Yong?

-de eso no hay duda, sé que los mata la intriga por saber quién es, pero solo quiero agregar algo— vi cómo su rostro cambio —antes que nada, no me importa la procedencia de mi esposa, solo necesito que este conmigo y nada más. Las malditas clases sociales son nada para mí y el amor que le tengo a mi familia, así que, en cuanto sepan su identidad, no me quedaré de brazos cruzados si alguien se atreve a estarla molestando con esa clase de idioteces, me encargaré de hacerlos pasar una vida miserable— no podía creerlo él... Él no está enojado conmigo, amenaza todos y el tono portentoso de su voz erizo mi piel...

-¡señorita pucca, su vestido!— llamo mi atención, el color rojo de la tela en encajes muy delicados, era hermoso, no podía negarlo. Sin perder más tiempo me lo puse. Mientras... «Cierto, no sé su nombre, aún.»

—¿Cómo te llamas?

—¡soy Stephanie ama!— valla, eso resuelve la duda de quién era a la que le anunciarían mi llegada.

Mientras Stephanie me ayudaba con mi cabello, yo comencé a maquillarme. Sinceramente, no soy una profesional, pero opte por algo ligero y más natural, poniéndome una tinta rosada, un poco de máscara en las pestañas y casi nada de rubor.

—¡les encargo mis pequeños!—me acerqué a ellos y les di un beso a ambos —ya regreso amores, iré por su testarudo padre— las chicas sonrieron y asintieron, tomé mis zapatillas y Salí rápidamente de la casa, pero...

¿Cómo iré a la fiesta? No me había planteado eso, hasta momento, tenía muchas cosas que aprender, pertenecer a esta familia, era más caótico que ser la sobrina de tres másteres chefs...

¿¡Mi Decisión!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora