18-la sorpresa se torna desagradable.

302 42 9
                                    

Durante toda la comida, nadie dijo absolutamente nada, Pucca saboreo cada platillo, extrañaba esa clase de comidas echa por sus tíos. Tobe estaba enfrascado en sus pensamientos, se repetía una y otra vez que tenía que portarse bien con ching, aunque le costara mucho trabajo. Ching por su parte se hacía millones de preguntas en su cabeza ¿por qué Pucca no quería saber de Garu?, ¿por qué Tobe actuaba así, si el ya tenía una esposa e hijos?, ¿acaso?, a Tobe ¿no le importa ni lo más mínimo su supuesta familia? ¿Cómo puede Pucca permitirse ser la segunda en discordia? ¿Acaso escapo de Sooga siguiendo a Tobe?. Negó con la cabeza mientras jugaba con la comida. Suspiro de nuevo y se introdujo sin ganas un bocado. Debía saber la verdad a como diera lugar, aunque aquello significara pelear con Tobe y sacar a su amiga a rastras de aquel lugar, la competencia ya no significaba nada, solo el bienestar de Pucca era lo que le importaba.

Una vez que salió de sus pensamientos, Tobe se permitió estudiar cada facción y movimiento de Ching, sin que ella lo notase. Por sus expresiones faciales, podía intuir lo que ella pensaba y sobre todo, la clase de preguntas que deseaba hacerle a su amiga. Aunque no habría que ser un genio en conducta humana, como para no tener una idea de lo que la chica de tensas tramaba. --estás equivocada si supones que te permitiré entristecer a Pucca, recordándole a ese patán que la engaño--susurro a su cuchara, antes de metérsela a la boca-- sobre todo, no dejaría que nada malo pasase en su casa.


Minutos después entró la servidumbre retirando los platos vacíos y dejando una gran porción de pastel en su lugar. Pucca le regalo una mirada complacida a Tobe, entintada con tristeza. Respondiendo así a su gesto con una cálida sonrisa. Lo sabía y temía también, Ching provocaba una tormenta de emociones en su amada y él podía notarlo, al sumergirse en esos castaños ojos que tanto adoraba. de cualquier manera, estaba preparada para cualquier eventualidad.

--¿dime Ching, ahora que encontraste lo que buscabas, cuál es tu plan?— la tranquila voz del magnate irrumpió en el silencio, dejando ver la molestia en sus ojos azules, posados sobre su invitada. Él se limpió la comisura de los labios, retirando los restos de chocolate de su boca. Dejó la servilleta sobre el comedor y burlonamente dibujo una sonrisa, que retaba directamente a la chica de trenzas.

Esa acción del magnate para con ella, la molestó, haciendo hervir su sangré al momento. Suspiro de nuevo y parpadeo, tranquilizando sus emociones, al notar la mirada triste y preocupada de su amiga. 

--como sabrás...--cambio repentinamente su pregunta--¿me refiero a que si seguirás en la competencia, o abdicaras tu puesto?— lanzo la pregunta al viento.

Pucca puso una cara extrañada por el comentario de Tobe. Se había dado cuenta de que el ambiente de la habitación se había tornado pesado, por esa razón no dijo ninguna palabra durante la comida. No quería provocar a su amiga, a decir algo de lo que podría arrepentirse después, pues cualquier conversación terminaría en un punto y ese sería que Ching comenzara mencionando al chico de coletas. Aun así y aunque tratase de evadir ese asunto en particular, de antemano, sabía que llegaría el tiempo de explicar todo...

--espero que tu sorpresa te haya gustado Pucca—la azabache quedó más desconcertada, al volver de su pequeño trance, siendo traída a la realidad por su amado. Él dibujó una leve sonrisa por la cara de Pucca y continuó hablando –me refiero a que tu querida amiga— enfatizó en la última palabra, dándole una sonrisa fugaz a Ching –es la sorpresa que te tenía preparada.

--¡ay! ¡Cariño!— hablo con una sonrisa, mientras deslizaba su mano sobre el comedor para tomar la de Tobe –no entiendo como hiciste que ella accediera a venir— una lágrima solitaria corrió por su pómulo derecho –pero en serio, de corazón te lo agradezco.
Pucca quiso continuar hablando, pero la tristeza se instalo en su pecho, forzándola a callar lo que quería decir, provocándole un nudo en la garganta. 

Tobe intercambio su mano, ahora era la de él la que cubría la de la azabache. Puso una mirada cálida y comprensiva. Acción la cual provocó que el llanto de la azabache comenzara a caer de nueva cuenta. El magnate extendió su otro brazo y tomó ambas manos de Pucca. –veras que todo estará bien— intento reconfortarla.

¿¡Mi Decisión!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora